sábado, 19 de marzo de 2016

LA VIDA "A RAS DE TIERRA"



La vida "a ras de tierra".
Durante la guerra española se destruyeron los archivos tanto eclesiásticos como civiles por lo que había que rehacerlos a medida que lo iban exigiendo las circunstancias. El procedimiento venía a ser el siguiente: el Secretario del Ayuntamiento abría un Expediente con el interesado, proporcionando los datos lo más exactos posible, y corroborados por dos testigos de su misma o mayor edad; todo el expediente era enviado a la Capital para que la Autoridad Superior lo examinase, cotejase con los Archivos Provinciales si ello era posible, y lo aprobase si así lo estimaba procedente. Ello llevaba consigo gastos en pólizas, sellos, tasas, etc., y sobre todo mucho tiempo. Suponía un trabajo extra para el Secretario y quizás un engorro por si se complicaba el expediente y era necesario recabar más datos. Todo tenía un coste económico, para un tiempo en que la gente tenía todavía una economía de subsistencia.
Lo más cómodo para el Secretario era enviar a la gente al cura para que les hiciese la partida de Bautismo, y en su caso de Matrimonio. Los documentos eclesiásticos venían a tener durante la Dictadura de Franco casi valor civil. El archivo de la parroquia se encontraba en similares circunstancias, fue destruido durante la Guerra Civil. Por tanto todo expediente que se abría, debía ser aprobado por la Curia Diocesana de Zaragoza. Ello suponía más tiempo y más gastos.
Cuando los abuelos venían por la parroquia exponiéndome el problema de que no podían cobrar una pensión por causa de no tener “papeles”, la solución que yo les daba era inmediata: “vengan con fulano y fulanito y todo se arreglará enseguida". Con el testimonio de los testigos rellenaba el impreso y se iban con su correspondiente Certificado hacia el Ayuntamiento. Se daba la circunstancia de que los abuelos hacían de testigos unos para con otros. De esta forma el Procedimiento de la Pensión estaba ya en marcha; mientras, yo tenía el tiempo que necesitase para el expediente de marras y su posterior inscripción en el Libro de Bautismo o de Matrimonio.
En la Parroquia había que tener correctamente actualizados los ``Cinco Libros": el del Bautismo, el de la Confirmación, Matrimonio, Defunciones, y el de Fábrica (la Contabilidad de la Parroquia). De aquí viene una expresión que se usaba mucho por aquellos tiempos: “Te doy una hostia que no apareces ni en los cinco libros".
El Obispo en sus visitas pastorales (en teoría cada cinco años, todo más diez) los revisaba y daba el Visto Bueno.
Tengo que confesar que nunca tuve ningún escrúpulo por mi incorrecto proceder, antes bien me siento orgulloso. “La Burocracia al servicio del Hombre, pero nunca el hombre al servicio de la burocracia”.
A los interesados no les daba ninguna explicación. Nadie por tanto podía pensar que me estaba saltando las "Normas Procesales". Reconozco que hasta me producía un cierto placer. Lo importante era que el abuelo iba a cobrar pronto su Pensión.
Hasta que el Concilio Vaticano II no dio carta libre para llevar sotana o no llevarla, todos íbamos vestidos de riguroso traje talar (vestidura a modo de túnica que llega desde el cuello hasta los pies; y en el caso de los curas diocesanos era de color negro). Moverse vestido con sotana con el pontón encharcado, en un día de lluvia, con el barro especialmente en las orillas del río, o con las nieblas que te parecían perpetuas, no era nada agradable.
Por eso al día siguiente de escuchar por radio que ya nos podíamos quitar la sotana, me la quité. El cura de Sástago Alfredo Pariente, mayor que yo, me había pedido que “le abriese camino", porque a él le daba vergüenza. ¡Tantos años protegidos por la sotana!
Más tarde me confesaría: "has ido tan rápido que yo no he podido reaccionar y seguirte”.
Recordemos que en aquellos tiempos desde Gelsa hasta Caspe no había más que un solo puente, el de Sástago.
No había por consiguiente puente ni en Alborge, ni en Escatrón. Las barcazas de trasporte cruzaban el río en Alforque, Alborge, y Escatrón.
Riada en el Río Ebro en Febrero de 2.009.
En la actualidad existe una sencilla carretera por la margen izquierda desde Alforque hasta Alborge. Recomiendo su recorrido por lo peculiar de su paisaje. Durante el mes de Agosto podrá contemplar hermosas higueras repletas de higos. Todo un placer. El recorrido es Gelsa, Velilla de Ebro, Alforque, Alborge y Sástago.
Pascual, mi vecino, me pidió que le cambiase la instalación eléctrica de su casa. Las conversaciones que habíamos tenido sucesivas veces le daban pié a pedírmelo. Le puse la instalación de tal manera que tanto desde la cabecera de la cama, como desde la puerta del dormitorio, se podía encender y apagar la luz indistintamente. Ello suponía una gran comodidad, especialmente en relación con la del patio, garaje, o cuadra de los animales.
En 1963, aquello era una novedad para el pueblo. Muchos quisieron cambiarse la instalación. Además el electricista no les cobraba nada. Naturalmente me invitaban a comer o me lo compensaban en especie con productos propios.
La gente estaba contenta, yo empleaba mi tiempo, y ganaba en autoridad moral para llevar a cabo toda la planificación de las actividades que me había propuesto. Era un chantaje, en este caso, creo que a favor de todos.
A estas alturas de mi relato quizás se me achaque que teniendo por título "El Dios de mi pequeña historia", se nombre poco a Dios, pero es "racionalmente lógico para mí", puesto que Dios subyace debajo de toda la vida.
Si se prefiere otra expresión, "Dios está presente en todo porque nos envuelve desde el inicio del Universo en el Bing-Bang preexistiéndole al mismo”. Nosotros existimos en el tiempo, Él nos preexiste por encima del tiempo. Más allá del tiempo. “Dios subyace en todo y por encima de todo". Y si se me fuerza diré que incluso "a pesar de todo".
Somos parte de Dios, aunque Dios, que es el Todo, es más que nosotros. Las partes forman parte del todo, pero el todo es más que las partes.
Dios no se confunde con nosotros, pero sí que nosotros somos algo que ha salido de Él a través de nuestra Madre Naturaleza.
Al modo de, como podríamos decir, “mi caminar es parte de mí, pero yo soy más que mi caminar”.
Somos el caminar de Dios en el tiempo, pero con libertad personal.
En lenguaje metafórico diríamos que somos como sus pies y sus manos a la hora de continuar su creación. Lo que pasa es que estos pies y estas manos, que somos nosotros a imagen y semejanza de él, están constituidas por vida propia y libre albedrío para caminar y actuar dentro de nuestra historia en el tiempo, y porque así lo ha querido Dios.
“La energía de Dios habita en nosotros”.
Nosotros podemos malograr los efectos de esa energía o hacer que esa energía tenga efectos óptimos para toda la humanidad.
Es decir que, o actuamos a favor de todos los hombres de la tierra, y en especial de los más débiles, o actuamos en contra del Plan de Dios.
Digámoslo de otra manera de  la mano del sacerdote, teólogo y jesuita Jesús María Alemany en “Puntos de vista” del Periódico Heraldo de Aragón del día 22 de febrero de 2.009, ante la campaña en los autobuses públicos: “Probablemente Dios no existe, deja de preocuparte y disfruta de la vida”.
Decía textualmente: “Jon Sobrino, compañero y excelente teólogo rescatado de la masacre, está empeñado en demostrar que la alternativa real no es “creer en Dios” o “no creer en Dios”, sino “en qué Dios” se cree o no se cree. Dicho de otra manera, la alternativa entre fe o ateismo encubre con frecuencia otra solapada pero más peligrosa: fe o idolatría”.
Creemos en un Dios fuerte y justiciero, el manipulado por los fuertes de este mundo, o creemos en el Dios de los hombres sencillos, cuya predilección es la de los pobres. El Dios de Jesús a quien lo condenaron por blasfemo.
Y sigue diciendo Alemany: Ese Jesús que dijo que un Dios, para quien vale más el sábado que el hombre, “probablemente no existe”. Pero sí un Dios Padre, tierno ante el sufrimiento humano, tantas veces obra de nuestros ídolos”.
Y el teólogo Ronaldo Muñoz en su trabajo titulado “Dios Padre” en el compendio de Teología de la Liberación “Mysterium liberationis”, de Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino (Edit. Trotta, S.A. Madrid 1.990), dice:
“El Dios verdadero es el de las Bienaventuranzas y el del “Magníficat”, el Dios del reino ofrecido a los pobres y a los que tienen hambre y sed de justicia, el Dios que resucita al que fue crucificado por los poderes y jerarquías sagradas de este mundo, el “Dios de todo-en-todos” de la reconciliación y la fraternidad universal; en definitiva el Dios de la vida plena y compartida para todos”.
Quede clara mi creencia.
Está claro que la imagen que yo me puedo forjar de Dios en un momento dado de mi vida, puede y aún debe ser diferente en otro momento de la misma. Vuelvo a recordar aquello que decía San Pablo: "cuando era niño pensaba como niño, hablaba como niño y actuaba como niño, pero ahora que soy adulto pienso, hablo y actúo como adulto".
Quiero decir más: "confesar y predicar a Dios con palabras tiene menos valor para mí, que tenerlo siempre presente en todos mis actos y actuar según su espíritu, según su energía”.
Recordemos aquello de "a Dios rogando y con el mazo dando". "No todo el que me dice ¡Señor, Señor! Entrará en el reino de los cielos”. Ni todo el que dice Señor, Señor, "hace la voluntad del Padre". Porque en definitiva se nos juzgará por aquello de "tuve hambre y me disteis de comer"; “estuve enfermo y me visitasteis”, etc..., que decía Jesús de Nazaret. Y “ha llegado el tiempo en el que a Dios no se le adorará ni en Jerusalén ni en el monte Garizín, sino en espíritu y en verdad”.
Para las fiestas de San Blas, 3 de febrero del año 1.964, el Alcalde y Secretario de Ayuntamiento de Cinco Olivas, decidieron que me tocaba a mí organizar en mi casa la comida para los representantes del pueblo, para las Fuerzas Vivas y Cofradía del Santo, aunque los gastos correrían por cuenta del Municipio de Cinco Olivas.
Y es que un año se hacía en casa del Alcalde y al siguiente en la casa del Cura.
Hubo que invitar también a la Guardia Civil de Sástago, puesto que eran los responsables del orden en la zona. El Sargento vino acompañado de otro guardia civil. El Protocolo lo dirigió el Secretario del pueblo. En definitiva los invitados fueron los que el Ayuntamiento juzgó conveniente.
Ello me dio ocasión de conocer a la gente "representativa".
Por mi parte intenté sacar el mayor provecho en cuanto a la observación de las personas, de la "novatada" o "encerrona" que me habían preparado, siendo yo un novato recién llegado. Es decir que el ayuntamiento descansó, debido al trabajo que tuvimos que realizar en mi casa.
La Señora Inocencia, en cuya casa me hospedaba, preparó la comida.
Fue una excelente comida y una animada velada.
Puente sobre el Río Ebro en Sástago.
Para las fiestas de invierno de Sástago, 17 de Enero de 1.965, día de San Antón, fui invitado acompañando a Alfredo Pariente cura párroco del pueblo.
A la hora de la comida alguien decidió que yo me sentara junto al Capitán de la Guardia Civil, que residía en Escatrón.
Ya habrán observado que yo traía ideas "progresistas" y quizás alguien quiso experimentar a ver qué pasaba.
El Capitán era joven, por lo que deduje que había salido recientemente de la Academia de la Benemérita, y que por lógica tenía los estudios recientemente actualizados.
Yo observaba que algunos nos miraban "de reojo". Por lo que decidí llevar la iniciativa, por aquello de que “quien da primero da dos veces".
Ni corto ni perezoso, y comenzada la comida, le pregunto: “¿Qué le parece la teoría de desarrollar el Ejército como una institución social?”-
Todos miraron hacia nosotros.
En el año 1.964, lanzar esa pregunta a un capitán era muy atrevido. Pero por otra parte la idea, si se pensaba bien, tenía su lógica y quizás su aquiescencia soterrada de gran parte de los comensales, unos socialistas "in péctore", otros republicanos nostálgicos, pero todos en el más estricto disimulo.
Todos pensaban, o muchos pensaban, que la  "mili" era una pérdida de tiempo.
Había caído en mis manos un librito que se titulaba precisamente así "El Ejército como institución social". Era del General Vicente Rojo Lluch, y publicado por la Editorial ZYX, en su Colección "Biblioteca Promoción del Pueblo"­.
El General Rojo nació en Enquera (Valencia) en 1894, y murió en Madrid en 1966. Diplomado de Estado Mayor Republicano, que dirigió la defensa de Madrid frente al General Franco, y las batallas de Belchite y de Teruel. Emigró a Cochabamba (Bolivia), y fue profesor de la Escuela Oficial de Guerra. En 1957 regresó a España. Fundó y dirigió la Colección Bibliográfica Militar. Entre sus escritos aparecen: "Elementos de arte de la guerra", "Alerta los pueblos", "Estampas de guerra", "España heroica, "Culminación y crisis del imperialismo", y "Así fue la defensa de Madrid".
La comida transcurrió muy animada. La educación (posiblemente represión) de los comensales fue muy aceptable. Quien más quien menos todos pusimos " una pica en Flandes". Pero D. José, el Sargento de la Guardia Civil de Sástago; de quien yo ya me había hecho amigo a través de sus dos hijos jóvenes, se marchó pensativo.

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