sábado, 19 de marzo de 2016

DEL PUEBLO A MADRID


1º.- POR UN MUNDO MÁS JUSTO.

Del pueblo a Madrid

Habíamos quedado juntarnos en la Puerta del Sol aquella tarde del primer sábado del mes de octubre de 1.968.
Como ha sido siempre habitual en mí llegué con anticipación. Estuve paseando delante de la puerta (Puerta del Sol) de lo que era entonces la Dirección General de Seguridad, hoy sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid cuya titular es, en el momento que escribo, Esperanza Aguirre y Gil.
Allí en el kilómetro cero de las carreteras radiales españolas, la Nacional I, Madrid-Irún; la N. II,  Madrid-La Junquera; La N. III, Madrid-Valencia; la N. IV, Andalucía; y la V y la VI, Extremadura y La Coruña respectivamente, esperé hasta el momento en el que divisé en la entrada de la plaza por la calle de Preciados a dos individuos que venían mirando la hora en el reloj oficial de España. El uno parecía más importante que el otro puesto que venía cubierto con una preciosa capa negra con ribetes y lazos rojos. Casi no los conocía. El “acompañante” era José María Gracia Ochoa y “el señor importante” era el también compañero de curso del Seminario de Zaragoza, Gregorio Ciria Laglera.
Ellos estaban estudiando en el Instituto de Adaptación Pastoral Latino-Americano (IAPLA) en Madrid para ir de misioneros a Iberoamérica, y yo acababa de llegar al Colegio de Pastoral Misionera para Emigrantes, “Migrans”, ubicado en la calle Román del Valle, s/n, en el Gran San Blas - Madrid-17, para ir de capellán de emigrantes al país europeo al que fuera destinado. Gregorio y José María irían a México. Gregorio, se ha quedado allí, y José María ha vuelto a Zaragoza en su jubilación.
Era el primer fin de semana nuestro en la capital de España y queríamos husmear un poco por la movida madrileña de entonces. Prácticamente todo quedaba ubicado en las calles adyacentes tras el edificio de la Dirección General de Seguridad.
Entramos por la calle Espoz y Mina recorriendo el entonces “meollo” de Madrid, sus calles estrechas llenas de bares, restaurantes, tabernas y diversos servicios muy demandados por las gentes, hasta llegar a la plaza Mayor. Todo un mundo desconocido por mí. Mucha gente, mucho bullicio, músicas, olor a taberna. Gente entrando y saliendo de los establecimientos constantemente. Pinchos, cervezas, tintos y blancos, y café, mucho café, era lo que se consumía. Un mundo fascinante para nuestros treinta años de vida recorridos. Doce años continuos en un riguroso internado, el Seminario, dedicados al intenso estudio, a la oración, y al deporte. Cinco años intensos en el ambiente rural como curas de pueblo, y de pronto nos encontramos en un mundo “mágico” como de ensueño creado por la vorágine de la Capital de España, Madrid.
Restaurantes, bares y salas de fiesta que a modo de recopilación de aquella época, nos recuerdan los nombres de: Corinto, Universal, Noche y Día, La Rosa de oro, La Tasca, Corral de la Morería, El Pirata, El Pulpito, La Romería Andaluza, Las Cuevas de Luis Candelas, Gran Taberna Gitana, Morocco, Moulin Rouge, Canasteros, Duende, Las Brujas… (1)
Nosotros entrábamos en los que nos parecían más discretos y eran más asequibles para nuestra economía. Pero los nombres titulares de los establecimientos nos llamaban poderosamente la atención.
El “Señor de la Capa”, nuestro Gregorio Ciria, venía de Monegrillo; José Mª Gracia Ochoa había dejado el pueblecito zaragozano de Perdiguera; yo acababa de llegar de los Meandros del Ebro en Cinco Olivas, Alborge y Sástago. Tres curitas de pueblo camuflados entre la muchedumbre. Una sensación extraña impregnada de libertad. “El Señor de la capa y los acompañantes”. La capa le caía “bordada” a aquella figura alta, delgada, estilizada, de facciones finas y blancas, que se hacía acompañar por dos personas a derecha e izquierda, y que era el centro de las miradas. Era un placer sentir el anonimato entre tanta gente por aquellas calles estrechas tras la Puerta del Sol y de la Plaza Mayor de Madrid. Una familia de Monegrillo (Los Monegros), le había hecho el regalo de una capa antigua transmitida de generación en generación que habían usado sus antepasados. Era un precioso regalo que Gregorio quiso estrenarlo en el casco antiguo de Madrid.
Por cierto yo estoy también en posesión de una capa similar de la familia de mi esposa procedente de Azuara y de Belchite. Toda una reliquia. Al igual que un antiguo bastón que lleva incorporado en su interior un espadín de hoja tridimensional y muy afilada. 

Real Casa de Correos de la Puerta del Sol (Madrid), sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid.

(Para más información sobre el edificio ir a:

A las nueve de la mañana del lunes estábamos ya los tres en el IAPLA  (Instituto de Adaptación Pastoral Latinoamericano) para recibir nuestras clases de preparación para nuestros destinos como sacerdotes misioneros. Los del “Migrans” teníamos en común las clases por la mañana con los del IAPLA. Las tardes las dedicábamos a lo específico nuestro según nuestros destinos. Hispanoamérica los unos, y Europa los otros.
 Si el impacto de la movida madrileña de entonces fue grande en nosotros, más grande fue la movida intelectual y académica que recibíamos en el IAPLA. Recordemos que estamos en Otoño de 1.968.
Profesores progresistas. Libros multicopiados y traídos clandestinamente a  España (durante la Dictadura de Franco, los libros publicados en el resto de Europa entraban a España con cuentagotas). Nuevas ideas que al escucharlas te “quemaban”, pero que al mismo tiempo te daban luz y vida. Todo el mundo occidental era un hervidero. El Concilio Vaticano II había terminado. Sus conclusiones impactaron en todo el orbe católico. El Mayo del 68 francés extendía su sombra, mejor su luz, por Europa y América. La “miseria” en la que había quedado Europa por el desastre de la guerra se estaba superando ampliamente. Los curas obreros cada vez eran más numerosos. Las Comunidades Cristianas de Base florecían por todas partes debido a la apertura de par en par de las ventanas de la Iglesia por aquel abuelo, el papa Juan XXIII. Gregorio Ciria, José Mª Gracia Ochoa y yo, compañeros de curso en el seminario desde niños, vivíamos intensamente aquel ambiente intelectual. Nuestro trabajo como curas de pueblo era ampliamente recompensado con aquel baño de doctrina humanista y cristiana que abría caminos insospechados para todo el mundo. Éramos felices y no perdíamos el tiempo.
La Teología oficial era ampliamente superada. De la Teología Dogmática se pasaba a hacer hincapié en la Teología Política. En Hispanoamérica comenzaba la Teología de la Liberación. Y los de la HOAC con Tomás Malagón construían la Teología Social. Teología hecha desde abajo, desde las bases cristianas, desde el esfuerzo y desde el sufrimiento por el trabajo arduo y mal recompensado de la clase trabajadora; trabajo realizado con el sudor de sus frentes, y desde su fe que se veía zarandeada por el maremoto ideológico del entorno. No era una teología elaborada desde los despachos oficiales. Ni tampoco por los que habitualmente estaban instalados  en un trabajo realizado con el sudor del de enfrente.
Pocos sábados volveríamos a juntarnos en las calles tras la Puerta del Sol. No teníamos tiempo. Yo procuraba acercarme cada vez más a la HOAC y a la ZYX. Cursillo de fin de semana que se organizaba en Segovia, cursillo que no me perdía.

La ZYX tenía alquilada la Casa de Ejercicios Espirituales del obispado de Segovia que dirigía el amigo Félix Díaz, donde se realizaban casi todas las actividades formativas para los militantes de la HOAC y seguidores de la ZYX.

En el IAPLA hicimos cursillos sobre Iniciación al Marxismo y Comunismo con el sacerdote y profesor Ricardo Alberdi.

Especialmente intenso fue el Cursillo de El Proletariado del P. Ricardo Alberdi del Instituto Social “León XIII”, Madrid, octubre de 1.968. Estos cursillos fueron impactantes. A través de mis ojos abiertos como platos, se abría también mi entendimiento. Un escenario insospechado se mostraba ante mí. Comenzaba a hacerme intelectualmente “adulto”. Emocionalmente quedaban atrás mis niñerías, como dijo en su día el mismo San Pablo al describirse como hombre cristiano. (1ª Carta a los Corintios, 13, 11-13). (2)

La visión del proletariado de Alberdi era extensa y completa. Sin cortapisas. Sin límites. La forma de presentar este tema, como los demás temas de tipo teológico, antropológico y social que se impartían en el Centro de Estudios, era totalmente distinta a la impartida en el Seminario. No había barreras religiosas en la inmersión y en el estudio de todos los temas. No había adversarios a los planteamientos que se hacían, sino compañeros de camino en busca de la verdad. El mundo al que nos íbamos a enfrentar exigía estar bien preparados.
En todo caso, Alberdi, se limitaba al final de todo su trabajo a hacer algunas observaciones sobre las “ideas cristianas de las que proveníamos”. Y así lo hacían los demás profesores. La postura venía a ser más o menos ésta: “hay que conocer todo lo más posible la realidad del mundo y de su historia, pero teniendo cuidado con no traspasar la barreras de nuestros Dogmas”.

El estudio del Marxismo y del Comunismo de la mano de Tomás Malagón, sacerdote y teólogo, fundador con Guillermo Rovirosa de la HOAC y de la ZYX, después ZERO, era otra cosa. Aunque después volveré sobre este tema, quiero dejar clara la diferencia en el tratamiento y estudio de estos temas. (3)
Con Malagón, no estudiábamos solo el Marxismo, es que nos hacíamos marxistas sin ninguna cortapisa, sin ninguna pega, sin ningún límite, sin ninguna crítica a Carlos Marx, al menos en la aceptación del esfuerzo que hizo Marx para comprender el mundo y su historia. Si nos queríamos meter de lleno en el “mundo proletario” en el que vivían las clases trabajadoras de entonces, “teníamos que hacernos marxistas”. Así, sin más. A imagen y semejanza como decíamos en teología que Dios se hizo Hombre y se encarnó en Jesús de Nazaret. Nosotros nos hacíamos marxistas. Marxistas, anarquistas, socialistas, existencialistas, e incluso ateos. Ateos, al menos, metidos en su visión, y haciendo esfuerzo por comprenderles, aceptando sus críticas a la religión, aceptándolos tal como eran, y desde ellos buscando una salida común, para ellos humanista, para nosotros humanista y cristiana.
A partir de nuestro bautismo marxista, el esfuerzo lo hacíamos para compaginarlo con nuestra fe en el Mensaje de Jesús de Nazaret. Para ello estudiábamos la Historia de la Iglesia y de los Dogmas Católicos dialécticamente (con el método dialéctico marxista ahondando en el análisis que Marx hacía descubriendo los niveles en los que la sociedad está estructurada: el nivel de lo económico, de lo social, de lo político, de lo cultural y de lo religioso) afinando las definiciones dogmáticas, y entresacando qué es lo que se quiso decir con ésta o la otra formulación dogmática en los tiempos en los que se hicieron y el por qué se hicieron, hasta encontrar un equilibrio entre nuestra fe y nuestra visión marxista. En el fondo, todo lo que procede del hombre puede confraternizarse mediante un diálogo serio, riguroso y sin prepotencias.

Sería lo que ayer mismo me decía nuestro compañero Luis Roda Cerdán en su trabajo Programa Psicoeducacional desarrollado en Modelo de Creática y Desarrollo Integral: “no podemos afirmar de una forma contundente que una determinada formulación de la verdad es un completo error, ni ésta es la verdad completa que no necesita matizaciones o complementarla con otras formulaciones. La adecuada actitud científica y también de cualquier persona es escuchar la verdad de otro y manifestarle la propia. (Instituto Internacional de Creática y Estimulación Integral. Y el Centro Español de Creática, adscrito al Internacional constituido bajo la dirección del psicólogo Dr. Natalio Domínguez Rivera). Zaragoza, 15-05-2009.

Entre la postura intelectual de Tomás Malagón, la nuestra como militantes de la HOAC-ZYX, y la expresión de Luis Roda Cerdán en la actualidad, hay nada menos que cuarenta años de distancia.

Toda la Naturaleza es Dialéctica. Por tanto el hombre y su historia son dialécticos. La Sociedad es dialéctica. Las relaciones entre los hombres son dialécticas. Nos guste o no nos guste. Es algo que es así. Dios también es Dialéctico (recordemos el misterio de la Santísma Trinidad). Pero volveremos sobre el tema.

Se acercaba ya la navidad del 68, y con ello el final de nuestra estancia en Madrid, cuando fuimos informados de nuestros destinos como Capellanes de Emigrantes.
Mi destino fue la ciudad de GAP en Francia.
Se me dijo: “Te enviamos ahí porque eres el que mejor puedes desarrollar, de los que estáis en esta promoción, una buena labor con los españoles emigrantes”. Esto me lo decía el Rector del “Migrans”, don Efrén Lobo, un sacerdote procedente de Segovia, y perteneciente al OPUS DEI.
La verdad es que yo debía tener buenos informes de don Vicente García Chus, sacerdote de la OBRA en Zaragoza, y muy querido por mí. Yo entonces estaba bajo una cierta influencia del OPUS.

   Gap es una localidad y comuna francesa, capital del departamento de los Altos Alpes, con una población de 32.262 habitantes (1999) según datos del INSEE. Es la cabecera de seis cantones: Campagne, Centre, Nord-Est, Nord-Ouest, Sud-Est y Sud-Ouest.


Vista de la localidad de Gap en el valle del rió Luye.

A medida que yo me iba empapando de la visión sobre el mundo que se tenía en la HOAC-ZYX, me despegaba de la posible influencia en mí de la visión del mundo que se tenía en el OPUS DEI.

Eran visiones totalmente diferentes, y aun opuestas. La HOAC tenía una fe, una teología y un método que partía desde abajo, desde el trabajador, encarnados en ellos, hechos una misma cosa con ellos. Era una fe en la Encarnación de Dios en Jesús. Una teología que arrancaba desde la experiencia y vivencia de la fe de los trabajadores cristianos. Un método que se creía, y se sigue creyendo, como más justo y eficaz para trasformar la sociedad, y ello según el Evangelio. Trasformar la sociedad desde ellos, con ellos, y para ellos.
El OPUS, a mi modo de ver, es una visión desde arriba, desde el que parece ser “tiene más posibilidades de hacer el bien”. Sería una postura similar a esta: “yo sé mejor que tú lo que te conviene”. “Por tanto debes aceptarlo con los ojos cerrados”. “Por lo que es muy importante ocupar los puestos más importantes en la sociedad para desde ellos poder cristianizar a las gentes más y mejor”.
(El Opus Dei: fundado por José Mª Escrivá de Balaguer en 1928. Era una asociación de fieles católicos que buscaba la santificación personal de sus miembros. Adquirió gran importancia en la España de los años sesenta).

Yo me sentía feliz porque había encontrado mi camino como sacerdote, pero sobre todo como hombre. Tenía por tanto una gran ilusión por desempeñar mi labor sacerdotal en la tierra que había acogido a mi padre en su exilio como refugiado por causa de la Guerra Civil Española. Era un deber para mí ofrecer mi vida al servicio especialmente de los trabajadores españoles en Francia. En ese tiempo mi padre había trasladado ya su residencia a España. Pasó de desempeñar una labor de viticultor en Burdeos a un trabajo de peón de albañil en Zaragoza.
El alimento espiritual e intelectual que recibía de la HOAC, así como el arropamiento humano por parte de sus militantes, me llenaba plenamente y daba seguridad e ilusión a mi vida.

 Pero un día, cerca ya de la Navidad del 68, en una tertulia de café con mis compañeros del “Migrans” se entabló un diálogo informal sobre nuestros destinos.
Yo no sé si algunos estaban descontentos con el destino que se les había asignado. Lo cierto es que hubo un momento en el que, dentro del contexto de la conversación, se me ocurrió decir que yo no me sentía capellán de emigrantes “enviado por Franco”, sino que me sentía enviado por la Iglesia Universal y por supuesto al servicio exclusivo de los trabajadores emigrantes.
Aquella referencia a Franco no gustó a algún compañero, entre ellos un tal Alonso. La discusión se acaloró, y nuestras caras se miraron frente a frente como gallos de pelea. Yo quedé algo sorprendido por la discusión, pues mi mente estaba más en la visión de España que iba descubriendo a través de los militantes de la HOAC, que en la realidad que tenía delante según mis compañeros capellanes de emigrantes. Era evidente que la mayoría de mis compañeros y yo no estábamos en la misma onda.
Fui un ingenuo. Mi sinceridad me traicionó.
Entre aquellos compañeros había también un sacerdote de Zaragoza, Eugenio Laboreo Bodoque, que me llevaba cinco cursos académicos de diferencia en el seminario, y por tanto era mayor que yo. También se iba de capellán a Francia. Él prudentemente calló y no intervino en la discusión.

Mi sorpresa fue que el último día en el “Migrans”, Efrén Lobo me comunicaba que mi destino había sido anulado. Era rechazado como capellán de emigrantes.

Al rector Sr. Lobo le comunicaba los cursillos que iba haciendo por mi cuenta en la HOAC y en la ZYX en Segovia. Hay que tener presente que me confesaba con él, y que D. Efrén era mi consejero recomendado desde el OPUS de Zaragoza. Personalmente fui siempre sincero con él. Siempre creí que yo estaba haciendo lo mejor para el servicio del trabajador español en Francia. Visto desde la perspectiva actual (tengo setenta y dos años) he de decir nuevamente que fui un ingenuo, que mi sinceridad me traicionó.
Pero yo aceptaba los acontecimientos tal como iban viniendo. En mi interior sentí pagada la deuda en cuanto a mi dedicación con los españoles en Francia. Y por otra parte cada vez más se abría la idea de hacerme cura obrero. Los hechos fueron empujándome hacia ello. No sentí necesidad de pedir explicaciones de mi rechazo como capellán de emigrantes o de recurrir y defenderme. Percibí que todo estaba muy decidido y determinado. Efrén Lobo nunca me preguntó qué había pasado en aquella tertulia de café. Alguien me juzgó y me condenó sin poder dar yo ninguna explicación, ni de poder excusarme o de pedir perdón si así era exigido por los demás.

Tengamos en cuenta que estamos hablando del otoño del 68. El mundo estaba muy convulso. España iba rompiendo las ataduras de la dictadura de Franco. Pero Franco tenía muy bien todavía agarrada “la sartén por el mango”.

(El Universo (universo.com) en Abril 15, 2008 MADRID, España | AFP, publicaba un artículo en el 40 Aniversario en el que entre otras cosas decía lo siguiente:
“Mientras en París los estudiantes se rebelaban en mayo del 68, España, una dictadura franquista aún fuerte aunque a punto de entrar en su época de declive, hacía frente a los primeros asesinatos de ETA y a la pérdida de Guinea Ecuatorial en África”.
“La dictadura de Francisco Franco (1939-1975) se encontró enfrentada así a un grupo armado, que apenas dos meses después de su primer asesinato mataría al policía Melitón Manzanas, considerado un símbolo de la represión franquista”.
“Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo, el 12-10-68 firmó el acta de independencia de Guinea Ecuatorial”. Ver en:

La HOAC y la ZYX estaban en entredicho no solo por el poder franquista sino  también lo estaban por la Jerarquía Eclesiástica. El Arzobispo Morcillo que me había ordenado sacerdote en Zaragoza estaba rigiendo la Archidiócesis Madrileña. Deseaban “cargarse” aquella HOAC que presidía Francisco Mera Bermejo antiguo militante comunista catalán y convertido al cristianismo en el contacto con el también catalán Guillermo Rovirosa, fundador de la HOAC.

(Pepe Juárez, militante de la HOAC de Málaga en un trabajo titulado “Aproximación a la Historia de la HOAC de Andalucía en el contexto de la HOAC española” viene a decir:
"En 1963 comienzan los planes de desarrollo de la mano de los tecnócratas del Opus Dei. España abandona su reducto del subdesarrollo y se convierte en la décima potencia industrial. Promovido por el arggionamiento conciliar y avivado por la revuelta del clero y la izquierda católica, el desgaste profundo de las relaciones de la Iglesia con Franco desemboca a partir de 1969 en desavenencia continua.
La policía no tiene duda de la combatividad de los clérigos en la oposición y el uso de dependencias eclesiásticas como infraestructura de actividades subversivas.
Los franquistas acusan a la Iglesia de aprovecharse del fuero eclesiástico para actuar impunemente contra el régimen." (García de Cortázar)
“La pertenencia de los militantes de la HOAC a distintas organizaciones políticas, vecinales y sindicales va creando una forma distinta de ver el compromiso y a la propia HOAC
La actuación de la Jerarquía eclesiástica sobre la Acción Católica, e incluso no aceptar el nombramiento de Francisco Mera como Presidente, crea una situación de crisis en la HOAC cuya resolución la facilitará en 1969 el Cardenal Casimiro Morcillo con el compromiso de mantener un estatuto propio. En la resolución de esta crisis tuvo un papel muy importante la incipiente Zona de Andalucía.
En la IX Reunión Nacional de Estudios celebrada en Almería 1967 se intenta salir de la crisis o por lo menos dar una respuesta a la misma. La situación se agudiza en los dos plenos de Presidentes celebrados en 1968. En la XI Reunión Nacional de Estudios celebrada en Pamplona en 1969 se ponen de manifiesto todas las tendencias y diferencias en el seno de la HOAC lo que definitivamente provoca una crisis que amenaza con su disolución, hasta el punto de que las diferentes enciclopedias o libros especializados de historia dejan de mencionarla desde ese año. Ver en:

Como dato curioso recuerdo que un día en los primeros años de los 70 nos juntamos clandestinamente unos cuantos en casa de Antonio Blanco y de su esposa Isabel, entonces vecinos de Zaragoza. Cenamos frugalmente y pasamos a tratar los temas por los que nos reuníamos. En el transcurso de la reunión manifesté que a mí se me había prohibido ir de capellán de emigrantes a GAP.
Isabel me preguntó la fecha, se la dije, y seguidamente exclamó: “luego tú eras el que estuvimos esperando largo tiempo como capellán nuestro que venía de España”.
Ella era la Trabajadora Social en GAP enviada por Emigración para atender a los españoles.
Y continuó: “como tú no venías, al final enviaron a un sacerdote valenciano para cubrir tu puesto. Ese sacerdote es Antonio, mi marido”.
Nos reímos un rato con la coincidencia de los hechos. Antonio fue una temporada Gerente de ATADES (Asociación Tutelar Asistencial de Discapacitados Intelectuales de Zaragoza). Yo era el chófer que trabajaba llevando el camión de la empresa.

Volví a Zaragoza para pasar la Navidad en casa de mis padres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario