RECUERDOS Y VIVENCIAS EN LA HOAC ( y IV )
Comunidad.
Barrio de Casablanca-Zaragoza.
Llevaba varios
días dándole vueltas en su cabeza. No pudo más y al final lo soltó: “ahora o
nunca”.
Fermín era un
joven venido a Zaragoza desde Almazán (Soria). En aquellos años muchos eran los
jóvenes que abandonaban la casa de sus padres labradores para venirse a
trabajar a la ciudad.
En los
primeros años de los setenta eran muchísimos los que habían tomado esa
decisión. El joven militante de la HOAC estaba hospedado en una casa con una
señora mayor. Y aunque la señora lo cuidaba bien, él quería otra forma de
vivir. Las ideas que imperaban entre los
militantes de la HOAC y de la JOC eran radicales. Era necesario cambiar la
sociedad. Pero sobre todo, y como paso previo, había que salir de la Dictadura
del General Franco en España. Lo que suponía vivir en unas condiciones de plena
libertad, sin horarios, sin poner en riesgo a nadie ajeno a la causa. Las
residencias de jóvenes de la JOC y de la HOAC como la de la calle de Sierra
Purroy en el Barrio de Torrero y la del “Patronato de Agustín Jericó” en la
calle Cartagena en el Barrio de San José
en Zaragoza,.habían cerrado, o estaban a punto de cerrar, como así sucedió. El
Arzobispo Cantero seguía instrucciones gubernamentales. “Todas esas residencias
son un nido de comunistas”. No se comprendía bien que el Concilio Vaticano II,
siguiendo el espíritu del Evangelio, empujase a los cristianos a vivir con
mayor radicalidad su fe en Jesús de Nazaret defensor a ultranza de los pobres,
enfermos y desvalidos.
“Molina,
tienes que poner en marcha la Comunidad a la que nos está empujando la doctrina
de la HOAC”, me dijo.
En toda España
se hacía lo mismo. Las Comunidades Cristianas de Base emergían por ciudades y
pueblos.
Con Fermín
venía empujando también Emilio, un soriano de pura cepa. Emilio tenía un buen
puesto de trabajo como telefonista en la Telefónica de Soria. Pero aquel
trabajo le parecía demasiado fácil y al mismo tiempo demasiado estresante para
él. Por otra parte le encantaba la carpintería en la especialidad de
ebanistería. Es por eso por lo que pidió excedencia en su trabajo y se vino a
Zaragoza para hacer un cursillo de ebanistería en el Centro Profesional de
Miralbueno. Emilio trabajaba la madera. Acariciaba la madera. Gozaba con la
manipulación de la madera y en construir muebles que él mismo diseñaba. “Es una
gozada”, decía.
Eché mano de
los anuncios del periódico Heraldo de Aragón, y fijé la mirada en “Fincas
Pinilla”. Se nos ofreció una vivienda de reciente construcción, sin estrenar,
en el entonces Barrio Rural de Casablanca.
Nos fuimos a
vivir al número 9 de la calle Centro. En el último piso y con una hermosa
terraza que hace chaflán con la calle de Las Rosas. Lo amueblamos con lo que
Caritas Diocesana nos proporcionó. El piso, cuyas paredes olían todavía a
pintura, lo estrenamos nosotros. Los muebles que Caritas nos proporcionó eran
todos de segunda mano. Las mantas y las colchas para las camas eran pobres pero
nuevas. Todo el ajuar restante lo fuimos comprando poco a poco.
Martín nos
ayudó a trasladar los enseres con la furgoneta del Seminario. Nuestra casa y el
Seminario estaban tan cerca que únicamente las separaba Vía de la Hispanidad.
Martín se vino a vivir con nosotros de inmediato, y todas las mañanas iba a dar
sus clases correspondientes a los chavales del Seminario Menor.
Muy pronto se
nos agregó una muchacha procedente de la HOAC de Logroño. Berta, que también
dejó su puesto de trabajo como auxiliar de clínica, y se vino a trabajar a una
fábrica de menaje y de juguetes, la “Nacoral”, que hacía esquina con Vía de la
Hispanidad y Duquesa Villahermosa. La “Nacoral” hace muchos años que
desapareció.
Era una idea
fundamental en aquellos tiempos: “vivir encarnados ocupando los puestos de
trabajo más bajos”. Si queríamos “fermentar” las conciencias de los
trabajadores para dar un vuelco a la realidad existente y mejorarla, había que
hacerlo desde lo más bajo de la sociedad. Era nuestra peculiar “encarnación”
entre la gente sencilla trabajadora.
Algo más tarde
yo me dedicaría a convivir con los camioneros, y durante veinte años conduje un
camión trasportando mercancías entre las fábricas. Martín, llegó a abandonar
las clases en el Seminario, y se puso a trabajar de barrendero en un camión de
recogida de basuras en turno de noche. Fermín trabajaba en la fundición de
Ildefonso Lafuente, “ILASA”, instalada entonces al otro lado del Canal, en el
tramo lindante con Casablanca, hoy llamado el barrio de Ntra. Sra. de Las
Nieves.
El piso
disponía de tres dormitorios, salón, cocina, y cuarto de baño.
Desde la
terraza exterior se divisaba entonces todo nuestro pequeño barrio rural.
También se veía el Seminario Diocesano de Zaragoza, el campo de fútbol La
Romareda, y el Hospital General llamado “La Casa Grande”, hoy Hospital Miguel
Servet. Prácticamente todo el entorno eran campos de cultivo, campos de
regadío. Existía también el Hospital Militar y el Cuartel de Sanidad Militar,
el uno frente al otro. La antigua gasolinera de Casablanca y la fábrica de Coca
Cola, al igual que el Colegio Residencial Público “Huérfanos de Magisterio”,
hoy el I. E. S. “Miguel Catalán”, eran vecinos próximos nuestros.
En la
habitación más grande se instalaron Emilio y Fermín. Dormían en una litera para
ganar espacio. Porque, eso sí, cada uno teníamos nuestra mesa de estudio. El
comedor sería el punto de puesta en común de planificación de nuestras
actividades, de nuestras Eucaristías, de nuestras reflexiones, y de nuestras
comidas habituales. Berta ocupaba una habitación para ella sola, a quien se
agregaría posteriormente Mari Carmen venida del pueblo minero turolense de Ojos
Negros. Su padre era encargado de las minas de hierro a cielo abierto. Martín y
yo ocupamos el tercer dormitorio.
La primera
comunidad mixta en Zaragoza quedaba establecida. En el año de 1.970 no era
corriente vivir en comunidad, y menos compuesta por hombres y mujeres. Pero a
raíz del Concilio Vaticano II innumerables comunidades cristianas de base
florecieron por todas partes. Los jesuitas en el barrio de El Picarral,
viviendo en la parroquia obrera de Belén, y muchos equipos de Revisión de Vida
y de Acción de militantes de JOC y de HOAC hacía ya tiempo que tenían en común
una fuerte organización de apoyo mutuo, fruto del imperativo cristiano
“Comunidad de Vida, Comunidad de Bienes y Comunidad de Acción”. Naturalmente
los matrimonios vivían cada uno en su casa, pero la solidaridad entre ellos y
hacia todos los demás era muy fuerte. Delicias, Oliver, San José, La Paz, y
Torrero en general, fueron pioneros en este espíritu de vida militante
misionera. Algo comenzaba a cambiar en España.
Casablanca era
un barrio muy pobre urbanísticamente hablando. Cuando llovía las calles se
encharcaban primero y quedaban embarradas después. Por la noche, las pocas
luces parecían unas simples candelas. Unas pantallas de “plato” empotradas en
las paredes de las casas y bastante espaciadas, a veces solamente en las
esquinas, con lámparas de 100 w. era toda la luminosidad que tenía el barrio.
No había escuelas para los niños. Aunque sí había una escuelita en unos bajos
de una vieja casa en la calle de
Fuente
de los incrédulos. Canal de Aragón. Casablanca. Zaragoza.
“Incredulorum convictioni et
viatorum commodo. Anno MDCCLXXXVI”
(Para
convencimiento de incrédulos y alivio de caminantes. Año 1786.
Mas
información en:
“La Escuela”, llamada así
precisamente por estar la escuela. Un saloncito para los niños y otro para las
niñas. Sin apenas luz solar. Creo que era una escuela privada. Y desde luego
era insuficiente. Después se trasladaron al terreno que los PP Paúles fueron
habilitando poco a poco en lo que llegaría a ser la actual parroquia, pues en
el tiempo en el que estamos hablando no había iglesia parroquial.
Los sacerdotes
habían arreglado para decir misa una especie de cobertizo que era el secadero
de una antigua tejería.
El Canal
Imperial de Aragón impulsado por el Canónigo Ramón Pignatelli, además de
aportarnos humedad en el invierno, nos invadía de ratas. Los de la calle
Embarcadero fueron los primeros que hablaron en la asamblea que se organizaría
en aquel “cobertizo-iglesia”.
Amparados bajo
la figura legal de Asociación de Cabezas de Familia, como en los demás barrios,
comenzamos nuestra andadura para intentar transformar y mejorar la realidad de
las gentes de los barrios periféricos de Zaragoza. (A.
C. F. única fórmula de participación permitida por el Régimen Político
de Franco).
Con Casablanca
se cerraba así el “primer cinturón de Zaragoza” en el que en cada barrio había
ya militantes, bien cristianos, bien de partidos políticos clandestinos. Las
parroquias en los barrios, sus sacerdotes y sus militantes, hacían una labor
fundamental de promoción religiosa y socio-cultural, y de denuncia para el
mejoramiento de sus infraestructuras. Un cinturón real de hombres y mujeres
trabajadores en los barrios, compuesto de chavolas en su comienzo, pequeñas
parcelas más tarde, y casas austeras de
obreros finalmente, se creaba con la gente emigrante de los pueblos a la ciudad.
Cinturón activista de las futuras Asociaciones de Barrios. Actividad legal por
un lado, pero con muchas otras actividades clandestinas bajo mano. Las
Asociaciones de Cabezas de Familia ayudaban a tapar todo lo que no nos estaba
permitido, y era necesario para el avance social de las gentes. El movimiento
vecinal se iba consolidando.
La idea
fundamental de aquel entonces se basaba en copar, y aprovechar las
instituciones oficiales, y desde allí abrir las mentes de las gentes y
presionar para cambiar la realidad de las ciudades y pueblos de España. Lo cual
se hizo al mismo tiempo que copábamos por parte de las izquierdas, gentes
progresistas, y cristianos de la JOC y de la HOAC, los sindicatos oficiales del
régimen, la Central Nacional Sindicalista, la “C. N. S”.
Todo parecía
igual pero ya no era lo mismo. Ya no sería lo mismo. La Dictadura hacía “aguas”
y se producía el “parto” de la
incipiente “Democracia Española”, reprimida a pulso por el régimen de Franco,
pero ansiada con más fuerza por las gentes progresistas de la época. Nuestros
pensamientos y nuestros corazones eran ya democráticos. “Actuábamos con
planificaciones programadas en discretas asambleas”.
Los barrios
comenzaron a organizarse, y casi todos habían puesto en marcha ya su Asociación
de Cabezas de Familia. De tal manera que los barrios zaragozanos de
Valdefierro, La Bozada, Oliver, Delicias, Miralbueno, La Química (hoy La
Almozara), Arrabal-Ranillas-Picarral, La Jota, Barrio de Jesús-Vadorrey,
Tenerías, Las Fuentes, Bajo Aragón-Montemolín, San José, Colón, Torrero-La paz,
Torrero-San Eugenio, Torrero-Pinares de Venecia, y Casablanca, comenzaban
“apretando” con sus demandas a las Autoridades Públicas. No todos estuvieron en
un principio, pero sí todos estuvieron después.
Y se crearon
los “puntos de ajuste” de este cinturón con la creación de los Polígonos
Industriales concebidos en los Planes de Desarrollo del Régimen. La industria
avanzó y con ello la conciencia de las gentes. La importancia del trabajador en
la marcha política de la nación se fue afianzando. Las gentes comenzaron a
hacer valer sus derechos, y a empujar para que se crearan otros muchos. Entre
ellos el derecho a asociarse libremente, a manifestarse, y a la huelga, como
mecanismos de regulación del sistema capitalista. La historia zaragozana
avanzaba y ya no tendría marcha atrás. Ya nunca sería igual. Todo comenzaba a
ser diferente.
(NOTA: Si se desea ver de qué situación
socio-económica veníamos, se puede pedir en Internet a Google que te enlace
con:
y
entre infinidad de escritos sobre estos temas).
Actual
Parroquia de San Vicente de Paúl.
Misma vida, mismo espíritu, y
misma misión.
Recibimos un
comunicado de la HOAC y de la ZYX adjuntándonos el esquema de un cursillo que
se celebraría en Segovia entre los días 18 al 29 de Agosto de 1.970.
Se trataba de
aunar posturas a la hora de la creación de comunidades cristianas de base. Para
ello era conveniente reflexionar en común y de exponer cada zona de España las
luces y las sombras de su experiencia ante el resto de militantes. Y todo ello
a la luz del Evangelio y de una Teología Misionera nacida al calor de la
doctrina del Concilio Vaticano II.
Según el
esquema que se nos aportaba el título del cursillo era Teología y comunidades misioneras. (1)
La
introducción y el planteamiento del cursillo correría a cargo del teólogo y
sacerdote andaluz, consiliario de la HOAC de Almería, José Domínguez.
Bajo el título
“el cristianismo y la comunidad
cristiana en la época técnica, se hacía y nos hacía estas preguntas:
¿Es posible
definir qué es un cristiano hoy, y qué es una comunidad cristiana?
¿No es una
utopía describir un ideal de vida cristiana en el plano personal y comunitario,
y luego pretender que la realidad vital se acomode a él?
¿Sería mejor
estudiar el dinamismo de la historia humana, o identificar sencillamente el
cristianismo con el humanismo que se va gestando en ella canonizando todos los
elementos?
Si se establece
de antemano un ideal de vida cristiana en el plano personal y comunitario, ¿se
puede considerar la sociología religiosa corriente (que solo estudia el
decálogo entre las creencias y prácticas religiosas y la vida) como válida para
determinar una situación misionera y plantear una auténtica pastoral de misión?
Era una
crítica de la sociología religiosa vigente.
Por otra
parte, la acción del cristianismo en el mundo, y el ideal de la vida cristiana
como meta de su actividad en la historia, tendría unas consecuencias a la hora
de trasformar ese mundo, de tal manera que la meta última del cristianismo
sería precisamente la actuación en la
historia.
El obispo de
Segovia Antonio Palenzuela tomaba la
palabra para ahondar en la idea de qué es ser un discípulo de Jesús y cómo
había que seguirle.
El valenciano
militante de la HOAC, artesano de profesión, cura obrero y creador de una
comunidad cristiana de base en Valencia, Antonio
Andrés Juan, planteaba, ¿qué es una auténtica comunión con
Dios en el Jesús de Nazaret y según el Espíritu? Puesto que la comunión entre
los hombres debía ser una comunión de vida, de bienes y de acción. Los
compromisos de la fe y del bautismo deben de ir en ese triple sentido de
comunión. Hablaba de su propia experiencia y desde su barrio valenciano de
gentes trabajadoras, y emigrantes, llamado como no, el Barrio del
Cristo-Malva-rosa. Comunión de los pobres, porque así fue el Mesías de los
pobres. Para crecer en la comunión era fundamental la Eucaristía en el espíritu
de la última cena de Jesús con sus discípulos.
(Nota: Antonio moría el mismo día que el
también cura obrero Wirberto Delso Díez, y ambos recibirían sepultura el día 23
de Abril de 2.009, día de San Jorge. En Noticias Obreras de 1-11-09/15-11-09,
nº 1.491, sus compañeros de la HOAC le
recuerdan así: “Antonio, hijo de padres viejos, “enfant terrible” en la Iglesia
y fuera de ella…, enfermo perpetuo y a veces imaginario…, jesuita frustrado,
sujeto de dos grandes pasiones: Jesucristo y los pobres, estas pasiones concretadas
en su barrio, en sus luchas por la dignidad, al servicio de los más
necesitados, vecino y ciudadano ejemplar… Martillo de herejes, hereje golpeado
por el martillo de otros martillos de herejes, callo en el dedo gordo de los
obispos, bufón (así lo decía él) de jerarquías eclesiásticas, hoacista
cumplidor estricto (no se perdía nada), pero rebelde y auto marginado, padre
espiritual del equipo Barrio del Cristo-Malva-rosa, pozo de sabiduría cristológica, director
espiritual de jóvenes, viejos y vírgenes consagradas, penetrador del ser
humano, comprendedor de la gente incomprendida e incomprensible, queriendo a
cada uno como era, visitador de convictos encarcelados, amante espiritual de la
soledad, confesor público de sus propios pecados: “a mí lo que me pasa es que
no amo bastante a Dios”. Todo eso y más”).
El Consiliario
nacional de la HOAC, Antonio Martín, plantearía
el tema desde el punto de vista del pueblo. Había que ir al pueblo, hacerse del
pueblo, y ello de una forma permanente y definitiva. Y se preguntaba: ¿Quién es
el pueblo sociológica y teológicamente hablando? Hay que ir al pueblo
sociológico para que sea pueblo de Dios. Y el pueblo sociológico tiene su
propio esquema de valores (materialismo). Y hay que tener en cuenta la
situación institucional en cuanto a lo económico, lo social, lo cultural, lo
político y lo religioso.
Volvía a
intervenir Domínguez planteando cual
era la tarea de la misión. Hacía falta una etapa previa a la evangelización
cristiana. Había que crear una comunidad humana, incentivar la maduración
social, la psicológica y la moral para vivir “el Evangelio de la triple
comunión”. Comunidad de vida, de bienes y de acción.
Posteriormente
vendría la tarea propia de la evangelización: la creación de una comunidad
cristiana, con las motivaciones cristianas, y con la ética cristiana. Catequizar suponía convertir la comunidad
cristiana en comunidad de testimonio y compromiso.
El sacerdote y
teólogo murciano Fernando Egea planteaba
y contraponía los ideales cristianos y las realidades actuales. Comunidades
tradicionales de religiosos frente a las nuevas comunidades cristianas de base.
Exponía las contradicciones de la Iglesia: por una parte la masa de bautizados,
por otra parte el objetivo era ¿sacramentalizar o evangelizar?..., ¿el culto al
servicio de la misión?..., ¿evangelizar o humanizar?... ¿El trabajo de los
presbíteros o el apostolado libre?... ¿Obras apostólicas o solo comunidades?
Nuevamente Domínguez planteaba las comunidades de
base como respuesta misionera. Y se preguntaba ¿las comunidades de base, son
realmente respuesta? Y venía a pronunciarse sobre la necesidad de una promoción
de cristianos, de si debíamos ser fermento en la masa, luz y sal en el mundo,
germen en comunidades con nuevo estilo, comunidades de base y misión con
obreros, campesinos, e industriales, bachilleres y universitarios, clases altas
y medias.
El teólogo Alfonso Álvarez Bolado hablaría sobre
los presbíteros y las comunidades de base.
Y el Padre Llanos venido desde su comunidad
madrileña del Pozo del Tío Raimundo expondría su reflexión sobre “las
comunidades de base y el futuro del presbiterado”. Cual sería la figura del
sacerdote en el futuro. Qué papel tendrían las comunidades cristianas en la
configuración del nuevo tipo de presbítero. Desde donde se haría el
reclutamiento de candidatos al presbiterado.
“Las
comunidades de base y el futuro de la iglesia. Realismo y esperanza cristiana”.
Decía: el cristianismo es difícil, ¿cual será el futuro de la Iglesia?, ¿los
que se quedarán atrás?, ¿el destino de los profetas?, ¿la pasión por el número
(muchos, pocos)?, ¿será necesario aceptar la diáspora misionera?, ¿superación
del fracaso?, ¿salvación individual y vocación misionera? Reflexiones que hacía
desde una vida pobre y austera el veterano sacerdote jesuita José María Llanos.
Con el fin de abortar aquel ejemplo de vida en el Pozo del Tío Raimundo, tanto
el Régimen Político como las Jerarquías Eclesiásticas le propusieron
importantes cargos públicos que él rechazó.
Tomás Malagón expondría todo un
programa de Teología bajo el título “para
una catequesis de adultos (actual). Nueve temas con los siguientes
capítulos:
-
Dios en la existencia cristiana
-
Ateismo moderno
-
El Dios en quien no creen
- Lo que puede hacer la razón humana para pensar de algún
modo a Dios
-
El Dios de la Fe
-
Humanismo y ateísmo.
Además había
una serie de seminarios para desarrollar por grupos libremente elegidos.
Llegado el
momento nos fuimos para Segovia los sacerdotes zaragozanos Martín R. R.,
Wirberto Delso Díez, Alfonso M. S. y Laureano Molina Gómez.
Fueron once
días intensos. Por la mañana cuatro charlas. Por las tardes los seminarios
monográficos por grupos. Al final de la jornada teníamos la celebración
eucarística vivamente participada. La casa de Ejercicios Espirituales del
Arzobispado de Segovia y alquilada por HOAC-ZYX, estaba a rebosar de sacerdotes
y militantes cristianos. Los descansos eran los estrictamente necesarios.
Solamente por las tardes teníamos un rato libre para visitar la ciudad..
La casa del
cursillo estaba muy próxima al inicio del Acueducto de Segovia, por lo que una
tarde fuimos hasta el lugar donde arrancaba el acueducto. Para mí supuso una
pequeña desilusión, pues en la parte superior del acueducto no hay mas que un
pequeño canalillo de mas o menos unos 0´50 x 0´50 m., si mi recuerdo no me
traiciona. ¡Tan inmensa obra para tan escasa conducción de agua! Claro que el
agua procedente de la sierra, limpia y fresca, atravesaba por medio de ese
magnífico puente el barranco, en su día, que rodeaba a la ciudad, y que por
encima de sus murallas llegaba para saciar la sed de los ciudadanos de la
época.
(Ver Acueducto en:
Pasear al
atardecer por la ciudad, es una gozada. Ver la puesta del sol a través de los
arcos del acueducto es un espectáculo. Sus piedras se tornan de un color oro
ligeramente tirando a rosado que cautivan. San Esteban, casa de Los Picos, la
Catedral y el Alcázar era un paseo obligado.
Casa de los Picos. // Iglesia
de San Esteban de Segovia
Terminó el
cursillo y decidimos conocer Ávila y Toledo. El viaje fue penoso por el intenso
calor que hacía esos días. Un bochorno insoportable. Los vientos procedentes
del desierto africano del Sahara quemaban los cuerpos. Con las ventanillas del
coche cerradas, te ahogabas; y si las abrías, te asfixiabas. Pero Ávila y
Toledo bien merecían un sofocón. Las dos ciudades, cada una en sí misma, son
una maravilla.
Actividad
en el barrio
Al principio
en casa nos organizamos como pudimos. Mientras estuve libre de un trabajo
sometido a un horario, era yo quien compraba y hacía la comida. Aunque eso sí,
todos limpiábamos por turnos la vivienda.
Nuestras
comidas eran de lo más económico: legumbres, arroces, patatas, verduras, bajos
de cordero cocinados en estofado, así como ternera estofada, algo de pescado
(sardinas), panceta y derivados del cerdo. El hígado de ternera asado a la
plancha y aderezado con aceite crudo de oliva y ajo picado, era para nosotros
un manjar. A los sorianos Emilio y Fermín les gustaba mucho hacer “torrezno”,
cortezas de cerdo fritas y crujientes. Les encantaba. Eran comidas fuertes de
jóvenes trabajadores y procedentes de tierras de la fría Soria. En una olla
exprés hacíamos cada cocido que…, eso, que quitaba el hambre y alimentaba
estupendamente.
Dormíamos lo
justo, porque nuestras actividades socio-políticas-apostólicas se hacían al
caer la noche. Además bastantes veces había que colaborar con partidos, sindicatos,
grupos vecinales y con nuestras actividades de HOAC y de JOC en reuniones, y
arrojando octavillas informativas por los barrios y por la ciudad en general.
Era nuestra prensa clandestina. Por eso nuestro lema elemental era: “a menos
dormir, más comer”.
Por otra parte
en casa teníamos nuestra puesta en común y nuestras reflexiones entorno a la
Eucaristía que celebrábamos con nuestro pan y vino de nuestras comidas
habituales. Era nuestro encuentro especial e íntimo de nuestra familia
cristiana. Además cada uno estaba insertado en un equipo de la HOAC compuesto
por militantes especialmente de los barrios. Se producía una corriente de ideas
y compromisos que iban de casa al equipo, del equipo al barrio, y desde los
barrios se presionaba constantemente a las autoridades eclesiásticas y civiles
con la intención de mejorar las condiciones de vida de las gentes trabajadoras.
Y así un día y otro día, noche tras noche, se lograba avanzar en el despertar
de las conciencias de los vecinos.
El cinturón
humano de los barrios apretaba a las autoridades con sus denuncias y
exigencias. Comenzaba a ser corriente las manifestaciones, la policía en la
calle, el sonido de las sirenas de los coches policiales, sanciones
gubernativas, noches en Comisaría, solidaridad vecinal, ocultación de gentes
huidas de la policía en las casas de los militantes, libros clandestinos,
trabajos especializados multicopiados y distribuidos de mano en mano…
Nosotros
disponíamos de un instrumento muy importante para la concienciación de las personas.
Eran los libros ZYX de temas actuales y de precios muy asequibles para la gente
trabajadora. Se leía y se discutía en grupos, asambleas, ateneos, en todo
tiempo y lugar. Vivíamos a tope, porque trabajábamos a tope.
Todo lo que
ganábamos lo poníamos en común. Cada uno gastaba según su criterio y según sus
necesidades. Pero observamos que aquel proceder no era suficiente, no era
eficaz, el dinero de todos apenas si llegaba a final de mes. Reflexionamos y
llegamos a un acuerdo: procederíamos según el presupuesto que decidiéramos
todos. Tanto para comer, tanto para gastos de casa, tanto para libros y
actividades personales, y si alguien necesitaba algún gasto especial por alguna
circunstancia debería ser la comunidad la que le diera el visto bueno. Y aquello
resultó. Al llegar a final de mes empezaba a sobrarnos dinero. Ayudábamos a
otros equipos, teníamos ahorros para gastos de desplazamientos para realizar
cursillos, Incluso llegamos ahorrar suficiente dinero y comprar una nueva
furgoneta Citroen 2cv., que pusimos a nombre de la ZYX en Madrid. Nuestra
disciplina económica comenzaba a dar sus frutos. Y nuestra flamante furgoneta
llegaría a hacer un buen servicio. Gastaba poco, corría poco, cargaba mucho, y
era resistente y fiel, imagen de como ha sido siempre el trabajador en la
historia obrera.
La furgoneta Citroen 2 CV Azul de la factoría Citroën
Hispania. 1958. Vigo. Utilizada en las décadas 60s. y 70s, especialmente por Correos y Telefónica.
Llegó un momento en el que hacer la comida
fue también cosa de todos. Todos aprendimos a cocinar. Especialmente nos ayudó
un vecino que venía por nuestra casa muy a menudo porque decía que se
encontraba a gusto con nosotros. Estaba casado y tenía una niña. Tanto su mujer
como él eran andaluces. Ella era discreta, serena, eficaz. “mujer de su casa”,
un encanto de mujer. Él era de profesión etnólogo y trabajaba en una
cooperativa vinícola de Cariñena. Pero tenía también el Carnet de Hostelería
como cocinero. Nos enseñó a cocinar. Nos practicó unas recetas de poco coste,
pero ricas en sabor y valor nutricional.
Nuestra espiritualidad
Intentábamos
ser fieles a los principios de la HOAC nacidos del ejemplo de Jesús de Nazaret,
de la comunidad que él creó con sus discípulos. (2)
Una
comunión perfecta de vida: “Jesús,
conoce a sus discípulos y se da a conocer; los acepta como son, con sus
defectos, fallos, carácter, temperamento, y les ofrece su amistad”.
“Comparte sus sufrimientos y sus alegrías
en el cumplimiento de la misión confiada por el Padre”.
“Recibe de ellos la confesión de sus
vidas”.
“En diálogo permanente les explica el
misterio del Reino de Dios y su misterio personal, y provoca en ellos una
adhesión firme a su persona y a su mensaje. Así, en la comunión de vida, crea
la fe en la comunidad naciente”.
“La fe es alianza con Cristo, que incluye
la entrega sacrificada y desinteresada a Cristo y a los hermanos. Fe señalada
por el bautismo, que se expresará en la vivencia del Cuerpo Místico, en la
realización de la humildad-servicio”.
“Comunidad
perfecta de bienes: Jesús pone en
común con ellos todo lo que tiene hasta el poder de hacer milagros. Les
introduce en la práctica de la pobreza-comunión de bienes y les lleva a la
vivencia del Mandamiento Nuevo, del amor cristiano, que en frases de Pablo es:
actuación de la fe-entrega-servicio. Amaos los unos a los otros… En esto
conocerán que sois mis discípulos”. (Gl, 5,6 y Jo. 13, 34-35; 15, 12-17; 1ª Jo,
1, 4 y 2,8).
“Comunidad
de acción: experiencia que proporciona
a sus discípulos en el anuncio y en la realización del Reino de Dios. Les hace
crecer en la capacidad de sacrificio que hace falta para ello. Les prepara para
que sean capaces de aceptar las humillaciones, persecuciones, sufrimientos,
incomprensiones, incomodidades, y la muerte por el Reino de Dios y su
Justicia”.
“Les enseña a negarse a sí mismos, a
renunciar a sus intereses personales y a sus caprichos, a su situación humana,
y a los gustos personales”.
“Para templarlos en el sacrificio por el Reino de Dios les muestra la
gran esperanza que les aguarda: la vida, el Reino definitivo”.
A través de
todo el Evangelio se ve que Cristo quiere que su iglesia y dentro de ella cada
comunidad particular y cada grupo sea una comunidad de pobres de Javhe.
Su “programa”
quedará establecido especialmente en los ocho principios fundamentales
evangélicos. Escalones que hay que subir uno tras otro en orden a conseguir el
objetivo final: “ser fiel a la construcción del Reino de Dios y su Justicia”.
Programa que
no es otro que las ocho Bienaventuranzas que se relatan en el Evangelio de
Jesús.
Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos
es el Reino de los Cielos. (1ª)
La pobreza: pobre es el
que está dispuesto a perder lo que tiene y lo que no tiene. Desprendido y libre
de todo ha de estar el militante. El desprendimiento se pone de manifiesto por
la capacidad de comunión, en la facilidad para la pobreza actual. Pobreza
espiritual sin comunión, no existe. Si hay pobreza espiritual, al ver a Cristo
en los demás, ¿cómo no comunicar lo que se tiene? Cuando no hay comunión, no
hay desprendimiento. Por eso, la comunión lleva necesariamente a la pobreza.
Pobres de espíritu son
los pobres reales, conscientes, libres y voluntarios, que por amor a Dios,
confianza en Él, por amor a los hombres especialmente a los pobres
sociológicos, y por imitación a Cristo, eligen vivir en la pobreza, como
encarnación y testimonio. El valor de esta pobreza no está en la privación sino
en el amor, que lleva a través de la comunicación constante de bienes a la
plena comunión.
Para ser pobre de
espíritu se puede partir de la situación de riqueza o de la situación de
pobreza sociológica. Lo importante es la comunión, y a ser posible la comunión
total de bienes como expresión de amor. Los pobres sociológicos, en general,
pueden estar sicológicamente mejor preparados para entender y realizar la
comunión que los ricos. Lo que no es compatible con la pobreza evangélica es un
desprendimiento exclusivamente interior que no se manifiesta en la comunión.
Estoy transcribiendo al pie de la letra unos apuntes
cogidos a mano de lo que Tomás Malagón entendía como genuino el sentido de las
bienaventuranzas.
Era el sentido de las bienaventuranzas
que en la doctrina de la HOAC se tenía
muy presente. Por eso quiero conservar tal cual lo que entonces aprecié y
sentí. Cada uno que lea entre líneas y saque las conclusiones que estime
oportuno.
Bienaventurados
los mansos porque ellos poseerán en herencia la tierra. (2ª)
La mansedumbre: parece que el diablo se
empeña en rodear de palabras feas las realidades más hermosas. “Manso” en
castellano suena un poco a tonto. En latín suena peor: “mitis” (blando). El
francés lo acaba de arreglar: “douce”. No digamos de los misales que nos
traducen: “bienaventurados los dulces”… Sin embargo la mansedumbre es una
virtud de fuertes: es la no-violencia activa acompañada de espíritu de amor. Es
no contestar a la violencia con violencia, y hacer esto por amor. Es renunciar
al mismo derecho que en ocasiones podemos tener como cualquier otro. Es
renunciar a la violencia pero caminando firmes a donde tengamos que ir, lo cual
no es ceder. Es estar dispuesto a hacer todo lo que haga falta hacer. No quiero
decir que la violencia sea injusta, sino que el cristiano no debe tomarla como
sistema. Defender siempre al “apaleado”. Huir de la fuerza bruta.
Esto supone mucho dominio de sí mismo y
de las circunstancias. Hace falta mucha fuerza para practicarlo. Tenemos un
ejemplo maravilloso en Gandhi con el empleo de la mansedumbre, que llegando a
veces a ofrecer los indios sus cuerpos limpios a los disparos de los ingleses,
fue la India la primera nación que obtuvo la independencia de Inglaterra.
Gandhi decía que esto lo aprendió del Evangelio.
Ortega y Gasset manifestaba: Cristo al
decir que “a quien te hiere en una mejilla, ofrécele la otra” instauraba una
forma superior de cultura. Ortega distinguía tres períodos en la historia del
mundo: a) Exaltación de la fuerza
bruta, era un período de glorificación de la violencia (recordemos la
prehistoria, las epopeyas…, así es como nacieron muchos títulos nobiliarios
conquistando territorios de otros). b) En
un segundo período se justifica la violencia sólo como defensa. En este caso,
si hay que hacer violencia, se tratará siempre de justificarla (por ejemplo,
teólogos justificando las guerras de Indias; Hitler y las teorías del espacio
vital de los alemanes). c) Después
aparecería una forma superior de cultura, la que se caracteriza por la no
violencia. Es precisamente lo que hizo Gandhi. Y si lo hubiera conocido habría
dicho otro tanto de Luther King, que sigue con valentía este método en la
defensa de los derechos de los negros.
La mansedumbre es esta no violencia
cuando va acompañada del amor y con el fin de defender la justicia.
Los “mansos” pues, no son los bonachones,
ni los resignados. Cristo es el modelo supremo de mansedumbre, sobre todo en su
pasión y muerte. La mansedumbre evangélica es aquella actitud que implica más
respeto hacia los demás, y más fortaleza. Es la actitud de fortaleza de los
mártires y santos cristianos. Esta fortaleza está muy cercana a la humildad
como servicio responsable a los demás. Se opone a la soberbia, al orgullo, a la
altivez, a la cobardía, a la insolencia.
Los grupos y comunidades de pobres
evangélicos deben caracterizarse también por esta mansedumbre-fortaleza como
actitud colectiva. En una sociedad de personas responsables, es una actitud
básica.
Esta será una de las virtudes más
sobresalientes de la cultura humano-comunitaria que pretenden construir los
hombres de hoy.
A una sociedad de “vicentes” y
“borregos”, le prestarán un gran servicio estos grupos de “pobres-mansos”,
sobre todo, si reúnen las condiciones exigidas por las bienaventuranzas para
ser pobres evangélicos.
Se agolpan en mi recuerdo
innumerables hechos que después de haber sido trabajados por cristianos de JOC
y de HOAC, instruyendo, preparando y movilizando a las gentes, llegaba algún
partido político, todo ello en la clandestinidad, y “capitalizaba” en su
provecho las acciones emprendidas por otros. Naturalmente nos sabía “a cuerno
quemado”. Pero los cristianos no nos rendíamos nunca, callábamos, pero
seguíamos avanzando. Otro tanto ocurría en las asambleas de barrios:
preparábamos con todo detalle las reuniones, y llegaban “los de siempre”, y
desde distintos rincones de la reunión, llevaban “el agua a su molino”. Esto
era tan corriente que en la ZYX se organizó un cursillo de estrategias y
tácticas en el “tratamiento” de multitudes. Evidentemente teníamos muy presente
aquello que decía Jesús “Los hijos de las tinieblas son más sagaces que los
hijos de la luz”. (Luc., 16, 8). Y añadía: “Sed cándidos como las palomas y
astutos como las serpientes”.
En teoría copiábamos la estrategia del Partido Comunista: “unos
mantenían una afirmación, otros (pero del mismo grupo camuflado) sostenían lo
contrario, al final aparecían los que expresaban una síntesis de ambas posturas
dejando a todos contentos”. Era lo que se pretendía.
El partido Comunista decía: “Esto es así. Pero esto podría ser de otra
manera, debería ser de otra manera. Luego esto será de otra manera”.
Los de la JOC y los de la HOAC decíamos “la realidad es así. Pero a la
luz del Evangelio debería ser de otra manera. Luego la realidad será de otra
manera”. En el fondo esto era la revisión de vida. Cada uno y en grupo hacíamos
nuestros compromisos en nuestras reuniones, y salíamos a la calle a ponerlo en
práctica, fortalecidos además por nuestras Eucaristías fraternales y
comunitarias.
Y en el sentido de la mansedumbre insinuada anteriormente recuerdo en
especial a dos militantes de la HOAC, (en realidad había muchos), Enrique
Subiza y el compañero Aquilino. Enrique, casado con María, con dos hijas y un
hijo, era el prototipo de lo que se dice en esta bienaventuranza. Era un hombre
discreto, callado, observador, eficaz y responsable en todos los compromisos
que asumía aunque fueran de lo más insignificantes; sonreía siempre, no se
enfadaba nunca, pero aquello a lo que se comprometía lo cumplía. El amigo
Damián V. V., delegado de la ZYX en Aragón, no encontró mejor casa para
hospedarse que la casa de María y de Enrique. Aquilino, (no recuerdo su
situación familiar), parecía un hombre “insignificante”, que pertenecía a los
“Equipos del Dolor” de la HOAC. Siempre calladamente, discretamente,
pacientemente (a pesar de su propia enfermedad), visitaba asiduamente a los
compañeros enfermos, a vecinos del barrio de Torrero, a todos los que podía
acompañar, animar, asistir, y con los que siempre se solidarizaba, y estaba
siempre a lado para lo que hiciera falta. Sus vidas, la de estos militantes,
eran siempre servicio incondicional a su prójimo.
Bienaventurados
los que lloran, porque serán consolados. (3ª)
Los que lloran: los que resultan ser
víctimas de la injusticia. Entre ellos principalmente se encontrarán los
dispuestos a luchar por la justicia: las víctimas del mal son las mejor
preparadas para combatirlo.
El sufrir y el llorar, al menos
interiormente, es otra nota característica de los pobres. Cuando no hay llanto,
dolor, sufrimiento, persecución, incomprensión es porque no se han tomado en
serio las exigencias de la pobreza evangélica. Siempre que se tomen en serio estas
exigencias, necesariamente se choca con los ambientes, instituciones, y
estructuras, y en seguida aparecen la cruz y el sufrimiento. “Todos los que
quieren vivir religiosamente con Cristo Jesús, padecerán persecución”, dice San
Pablo (2Tim. 3, 13).
Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. (4ª)
La justicia, bíblicamente, es el
ajustamiento de todas las cosas, personas e instituciones, es el plan de Dios.
Abarca desde la justicia que se refiere a los bienes económicos y culturales,
hasta la justicia que consiste en la vida de Gracia, en la Santidad y en la
Alianza con Dios. Todo lo que los hombres designan con la palabra justicia cabe
dentro de la justicia bíblica.
Según esto, la tercera característica de
los grupos y comunidades cristianas es experimentar el deseo de que se realice
la justicia, con la misma ansiedad y angustia con que el hambriento y el
sediento desean comer y beber. Esto supone que estén siempre dispuestos a
realizar el Plan de Dios, de manera que también ellos puedan decir con Cristo:
“Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió”. (Jo. 4, 34).
Se exige pues, el espíritu de lucha en un
cristiano cuando se trata de defender el Plan de Dios. Es la construcción del
Reino de Dios y de su Justicia que comienza ya aquí en la tierra.
Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. (5ª)
Los misericordiosos, es decir, los que
tienen entrañas de misericordia.
Hemos de ser, o de los que lloran, o de
los que se con-padecen con los que sufren. Los que padecen con los que lloran,
es otra forma de llorar.
Según la Biblia, es misericordioso aquel
que sin ser víctima de una situación, comparte la suerte de las víctimas. El
ejemplo de la misericordia es Dios, que sin ser víctima del pecado y sus
consecuencias, ha querido que su Hijo comparta con nosotros el ser víctima.
La exigencia de esta bienaventuranza es
muy seria en un mundo de hambrientos y de analfabetos, en el que la mayor parte
de los hombres están excluidos de una participación humana en los bienes del
progreso y de la cultura, sin
posibilidad real de hacer oír sus voces en el ordenamiento cívico y económico.
Ser misericordioso en las grandes
ciudades debería llevar a los cristianos a compartir la suerte de los que viven
en los suburbios, y de todos los marginados de la sociedad. Ser misericordioso
nos debería llevar a compartir las situaciones infrahumanas de los campesinos.
Ser misericordiosos supone tener una
conciencia aguda de los problemas de los demás, y luchar con todas las fuerzas
por resolverlas.
Bienaventurados
los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. (6ª)
Limpios de corazón son los que no buscan
“su medro”, no se buscan a sí mismos, ni su interés, sino que buscan la
voluntad de Dios.
Limpios de corazón que se podría traducir
por “honrados”. Son aquellos que teniendo siempre buena fe o buena disposición
hacia todos los hombres, piensan, hablan, y actúan en consecuencia. La limpieza
de corazón es lo contrario de la hipocresía y del fariseísmo. La limpieza de
corazón, cuando Cristo habla de ella en el Evangelio, siempre es a propósito de
los fariseos que no limpian su corazón. (Mt. 23, 25-28; 15, 10-20. Mc. 7,
14-23).
Cuando se procede con limpieza de
corazón, entonces se experimenta a Dios de manera privilegiada en el prójimo.
Esta bienaventuranza exige que las
comunidades y grupos cristianos, y por tanto, las personas que las integran,
estén siempre atentas al amor y al respeto de las personas con una gran
sinceridad y autenticidad.
Lo que nos dice el Señor en Mt. 5, 21 y
ss; 7, 1-5. Lc. 6, 39-45, puede ser un comentario de la limpieza de corazón.
Igualmente muchas de las
exhortaciones de San Pablo al huir de
las obras de la carne y realizar las obras del Espíritu. (Ef. 4, 17; Gal. 5,
13: 6, 10; Col. 3, 5-15).
La limpieza de corazón incluye la
castidad, pero va mucho más allá de la castidad.
Bienaventurados
los que hacen la paz. Porque ellos serán llamados hijos de Dios. (7ª)
La Paz, que es el resultado de la
Justicia y no de la tranquilidad que viene de tranca. Esforzarse por la paz es
implantar la justicia. Así es el militante: enamorado de la paz y se esfuerza
por ella.
Los pacíficos, es decir los que hacen
obra de paz basada en la justicia. “Opus iusticiae pax”. Cuando hay justicia,
brota la paz.
Los constructores de la paz son aquellos,
que por todos los caminos, buscan la auténtica paz con Dios y con los hombres.
La paz es la expresión de la vida en la
alianza-comunión. La paz bíblica es el fruto de la promoción de la
verdad-fidelidad contra la mentira-traición; de la promoción de la justicia
integral y colectiva; de la promoción de la libertad personal y comunitaria de
familias, grupos humanos, países, etc.; de la promoción del amor sacrificado y
desinteresado de los hombres. Construir la paz, en definitiva, es luchar
constantemente por la promoción integral y colectiva de todos los hombres,
haciendo que las estructuras e instituciones hagan posibles el que todos los
hombres que la integran estén al servicio de sus hermanos en el orden
económico, cultural, político, social y religioso.
Solo los que construyen la paz de esta
manera serán hijos de Dios y reconocidos por tales por Dios y por los hombres.
Bienaventurados
los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
Cielos. (8ª)
Esta es la bienaventuranza de aquellos
que desarrollan una acción de defensa de la justicia porque no se avienen con
la injusticia. Las “condecoraciones son crucifixiones por delante”. Pero hay
también condecoraciones por detrás. Para obtenerlas hay que hacer méritos, y
estos méritos son la acción por la implantación de la justicia.
¿Qué se entiende por justicia?
La justicia en la Biblia es un concepto
muy complejo. Aplicada a Dios en el Antiguo Testamento, viene a significar
justicia y fidelidad, una justicia que era su fidelidad. Entre los judíos,
decir que Dios es justo, era también decir que era fiel. No sin razón Dios no
puede ser justo con justicia conmutativa. La justicia conmutativa es la que da
a cada uno lo suyo; supone un derecho, tener algo propio. Pero ante Dios ¿qué
es la justicia?
Pero además, la justicia conmutativa
supone acomodarse a una norma externa. Pero acomodarse a una norma externa
tampoco es posible a Dios. Por eso solo hay una manera de que Dios sea justo:
ajustándose a sus promesas, siendo fiel.
De esta justicia participa el hombre
cuando se acomoda y ajusta a las promesas, a los planes de Dios, cuando es
según el corazón de Dios. Esta justicia incluye, claro está, el realizar la
justicia conmutativa, pero la rebasa y desborda. Se trata de acomodarse a los
planes de dios y realizarlos, sobre la vida personal y social del hombre,
buscando la justicia en sí misma y en el entorno.
Buscar esta justicia es la octava
bienaventuranza, que es la decisiva, la síntesis. Pero para llegar a realizar
esto hay que recorrer las otras siete, que son como el bagaje del militante.
El Señor preparó psicológicamente a sus
discípulos para aceptar la persecución. Al intentar impregnar el mundo
empecatado con los criterios de la justicia bíblica, necesariamente se produce
persecución.
En este sentido es aleccionador la mala
“aventuranza” de San Lucas, (1, 6-26), que dice: “¡Ay de vosotros cuando todos
los hombres hablen bien de vosotros, porque de este modo trataron sus padres a
los falsos profetas!”.
Ezequiel califica de falsos profetas a
los que engañan al pueblo con mentiras (Ez. 13, 1-23) y especialmente a los que
extravían al pueblo diciendo: “Paz, cuando no hay paz” (Ez. 13, 10).
Construir la paz cristiana trae la
persecución y las tensiones (Mt. 10, 34-36). Luchar contra el mundo en el
sentido ético-peyorativo que tiene con frecuencia en San Juan como conjunto de
hombres, que no viven las consecuencias del pecado, sino que lo legalizan en
sus instituciones código-sociales y religiosas, necesariamente producen el odio
y la persecución (Jo. 15, 18-27
a 16, 1-4).
La suerte de los discípulos será como la
de Cristo: la persecución (Mt. 10, 16-32).
Las bienaventuranzas nos deben excitar a
poner en marcha pequeñas comunidades de testimonio y de compromiso, que cumplan
dentro de las comunidades más amplias y dentro de la masa cristiana, y del
conjunto de todos los ciudadanos, la función de fermento, para que la iglesia
se acerque cada día más al ideal de la Iglesia de los Pobres, es decir, al
ideal de la Iglesia constituida por los Pobres según el Evangelio expresado en
las bienaventuranzas.
Las ocho bienaventuranzas no se refieren a distintas personas. Ni son
un catálogo de virtudes. “Lo que pretenden es enseñar cómo deben ser las
comunidades y grupos cristianos, destacando de forma esquemática los
principales rasgos de su vida comunitaria”.
Todo esto era lo que sostenía y vivía Tomás Malagón con “su alma gemela
y complementaria, Guillermo Rovirosa”. Así se compenetraban y así actuaban los
dos, y con ellos los hombres fundadores de la HOAC, y todos los que siguieron
en aquella dinámica espiritual y social de compromiso. Los demás intentábamos
ser imitadores del ejemplo que nos daban.
Tomás Malagón venía a decir, el problema es este:
Nuestro mundo es injusto, profundamente, sustancialmente injusto, y no
solo los individuos, sino especialmente las estructuras.
Ahora bien, los cristianos estamos metidos y complicados en estas
estructuras. Luego algo hay que hacer. Y recordaba a José María Díez-Alegría
cuando decía: “No todos podemos hacerlo todo. Pero todos tendríamos que hacer
algo. Y me parece que casi todos tendríamos que hacer algo que no hacemos”. (Díez Alegría: conferencia titulada “Cristianismo y
Revolución”. Asís (Italia). 1.967). (2)
Las
Esclusas del Canal de Aragón en Casablanca y central eléctrica en paralelo y en
el mismo lugar.
Nuestras
actividades
Una de las
primeras cosas que hicimos, una vez estuvimos instalados en casa, fue ir a ver
a los dos sacerdotes, PP Paúles, de la parroquia. Nos presentamos, les dijimos
por qué habíamos ido a vivir allí, y qué era lo que pretendíamos, y que por su
puesto nos poníamos a su disposición.
Nos
comprendieron perfectamente. La penuria de los medios con qué contaban las
instalaciones parroquiales, su espíritu de pobreza y entrega, y por nuestra
parte nuestras buenas intenciones, hicieron que aquellos sacerdotes nos
aceptaran inmediatamente. Éramos bienvenidos, y todo lo que tenían lo ponían a
nuestra disposición: una capilla en un local de la antigua tejería, y una
especie de saloncito anexo. El exterior estaba compuesto de un gran terreno de
charcos y de barro cuando llovía, y de polvo cuando el cierzo arreciaba.
Pronto
vendrían las reuniones, la manifestación de problemas, las ansias por
resolverlos, las comisiones que se crearían para solucionarlos, escritos y más
escritos dirigidos a las autoridades, y la insistencia oportuna e
importunamente ante esas autoridades.
Nosotros
disponíamos de dos máquinas de escribir “olivetti”, que muy pronto empezaron a
calentarse por el uso que les dimos. Emilio era un buen mecanógrafo, y Martín y
yo hacíamos lo que podíamos. Fermín y Berta también tuvieron que adiestrarse en
la mecanografía. Los papeles de calco, y los folios llamados de “papel
cebolla”, nos permitían hacer simultáneamente varias copias.
Empezamos a colocar
escritos convocando a reunión en la Parroquia, por las tiendas del barrio: la
tienda de comestibles de la señora Margarita y de su marido Enrique, la
carnicería del señor Vicente, la panadería del barrio, el bar del Manolo, el
Vegé Alimentación, además de la puerta de la Capilla.
La novedad
hizo que acudiera bastante gente. Además se había corrido por el barrio,
pequeño en aquellos tiempos, que unos jóvenes habían venido a vivir allí. No
era una familia normal, sino que estaba compuesta por cuatro hombres y dos
mujeres, y que además estaban en conexión con la Parroquia.
La gente se
arrancó expresando los problemas y carencias del barrio. Se debatían y
concretaban. Se tomaba nota, y se insinuaba hacia qué departamentos del
Ayuntamiento, Gobernación Civil, Educación y Ciencia, etc…, deberían dirigirse
los escritos.
Para cada tema
se creaba una comisión. Cada comisión preparaba los escritos y era quien los
presentaba en los organismos oficiales pertinentes. En la reunión siguiente
daban cuenta de la buena o indiferente acogida del problema presentado. Y así
se insistía una y otra vez.
Como muestra
de las citaciones que se hacían copiamos textualmente la siguiente:
“CONVOCATORIA A LOS VECINOS
PRESIDENTES DE ESCALERA
Al objeto de canalizar gestiones, en pro
de un mejor alumbrado público en el barrio es necesario contar con la
conformidad de los propietarios de Fincas, y locales comerciales, o en su caso
con las comunidades de vecinos, en el sentido de que de verificarse nueva
instalación de puntos de luz, los gastos de la misma, en un 50 %
aproximadamente, serán por cuenta de los antes citados propietarios.
Para esta consulta se requiere la
colaboración de los Presidentes de Comunidades de Vecinos, que harán saber la
necesidad de esta mejora, que conjuntamente con otras a realizar, redunden en
beneficio de vecindario, y particularmente en una natural revalorización de las
fincas.
De la urgencia de esta gestión y de su
resultado positivo, se derivará el obtener en su día, y cuanto antes, la mejora
deseada, cursando la oportuna instancia de solicitud al Excmo. Sr. Alcalde
Presidente.
Se cita a los señores presidentes de
Comunidades de Vecinos por ser totalmente necesario e imprescindible su
presencia, para el próximo jueves día 12 de noviembre a las 8´30 h. de la tarde
en el Salón Parroquial.
Te saludamos cordialmente.
UNOS VECINOS DE CASABLANCA”.
Y en cuanto al
problema de escolarización de los niños, se elaboró casa por casa la siguiente
encuesta, cuyo encabezamiento decía así:
“Adviértase a los padres, que los niños
que se inscriben en Escuelas municipales serán trasladados a los grupos a los
que se les designen, en autobús gratuito, con regreso al barrio. La parada del
autobús se designará en su día.
Este sistema puede ponerse en práctica
en el presente curso escolar, hasta la construcción de los grupos escolares de
la Romareda”.
Calle Nº Piso // Nombre, apellidos // edad // Colegio
al que va // Desea ir al colegio municipal // ultimo grado cursado
De momento el
problema se solucionó, y los niños comenzaron a abrirse a la ciudad.
Una de las
primeras cosas que se consiguió fue que Sanidad organizara inmediatamente una
campaña de desratización. Las casas de la calle Embarcadero eran especialmente
las paganas de aquella plaga de ratas. Entre las casas y el Canal no había más
que los huertos que servían de expansión a las ratas del Canal, y de los
huertos a las casas. También hoy en día se ven ratas en el canal, pero ya no
hay huertos, y el cemento e instalaciones de servicios en el barrio, hace que
las ratas se mantengan dentro de su hábitat, las aguas del Canal Imperial de
Aragón.
Las lámparas
con sus sencillas pantallas de plato, fueron sustituidas por hermosas pantallas
de aluminio y luces de neón. Siendo noche, “parecía que era de día”.
Se remodelaron
las aceras y se asfaltaron las calles. “Daba gusto pasear por ellas”.
Se nos informó
que estaba previsto construir unas escuelas junto al Seminario. Todo estaba
rodeado de huerta, pero en cuanto se decidieron a construir todo quedó inundado
de maquinaria para las obras. Se construirían las Escuelas, hoy llamadas,
“Eliseo Godoy”, “Luis Azua”, “Cesáreo Alierta”, “Cesar Augusto”, complementando
estas escuelas se abrieron los colegios infantiles de “Juan Ramón Jiménez”, y
el “Ninos”. Los “Agustinos Recoletos”
también llegarían a construir un gran colegio. Hoy en día ni Casablanca,
ni la Romareda, son lo que fueron.
Pero los
vecinos de Casablanca sabían bien los sudores que tuvieron que pasar hasta
verse plenamente integrados en la ciudad de Zaragoza. Vía de la Hispanidad o
Ronda de la Hispanidad suponía en aquellos tiempos una barrera entre el campo y
la ciudad, entre Casablanca y Zaragoza.
Algunos jóvenes, y no tan
jóvenes, se acercaban por casa, charlábamos un rato y nos animábamos
mutuamente.
Recuerdo un
día de Noche Vieja que del Cuartel de Sanidad, cuyas tapias posteriores, daban
a la calle de la Vía, algunos soldados que estaban “de guardia” (sus compañeros
estaban de permiso en esos días tan señalados), después de “la Retreta”
saltaron las tapias y se vinieron a casa. ¿“No tenéis miedo de que os
descubran”?, les dijimos. Ellos dijeron que se habían puesto de acuerdo con el
Cabo de Guardia para que hiciera la vista gorda. Despedimos el Viejo Año y nos
felicitamos por el que entraba. Comimos algunos turrones, contábamos chistes y
chascarrillos, ellos se lo pasaron menos mal, y nosotros nos lo pasamos bien.
Como despedida uno de los soldados me regaló, yo no quería que lo hiciera, el
grueso cinturón con hebilla de latón y el escudo del yugo y las flechas grabado
que llevaba en su cintura. Todavía lo conservo, y cuando lo veo sonrío.
Además de las
actividades en el barrio estaban las que organizábamos en el centro de la
ciudad durante los fines de semana. Los Ateneos en el Palacio de Fuenclara eran
parte de esas actividades. Trabajadores, estudiantes, algún seminarista y
chicas de la Universidad Laboral del Barrio de Santa Isabel eran los
principales asistentes. Los libros ZYX y los trabajos especializados para uso
privado sobre temas actuales, nos daban pie para aquella máxima de “lee y discute”
de la HOAC. Todos nos lo tomábamos muy en serio.
(Nota: El palacio
de Fuenclara en Zaragoza (España) fue construido en la segunda mitad
del siglo XVI por encargo de don Antonio Agustín, padre del arzobispo de Tarragona
y eminente canonista, transformado en el siglo XVII por sus nuevos inquilinos, los
Condes de Fuenclara. Uno de ellos, Manuel, legó el Palacio al Arzobispo de
Zaragoza para que lo destinara al fomento y desarrollo de una Sociedad
Protectora de Jóvenes Obreros y Comerciantes. En cumplimiento de sus últimas
voluntades se fundaba el 22 de Julio de 1892 el Círculo Católico de Obreros).
(Más
información en: http://www.zaragoza.es/ciudad/urbanismo/arquitect/fuenclara.htm)
Pero además
cada uno de nosotros pertenecíamos a un Equipo HOAC distinto, cuyos componentes
se organizaban voluntariamente. Eran los
equipos de revisión de vida y de acción. Estos equipos eran fundamentales para
caminar al unísono según el Plan de Formación Cíclico de la HOAC. Nos sentíamos
unidos al resto de militantes, y cada cierto tiempo teníamos nuestras Asambleas
Plenarias. En toda España se hacía de una forma similar. Una vez al año se
tenían las Asambleas Nacionales de la HOAC.
En el año
1.964 nació en el barrio de Casablanca Mauricio
Aznar Müller. Por tanto en el tiempo que estamos haciendo estos recuerdos
tenía seis años. Mauricio fue un músico y un poeta aragonés, y como dice
WIKIPEDIA, era líder de las bandas Golden
Zippers, Más Birras y Almagato. Algunas de sus canciones, como
«Apuesta por el Rock and Roll», popularizada por Héroes del Silencio,
han pasado a formar parte del acervo cultural del rock hecho en Aragón. (4)
Murió el 2 de
Octubre del año 2.000.
En la margen
izquierda del canal se encuentra el paseo dedicado a su memoria. Entre el canal
y la calle Embarcadero. (Ver más información
aquí:
Iglesia,
más allá de los clérigos
Alberto Parra nace en Bogotá (Colombia)
en 1.935. Licenciado en Filosofía y Teología por la Universidad Javeriana (Bogotá)
y doctor en Teología por la Universidad de Estrasburgo (Francia). Profesor de
Teología Fundamental y Eclesiología en la Facultad de Teología de la
Universidad Javeriana. Acompañante de comunidades cristianas populares en la
zona de Bogotá. Miembro de la Asociación Ecuménica de Teólogos del Tercer Mundo
y de la Asociación Colombiana de Teólogos “Koinonía”. Alberto escribió “Ministerios
en la Iglesia de los pobres”. Él mismo hace un resumen en el Compendio
de “Mysterium
liberationis”, T. II., de Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino. Trotta. 1.990. (5)
De él saco
algunas reflexiones.
Las comunidades cristianas populares serán
una nueva manera de ejercer el ministerio (servicio) en la Iglesia, en y desde
el mundo pobre, por sujetos materiales que son los pobres de Jesucristo.
Ello no tiene por qué suponer una ruptura
ni con la práctica ni con la teología de los ministerios tradicionales. Pero
tampoco está en continuidad cualitativa con ellos; es una forma
cualitativamente diversa.
Son ministros y ministerios “de base”,
que hay que diferenciarlos de ciertos ministerios que han surgido “de arriba”.
Estos ministerios de “la base” nos llevan
a señalar su origen y su relación múltiple con el drama económico,
socio-político, cultural y eclesial del mundo pobre. Nos llevan a un nuevo
modelo de Iglesia y de sociedad, cuyos sujetos ministeriales, son los
empobrecidos de la tierra.
El Concilio Vaticano II y el papa Pablo
VI nos incitan a transformar esas “órdenes” decorativas (ostiariado, lectorado,
exorcitado, acolitado y subdiaconado), en servicios reales y laicos. Es volver
al realismo primitivo de las primeras comunidades cristianas. Puesto que el
bautismo era una entrada en la Iglesia y un compromiso personal, real y
efectivo al servicio de los demás.
Pero no se trata solo de ministerios
litúrgicos, sino que se trata principalmente de ministerios de misión y envío,
de presencia y testimonio, de acción transformadora en la realidad misma de la
sociedad y de la Iglesia.
Por lo que el diaconado, “servicio a las
mesas de los huérfanos y viudas” (Heb. 6, 1-7), debería ser un diaconado para
hoy, que oficie en medio del agudo conflicto social, de las ideologías
opresoras, del reparto injusto, de las tenencias desaforadas de bienes, del
mercantilismo y consumismo, de la marginalidad y del subdesarrollo, del
desempleo y subempleo, del hambre cruel de las dos terceras partes de la
humanidad. (Sería una Iglesia para los
hombres y no viceversa).
Hoy, cualquier teología progresista se
etiqueta de “liberadora”. Los grupos más recalcitrantes en la Iglesia se
autodenominan de “comunión y liberación”.
La familia ha reconquistado un lugar
sobresaliente en el horizonte ministerial de la iglesia, puesto que la familia
constituye la primera célula de la sociedad y de la iglesia, la “Iglesia
doméstica”. Y ciertamente la familia ejerce
un ministerio educativo, evangelizador y transmisor de valores y de
hábitos, “nuevo” y desde “abajo”, pero en unión y continuidad, con lo que está
siendo opresor, explotador y dominador, negante por sí mismo de lo
fundamentalmente evangélico y liberador.
La responsabilidad ministerial de la
“Iglesia doméstica” no puede estar desarticulada de su responsabilidad ética,
política, social y cultural. Y lo mismo podríamos decir de los grupos y
movimientos, y de las parroquias.
Por ejemplo vemos que mientras la
parroquia se renueva hacia adentro, el gran monstruo social permanece intocado
e inalterado por esa parroquia renovada y por esos “nuevos” ministerios que
esta vez desde “abajo” reeditan las mismas fallas de los modelos eclesiales
clásicos y de los ministerios de siempre.
Y es que la Iglesia tiene que pasar
ineludiblemente por la realidad de la pobreza, sin que dé un rodeo a la hora de
socorrer al apaleado por los ladrones, ejemplos de los que Jesús nos habla en
la parábola del buen samaritano, en la que tanto el judío como el sacerdote
pasan de largo ante la situación pavorosa creada por ladrones y salteadores:…
(Luc. 10, 25-37).
La iglesia debe ser liberadora de la
miseria y de las condiciones inhumanas o infrahumanas de vida; puesto que
miseria y pobreza son condiciones incompatibles con la pobreza evangélica.
Tampoco puede significar una
melodramática opción sentimental y efímera, que se compadece del infortunio
general de los pobres de Jesucristo, pero que no lleva a tomar opciones
políticas y revolucionarias que subviertan las causas reales de la miseria.
No son cualitativamente de “base” quienes
en la comunidad civil o en la eclesial detentan el poder, el saber, los medios
de producción, los resortes de las ideologías, los caudales de la información,
el aparato burocrático y administrativo, las instancias de decisión.
En el plano teológico son inequívocamente
grupos y comunidades de “base” los que están conformados por esos hombres y
mujeres, pobres y creyentes, del Tercer Mundo, que ejercen su sacerdocio y
ministerio, es decir, su servicio evangélico y fraterno, en el altar de la
cruda y amarga realidad social, económica y política.
El reino de Dios es más amplio que la
Iglesia visible, y su contenido primero es todo lo que es fruto de la verdad,
justicia y amor, donde quiera que eso acontezca. Ese reino de Dios es obra del
Espíritu a través de los cristianos, pero también a través de todo hombre de
buena voluntad.
En resumen, las comunidades cristianas
populares de base son:
-
Una alternativa
ministerial eclesiástica orgánica, frente al ministerio exclusivo clerical y
monopolista. “Una Iglesia más allá de los clérigos”.
-
Una alternativa
que enlaza con la vida humana, que va más allá de lo litúrgico.
-
Una alternativa
que no se “entretiene” con lo cultual y administrativo. Sino que en todo caso
es un culto para los hombres, y no unos hombres para el culto.
-
Una alternativa
que estructura los ministerios desde lo comunitario e interpersonal. Desde la
sencillez frente al boato de lo burocrático y administrativo.
-
Una alternativa a
la práctica ministerial tradicionalista que no tocan la vida y los polos del
real interés de los hombres.
-
Una alternativa
para la real participación de la autoridad, y un ministerio de plena
corresponsabilidad de todos para la construcción del cuerpo total de Cristo.
-
Una alternativa
para el ejercicio de autoridad como servicio a los hermanos. Sin títulos, sin grandezas,
sin dignidades, Es un servicio a ejemplo de Cristo que no vino a ser servido,
sino a servir y dar la vida por todos.
-
Una alternativa
para articular en el ministerio el servicio de la fe con la práctica política
hacia la transformación y el cambio de un mundo radicalmente injusto.
-
Una alternativa
para que los pobres de Jesucristo tomen en sus manos el propio destino personal
y comunitario, presente y trascendente, liberador y salvador por la acción de
la gracia misericordiosa del Señor. Y ello frente al vanguardismo paternal en
la Iglesia y en la sociedad.
Paseo de Mauricio Aznar en Casablanca paralelo al
canal.
He aquí lo que
Ignacio escribía el 3 de Marzo de 2.009 con la perspectiva de 25 años
transcurridos desde la muerte de Malagón, y que copiamos como complemento a lo
que queremos decir sobre el espíritu de los fundadores de la HOAC, que nosotros
intentábamos reproducir en nuestras vidas personales y comunitarias.
Tomás Malagón. Un sacerdote que
creyó en los pobres.
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Desde la otra España.
Cuando Tomás Malagón volvió al seminario
tras la guerra civil venía de la otra España. Para él los militantes obreros
que habían luchado con la República, la mayoría de ellos católicos, no eran el
monstruo que pintaba la propaganda franquista y a los que se seguía fusilando
en las cárceles; es más, la
convivencia con los marxistas
en el frente le había cuestionado sus convicciones más profundas y, en aquella
España del nacional-catolicismo, su crisis vocacional iba a ser ciertamente
atípica: se planteaba si el marxismo o el cristianismo eran la verdadera
respuesta a la injusticia que sufre la clase obrera.
A pesar del ambiente de esa fábrica de
líderes llamados a dirigir a otros ‘menos-persona’ que ellos que siempre ha
sido Comillas, la providencia le iba a poner al lado a un santo, el P. Nieto,
que aceptó el reto de escucharlo en su búsqueda de Cristo, como única respuesta
definitiva a los interrogantes del hombre, también a las injusticias que
oprimen a la clase obrera y a los graves errores apostólicos y políticos con
que los mismos cristianos la habían echado de la Iglesia en las décadas anteriores.
De este modo la Iglesia española iba a
contar con un sacerdote dispuesto de hecho a posponer sus intereses a los de
Cristo, cosa nada frecuente. Un sacerdote que no sólo era una de la cabezas
mejor preparadas de su tiempo para el pensamiento filosófico y teológico, sino
que vitalmente estaba libre de la ideologización nacional-católica de la fe –
de ese “falso cristianismo” que había expulsado a la clase obrera y del que
tanto hablaban Pío XI y Pío XII - y que ya había superado la tentación del
marxismo, que desde los años sesenta seduciría a buena parte del apostolado
obrero español.
Creer en los pobres, es creer en
Cristo.
Libre ya de la confusión entre la fe y el
Reino de Dios con una opción política, con su lógica y su estrategia, D. Tomás
podía ver la realidad descubriendo en ella la fuerza elegida por Dios para
hacer avanzar la historia hacia una mayor liberación: los pobres. Los
últimos de la tierra en los que Cristo se ha encarnado y que proclama como sus
preferidos; esos que, por carecer de
poder e influencia, Herrera Oria había
rechazado, buscando sólo a los “selectos”, y que Lenin utilizaba como “tropa de asalto”
al poder a las ordenes de la élite del partido.
Y la Iglesia lo llamó para ser el
sacerdote de los pobres. En 1954 llegaba a la comisión nacional de la HOAC
para ser consiliario de los obreros y poner a su servicio todas sus
capacidades, colaborando mano a mano con Guillermo Rovirosa y otros conversos,
en lo que ha sido una de las obras misioneras más importantes del siglo XX: la
evangelización de la clase obrera y su reconciliación con la Iglesia tras la
barbarie de la guerra civil. Fueron treinta años de servicio hasta su
muerte. Treinta años de búsqueda y fidelidad a Cristo, la Iglesia y los
pobres… atravesando la dos grandes crisis de la Acción Católica (la que en
los sesenta quiso instrumentalizarla al servio del Franquismo y la que en los
setenta la utilizó al servicio del marxismo y de quienes como el PSOE llevaban
40 años de vacaciones).
Treinta años en los que a la HOAC se
añadió la Editorial ZYX, que
encarnaba en una editorial la adultez del apostolado laico que después
reconocería el concilio Vaticano II.
Y más tarde el acompañamiento a los
militantes que con Julián Gómez del Castillo lanzaron el Movimiento Cultural
Cristiano, cuando en
España la clase obrera ya no era la de los empobrecidos y la solidaridad pedía
responder a la sociedad post-industrial y ver el mundo desde la realidad: desde
los empobrecidos de la tierra.
Veinticinco años después de su muerte
la historia le ha dado la razón.
Los medios que, junto a Rovirosa, puso en
marcha para la formación de militantes también son hoy respuesta para formar
militantes cristianos pobres en una nueva sociedad: los cursillos apostólicos
de Conversión y Contemplación y Lucha, el Plan Cíclico, el método de encuesta,…
que demostraron la eficacia histórica de los pobres permitiendo que en España
hubiera una transición pacífica y una generación preparada para entender el Vaticano
II, son hasta hoy herramientas válidas para la nueva evangelización.
También acertó
cuando tras su visita a Venezuela a principios de los sesenta advirtió a su
episcopado sobre el paternalismo que practicaban, y como la ausencia de
promoción de militantes en la clase obrera traería una dictadura castrista al
país, la misma que hoy sufren.
¿Se enterarán
los que siguen proponiendo vender la Iglesia a quienes tienen influencia y
evangelizar con “minorías selectas” o bien desde ideologías de moda?
Autor: Grupo Eugenio Merino.- Fecha:
2009-02-25
Escrito por: ignacio el 03 Mar
2009 - URL
Permanente
Ver aquí:
“Parque de los incrédulos” en Casablanca
Zaragoza, 20-02-2008.
Me pidieron mi colaboración para el libro que se publicó en la Editorial HERDER, sobre testimonios de curas obreros de toda
España.
CURAS OBREROS.
TESTIMONIOS.
LAUREANO MOLINA GÓMEZ. CAMIONERO Y ORIENTADOR DE
DISCAPACITADOS
Zaragoza
Este es el final de mi aportación:
Mi iglesia es el mundo. 1976-2007
Cada vez me sentía más asfixiado dentro de una Iglesia
que daba la espalda al Vaticano II. Y me hice esta reflexión: “Si la Iglesia
(la Jerarquía) no quiere seguir al Concilio, si
no quiere cambiar, hagamos el esfuerzo por cambiar la sociedad y a ella no le
quedará más remedio que aclimatarse a la nueva sociedad como ha hecho siempre
en su historia”.
“Hice del mundo mi
iglesia”. Me secularicé en Noviembre de 1976. Me casé. Tengo tres hijos. Estoy
jubilado. Sigo leyendo teología con avidez. Naturalmente se trata de la
Teología de la Liberación. Y me manifiesto activamente contra la Guerra, el
Hambre, la Explotación del hombre por el hombre, y me siento obligado a colaborar
para mejorar nuestro entorno ecológico. Si nuestro Padre es Dios, nuestra Madre
es la Naturaleza. Creo que el hombre no se puede salvar, sino es con el Hombre
y con la Naturaleza.
Me siento responsable y
feliz con el mundo en que vivimos, y al cual debemos contribuir para hacerlo
más habitable para todos los seres de la tierra, y especialmente los más
pobres. “Nada humano me es ajeno”.
Tengo fe en todo
aquello que suponga una “resurrección” de los más aplastados de la tierra. Fe
en una sociedad más justa y más amable:
·
Fe en el hombre,
porque es con quien primero me encuentro, y desde él y con él descubro el mundo
y su historia. “Primero amar al hombre. Después… Dios dirá”. Porque ¿“cómo puedo decir que amo
a Dios a quien no veo, sino amo al hombre a quien veo?”. (San Juan).
·
Fe en Jesús, y
en todo lo que él creyó, y por lo que vivió y murió. Creer y seguir el Mensaje
de Jesús es la mejor manera, la única, de creer en Dios. Primero el hombre y su
historia. Después Jesús y su ejemplo. Y como consecuencia creer en su Dios.
·
Mi iglesia es el
mundo. Mis compañeros, los que creen en un mundo nuevo. No me importa si son
ateos, agnósticos o creyentes. Me importan los que trabajan por un mundo más
justo, desde abajo, desde la realidad, desde el más necesitado. “Hombres que en
definitiva se dediquen a cavar la viña del Padre” como decía Jesús de Nazaret.
Eso es creer, para mí; eso es creer en la encarnación de Dios en Jesús. Primero
el hombre, después todo lo demás. Pido un Jesús con mayor aproximación histórica.
Y como he escrito recientemente no sin
una cierta añoranza:
“El Vaticano
II con su Constitución Pastoral “Gaudium
et Spes” (7-XII-1.965) sobre la Iglesia en el mundo actual impulsó a
innumerables sacerdotes y cristianos al cambio de actitud y de vida hacia el
mundo de los pobres. Muchos sacerdotes abandonamos para siempre la sotana,
vestimenta habitual hasta entonces, y vestimos el mono de trabajo de las
fábricas. No tenía vuelta atrás. “Poníamos
la mano en el arado y miraríamos hacia adelante”. Nuestra vida comenzaba a
cambiar”.
“Después de
tantos años, la Iglesia volvía la cara al mundo. La liturgia se hizo mirándose
frente a frente Pueblo e Iglesia. Comenzaron a hablar el mismo idioma. Y en
esas relaciones cara a cara, Iglesia y Pueblo, se daban los fundamentos para la
creación de la Comunidad Eclesial. Para ello era determinante la presencia
física habitual y el lugar donde se encontraban las gentes en sus personales
circunstancias. No solamente hombres y mujeres iban a las iglesias, sino que la
Iglesia iba hacia las gentes. Y florecieron innumerables Comunidades Cristianas
de Base. El “altar”, con humildad y sencillez,
se expandió hasta los lugares de trabajo, hasta el lugar donde habitaban
las gentes. Y llegaron a ser una misma cosa”.[11]
Pero a estas alturas
después del tiempo que ha pasado cabe preguntarse: ¿Siguen todavía las ventanas
abiertas en la Iglesia?,
o ¿solamente se entreabren para, desde la rendija por la cual se mira
cómodamente, ver lo que pasa allá “en la plaza de los ciudadanos” y sentenciar
un “illud admittere non possumus”[12]?
¡Como si la Verdad
fuese también patrimonio exclusivo de privilegiados!
“Con sentimiento de
pena digo: En la medida que la Iglesia dé la espalda al Concilio Vaticano II,
el Mundo dará la espalda a la Iglesia”. Y como dice Juan José Tamayo: “Es el
adiós a la Cristiandad”[13].
“Me siento responsable y feliz con el mundo
en que vivimos y al cual debemos contribuir para hacerlo más habitable para
todos los seres de la tierra, y especialmente los más pobres. Nada humano me es
ajeno”.(Laureano)
Zaragoza,
Febrero de 2008.
(Publicado en CURAS OBREROS. José Centeno García, Luis díez
Maestro, Julio Pérez Pinillos. Herder Editorial, S.L., Barcelona 2009). Pag.
186).
“La crucifixión” de los trabajadores
[1] Intervención en el Concilio
Vaticano II el 28 de Septiembre de 1.965. GONZÁLEZ-CARVAJAL, LUIS. Iglesia en el corazón del mundo.
Ediciones HOAC. Madrid. 2005. Prólogo de Mons. D. Carlos Amigo Vallejo,
Cardenal-Arzobispo de Sevilla.
[2] PINA PIQUER, JOSÉ MANUEL. De ilusiones y tragedias. Historia de Albalate del Arzobispo.
Ayuntamiento de Albalate del Arzobispo. Año 2.001.
[3] Fue a Colombia por la OCSHA. Trabajó en
una ladrillera en Bogotá. En Cartagena vivió en un rancho miserable. Fue
expulsado en 1969. Comunicó a su Obispo Cantero su intención de incorporarse a
la guerrilla colombiana. En febrero de 1974 murió en un enfrentamiento con el
ejército
[4] Modalidad nueva de hacer el bachillerato establecido
por el Ministerio de Educación a mitad de los 60 para jóvenes del mundo rural
donde no había Institutos de Enseñanza y para trabajadores.
[5]La huelga más larga en el franquismo
(del 30 -10- 1966 hasta el 20-5-1967) por un problema de primas y ritmos de trabajo en
Laminaciones de Bandas en Frío de Echevarri (Vizcaya). La solidaridad se
extendió por toda España e incluso en el extranjero desde los estudiantes
universitarios hasta muchos sectores de la Iglesia
católica.
[6]LÓPEZ GARCÍA, BASILISA. Aproximación a la Historia de la HOAC. 1946-1981. HOAC. Madrid 1995
[7] El historiador Manuel Tuñón de Lara
calificaba a la ZYX,
su componente ideológico, como “anarquismo de base cristiana”. (“España bajo la Dictadura Franquista.
1939-1975”,
de José Antonio Biescas - Manuel Tuñón de Lara. Editorial Labor, S.A. Barcelona
1980).
[8] Reconstrucción Socialista surge a
finales de 1974, “a partir de unos grupos de acción y de reflexión que aceptan
como documento inicial para el debate las tesis políticas de USO, formuladas en
diez puntos para ser debatidas en la Federación, y que son recogidas por Enrique Barón
en su libro “Federación de Partidos Socialistas. Barcelona y Madrid,
Avance-Mañana Editores, 1976, pp. 155-157, y en los que entre otras cosas se
propone como modelo de sociedad una democracia socialista de autogestión sin
menoscabo de las libertades democráticas y como instrumento de una organización
política de amplia base obrera y de estructura federal”.
R. S. se une al PSA en Noviembre de 1976. Después de las
Elecciones Constituyentes y una vez aprobada la Constitución Española
del 78, el PSA se disuelve entre el PSOE
y el PCE.
(Ver libro en
colaboración: “MEMORIA DE LOS PARTIDOS. Crónica de los partidos políticos
aragoneses en la época de la
Transición”. Edita: Asociación de Exparlamentarios de las
Cortes de Aragón. Año 2003. Zaragoza. Aportación de José Bada Panillo:
“Reconstrucción Socialista”).
[9] En 1968 había cuatro obispos
representando a la Iglesia
en las Cortes Españolas. Lo mismo sucedía en el Consejo del Reino. El Sindicato
Vertical tenía un Obispo asesor religioso y en todas provincias era designado
un sacerdote como asesor de la Organización Sindical de la provincia
[10] El Arzobispo Mons. Cantero
destituye de su cargo al párroco de este pueblo de la provincia de Zaragoza,
Wirberto Delso, por colocarse al lado del pueblo y enfrentado a sus caciques.
Una treintena de curas dimitieron de sus
cargos pastorales y se solidarizan una serie de grupos y comunidades cristianas
creando un problema serio en la diócesis que nunca llegó a resolverse. Un año
después se jubila el arzobispo. MARTÍN DE SANTA OLALLA SALUDES, PABLO. EL CLERO
CONTESTATARIO DE FINALES DEL FRANQUISMO. EL CASO FABARA. HISPANIA SACRA. Volumen LVIII Nº 117. Enero-Junio. 2000.Consejo
Superior de Investigaciones Científicas. Madrid.
[11] MOLINA GÓMEZ, LAUREANO. CÁNTICOS
PARA UN CAMBIO. SUBPORTICA. Revista digital de los alumnos que empezaron curso en
1951 en el Seminario Menor de Alcorisa. Teruel. / http://abosque.bravehost.com/ex/subportica//Articulos/Canticos.htm
(2008)
[12] “¡No podemos admitirlo!”. (Expresión en el latín de la Iglesia para dar más
fuerza a lo que se quiere decir).
[13] TAMAYO, JUAN JOSÉ. Adiós a la cristiandad. La
Iglesia Católica
Española en la
Democracia Ediciones, B.S.A. Barcelona, 2003
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