sábado, 4 de junio de 2016

SEPTIEMBRE, 2012.

¿Qué se fizo el rey don Juan? Los infantes de Aragón ¿qué se fizieron? ¿Qué fue de tanto galán, qué de tanta invención como truxieron?
Las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras,y cimeras,
¿fueron sino devaneos?
¿qué fueron sino verduras
de las eras?

SEPTIEMBRE, 2012

1 de septiembre

Septiembre ha comenzado con la aplicación del medicamentazo y la prohibición de atender en la Seguridad Social a los inmigrantes que no estén debidamente documentados. ¿Cree el Gobierno que con un decreto las personas no van a enfermar? ¿Se esconderán a los enfermos y sus enfermedades? ¿Qué se hará para paliar las que son infecciosas evitando su transmisión al resto de la población? Por el contrario no dudan los señores ministros en seguir ayudando a los banqueros comprándoles sus "productos tóxicos" para formar un "Banco malo", al mismo tiempo que los depósitos huyen de España ante el temor de una debacle.
Septiembre siempre ha sido un mes difícil para la economía familiar: la vuelta de los hijos al colegio y los gastos que ello arrastra, se verán aumentados este año por la elevación del IVA y los recortes en becas de libros y comedor. En mis paseos por el barrio observo que los carteles en los comercios de "se vende" "alquila" o "se traspasa" siguen creciendo al igual que la alarmante lista del paro. El gimnasio Basic-Fit que tengo enfrente de casa, es lo único que ha aumentado su clientela en este mes; hacer músculo parece estar de moda aunque muchos practicantes cuando salen a la calle lo primero que realizan es encender un cigarro. ¡Vaya contrasentido! Igualmente ocurre con las clínicas dentales; proliferan por todas las esquinas y aparentemente todas funcionan, aunque algunas solo han cambiado su ubicación buscando nuevos clientes.

4 de septiembre
Con el nuevo mes el paseo Calanda ha recuperado el ritmo normal y ya no es tan fácil encontrar un buen banco para descasar. Muchos abuelos y niños buscaron en el mes de agosto refugio en sus pueblos de origen y aprovecharon la vuelta a sus orígenes para celebrar sus fiestas patronales; festejos de los que cada pueblo presume de tener las mejores fiestas del mundo. Cantinela que cada año repiten ante las cámaras de la TVA con movimientos y andares semejantes a robots movidos por invisibles resortes; creo que si visionaran las imágenes de años anteriores pocos encontrarían la diferencia.
Por otra parte, la televisión regional lleva bastante tiempo realizando un programa titulado Pequeños pero no invisibles, mostrándonos la vida diaria de muchos pueblos aragoneses que perdieron su población en sangría lenta e irreversible, pero que han sabido subsistir venciendo las llamadas embaucadoras que la capital les mostraba. ¿Cómo se vive en estos pueblos? Las imágenes que la televisión muestra -dejando a la cámara como un visitante más que escudriña con mirada zoom todos los rincones- nos descubre unos lugares paradisiacos, en donde la soledad queda compensada por el atractivo de unas casas, modernamente acondicionadas, que han sabido mantener las fachadas originales que les daban personalidad. Solitarias y cerradas quedan las monumentales iglesias y ermitas que cada pueblo conserva como puede, pero que en días señalados del año recobran la grandiosidad y el entusiasmo antiguo cuando los nativos, atraídos por la magia de sus raíces, vuelven ilusionados a beber el alimento que les dio la vida. Solitarios están la mayoría de los campos, ajenos a su abandono, reivindicando cada año la explosión de una primavera que, si es generosa en lluvias, regala sus colores y aromas. Pero no todo se ha perdido. Allí quedan, como guardianes temerosos, pero alegres y felices, aquellas personas que no quisieron abandonar sus lares y hoy, con muchos años a la espalda, nos los muestran con orgullo creyendo que aún es posible que algún día las risas y llantos de los niños correteen por las calles, asfaltadas y limpias como espejos, cuando antaño eran de tierra y barro.
Se cerraron las escuelas, se fueron el médico, el veterinario, el practicante el maestro… Y aunque perdieron aquella atención diaria de unos sacrificados funcionarios, hoy son visitados, al menos semanalmente, en una rueda de tiempo cronometrado en donde todos pasan. Pero hay un lugar que no ha perdido su idiosincrasia; si antes era el café o el casino en donde se reunían, hoy es un solitario bar
a cargo de un vecino, a veces llegado de fuera, que incluso realiza las funciones de alguacil. Y el alcalde, que en numerosos municipios es elegido por consenso entre los vecinos, soluciona los problemas en concejos abiertos en los que todos sus habitantes pueden participar. Y en este recuperado paraíso tienen mucho que decir las mujeres; ellas, intentando resarcirse de la esclavitud de tiempos pasados, se asocian y realizan cursillos manuales de los más variados y hasta se atreven a practicar ejercicios gimnásticos que den fuerza a sus cansados huesos. Los hombres, más propensos a la contemplación, se limitan a sonreír y a soñar sentados en el carasol con la llegada de vecinos jóvenes; tal vez ellos sepan revitalizar los campos y montes que tanto trabajaron sus antepasados; descubrirles a los nietos cuando llegan los fines de semana, y especialmente en verano, que vivir en contacto con la naturaleza es más placentero que pasar horas y horas con los juegos electrónicos, encontrando en el silencio de la apartada aldea el goce de las cosas naturales que todavía quedan: contemplar la belleza de un cielo estrellado, oír el sonido de los pájaros y campanas, y cultivar esos pequeños huertos abandonados en donde los sabores y olores de las frutas y hortalizas trasmitían felicidad.
Éramos pobres, humildes y sencillos, pero el plato de lentejas lo compartíamos con la alegría que daba el amor. En aquel paisaje monocorde, en donde el dictador mandaba y todos le obedecían, escasa era la luz y duras las órdenes que en la oscuridad nos cubrían. Tras muchas primaveras sin flores atravesamos el largo túnel y cantando canciones nuevas llegamos ilusionados a la otra orilla. Tanto sol recibieron algunos que, ofuscados por la libertad conseguida, comenzaron a perder el aliento sano quedando la verdad de nuevo dormida. Atento pues, caminante; vigila la veleta de quien te guía: la altivez, el orgullo y la prepotencia, girar puede la noria al revés dejándote atascado en la antigua orilla.


8 de septiembre
Esta mañana me he sentado en un banco en el que descansaba un joven inmigrante. Por su oscura y triste vestimenta, así como su mirada frágil y afligida, me ha hecho pensar en una persona insegura y débil. No he tardado en entablar conversación; me gusta dialogar con los que están a mi lado.
-¿De dónde eres?
-De Argelia.
-¿Llegaste a España en patera?
-No, no. Entré legal, con visado -me dice mostrándome la palma izquierda de su mano.
-¿Vives por este barrio?
-No, no. Ando por todos los sitios.
-¿Tienes trabajo?
-Busco y busco pero no encuentro nada.
-¿Y dónde duermes?
-En la calle.
-¿No vas al albergue?
-Ya no me reciben. Tienen que pasar tres meses desde que estuve allí para que puedan admitirme de nuevo.
Le cuento que en este barrio han aumentado mucho los inmigrantes africanos de etnias muy distintas, dándole un variado colorido. En ese instante pasa por delante de nosotros una mujer con vestido hasta los pies y cubierta la cabeza con pañuelo; anda erguida, con la mirada altiva pero paso lento. Al verla el argelino me ha mirado sonriente, y con cierta complicidad me dice en voz baja:
-Esa es marroquí, pero es ramera; hay muchas por aquí. Argelia y Marruecos no nos llevamos bien.
Y realizando un gesto grosero con las dos manos me sonríe repitiendo:
-Uf, hay muchas marroquíes como esta.
Cambiando luego el tono de su voz me susurra con mirada suplicante que no ha comida nada desde ayer. Que necesita un café y un cigarro para que -señala su cabeza con el dedo índice- esta funcione. Le digo que no fumo pero que cinco euros para un café y unos churros le puedo dar. Me sonríe mientras abro el monedero y al dárselos me pregunta cómo me llamo. Se lo digo y al despedirnos me dice: "Gracias, amigo. Yo me llamo Jamel; todos tenemos una historia por contar; la mía es bastante oscura". Ya no he vuelto a verlo.

10 de septiembre
El verano nos dice poco a poco adiós pero la larga crisis que nos domina no encuentra el camino de salida. Cada vez hay menos de todo y el reparto de lo que queda se hace más traumático. Los periódicos locales en este comienzo de curso están llenos de anuncios que ofrecen máster y posgrados a los jóvenes para que tengan más oportunidades de futuro. Desde que se pusieron de moda esta doble formación han sido miles los jóvenes que la han realizado; sin embargo, a la hora de buscar trabajo algunos rebajan su currículo por creer que tendrán más posibilidades de conseguirlo.
La llegada de mi nieta Adrian sigue aumentado mi ilusión; espero que cuando descubra cómo es el mundo que le aguarda hayan vuelto las sonrisas y las flores adornen el paisaje. Ayer me dejó su madre acariciar su vientre para sentir los movimientos y pataditas que realiza. Por si el parto se adelanta, sus padres ya han preparado la maleta con todo lo necesario para el acontecimiento; los pañales, prenda tan necesaria en los bebés, han aumentado su precio. En contraste con este negro panorama, merece destacarse una noticia que leo en la prensa relacionada con trabajos de investigación realizados en España. El científico aragonés López Otín, investigador en la universidad de Oviedo, ha identificado, junto a su equipo de colaboradores, 78 genes implicados en la leucemia linfática crónica -la variedad más común en este tipo de cáncer- consiguiendo poder seguir la evolución de la enfermedad con tratamientos más específicos. López Otín prevé que en un futuro a cada enfermo se le hará un test para conocer su perfil genético y poder administrarle el fármaco más adecuado. Espero que el Gobierno no realice recortes económicos que pongan dificultad en este interesante proyecto.

12 de septiembre
He recibido una carta de Seguros Ocaso anunciándome que al subir el Gobierno el IVA de los servicios funerarios 13 puntos, el incremento iba a repercutir bastante en el recibo trimestral que abono. Este singular y macabro seguro lo llevo pagando desde que me casé. Mi esposa, que estaba asegurada con sus padres desde el día de su nacimiento, salió del recibo familiar para formar uno nuevo. Desde entonces, todos los años en el mes de diciembre recibo una carta en la que se me comunica el incremento de su importe, carta que debo devolver firmada con mi aprobación pero que nunca lo hago; sin embargo, la cuantía del aumento la realizan siempre. Al principio, cuando los recibos no se domiciliaban en los bancos, una persona visitaba trimestralmente las casas de los asegurados intentando cobrar el importe en metálico. Su presencia te recordaba que un día te visitaría la parca, y aunque estabas acostumbrado siempre te hacía pensar en la muerte durante unos minutos. Ahora, al cobrarlo por el banco, el susto ya no es tanto, aunque los achaques van aumentando con la edad y sabes que cada vez estás más cerca del andén definitivo. Me reconforta el pensar que cuando el sol se esconda definitivamente por el horizonte lo más valioso de la vida es haber querido y que nos hayan devuelto el cariño.

Escarrilla. Pirineo Aragonés

15 de septiembre
Este mes cumplen años cuatro miembros de la familia: dos hijos, la esposa y su hermana. Y dentro de pocos días llegará el de la nieta Adriana: todos Virgo. Parece ser que el frío del mes de enero hizo unir más los cuerpos y los corazones y la siembra se agarró con más fuerza en la tierra prometida. Ayer, todas las miradas iban dirigidas a la cara y al vientre de la futura mamá que ya nota, nerviosa, que su hija quiere participar en la fiesta. Yo la miro y sonrío. La vuelvo a mirar y una inquietud extraña quiere envolverme. El estreno de ser abuelo pone también mariposas en mi estómago.
El curso escolar para los pequeños comenzó ayer. Al mediodía me acerqué hasta la escuela Moreno Calvete para contemplar la salida de los niños en su primer día de clase. Qué alboroto. Aunque lo más significativo era el ambiente cosmopolita que allí se respiraba. Niños inmigrantes europeos, africanos. sudamericanos, chinos... se mezclan en las filas de salida formadas en el recreo mientras las madres esperan en la acera; veintidós nacionalidades distintas hacen que solamente el 8% de los alumnos sean españoles Una maestra, antigua compañera, me dijo que en su clase la única española era ella. Al ver este panorama dudas si están en Zaragoza. El colorido de las diversas vestimentas y los sonidos de distintos idiomas se mezclan con expectante naturalidad. Este colegio, construido en lo que fue la antigua Estafeta de Correos del barrio, desarrolla programas especiales para población inmigrante sin recursos. Visitando este centro, el Andrés Manjón o el Juan XIII, compruebas el cambio de la fisonomía del barrio en los últimos años. Las autoridades educativas tienen que tener en cuenta esta especial situación concediéndoles los mayores apoyos posibles.

17 de septiembre
Los teléfonos móviles han inundado todos los terrenos. Su uso desmesurado está afectando alarmantemente a nuestro momentos más íntimos. La adicción entre los más jóvenes es tan grande que hasta dicen los psicólogos que ha nacido una nueva dependencia -la momofobia- más fuerte que el consumo de algunas droga . Hoy se ve a mucha gente joven caminar por calle con el móvil en la mano como una prolongación de su brazo. Cuando se hace de noche parecen extrañas luciérnagas en busca de apareamiento.
Mi uso del teléfono móvil es muy limitado, únicamente lo abro cuando salgo de casa a dar mis cortos paseos. Lo de enviar mensajes lo llevo mal; escribir correctamente lo encuentro dificultoso porque mis dedos artríticos no saben marcar bien las correspondientes letras. Este aparato tan loable nos recuerda, a los ya veteranos, cuando para hablar desde la ciudad con la familia del pueblo era necesario solicitar con tiempo una conferencia, solicitando que acudieran a la central telefónica de la localidad a una hora determinada. La llegada de los móviles cambió lo que se entendía por comunicación para convertirse poco a poco en un instrumento con múltiples aplicaciones. Los últimos modelos hacen que el fanatismo por su uso aumente considerablemente; los mensajes y los chat, con fotografías incluidas, han conseguido convertirlo en un caro juguete que absorbe demasiado tiempo y dinero. En mis últimos años como maestro no existían los móviles, pero muchos alumnos poseían un juego electrónico llamado Tamagotchi en cuya pantalla aparecía una virtual mascota en forma de huevo; mascota que requería de su propietario obligaciones necesarias si no quería que muriese: darle de comer, llevarlo al baño, jugar... En ocasiones esos deberes coincidían en horas de clase cuando todos estaban en silencio y sonaba la alarma del animal pidiendo ayuda. Aquello ponía en la clase cierto desbarajuste que me obligaba a decirle al alumno que cerrara su aparatito. Esta orden producía en sus dueños angustia y hasta lloros porque, me decían, podía fallecer su virtual amigo. Hoy día son los móviles los que ponen en los alumnos esa ansiedad cuando reciben mensajes y no les dejan leerlos. ¡Qué manera de esclavizarnos!
En la comida familiar que celebramos la semana pasada era curioso contemplar cómo cada hijo tenía su móvil junto a los cubiertos. Alguno, mientras ingería los alimentos miraba a la pantalla por si aparecía algún mensaje. No me atreví a decirles qué pensaba, pero no se tardará en que las reuniones familiares o de amigos, las conversaciones que tanto animan y entretienen, sean algo pasado de moda. Si la pantalla de televisión ya nos quitó intimidad, son ahora los móviles los nuevos huéspedes de la casa.

18 de septiembre
Las muertes acaecidas este verano en nuestra ciudad de varias personas que vivían solas en sus pisos, debería hacernos pensar qué estamos haciendo mal en esta sociedad que se autodefine como progresista para que tales hechos sucedan. Y lo más triste y desagradable del suceso es que el descubrimiento del óbito se produjo cuando los vecinos notaron un olor desagradable -¿a qué huele la muerte?- por el rellano y las escaleras. Pobres víctimas. La soledad, el abandono y la tristeza que día a día iban a cumulando, les robó las fuerzas impidiéndoles solicitar auxilio. Solos venimos al mundo y solos lo dejamos, pero las primeras voces que nos acunan, distintas a las últimas que nos lloran, tienen el mismo abrigo para lo que cada uno va a descubrir: la primera, el camino por recorrer; la segunda, el gran misterio; el sueño eterno del silencio.

19 de septiembre
Quedan cinco días para que se cumplan los nueve meses de gestación de Adriana. Todos estamos muy nerviosos. La madre nota que su vientre ha bajado de altura y dice sentir a su hija completamente encajada, sin embargo nota menos sus movimientos y las pataditas que le daba. Por su mente pasan a velocidad del rayo los más variados pensamientos; tan pronto sonríe, como sus ojos, perdidos en la lejanía, muestran preocupación y ansiedad. El número telefónico de la comadrona lo tiene escrito por todas las partes; es a ella a quien primero debe llamar. ¿Llegará de día? ¿Llegará de noche? Procuraré que la intranquilidad no intente dominarme. Sueño con mi nieta y una sonrisa extraña se escapa en el silencio del dormitorio.

21 de septiembre
Hoy, Día Mundial del Alzhéimer, todos los periódicos nos recuerdan la silenciosa enfermedad que cada día se instala en las personas mayores de nuestra sociedad. El vivir más tiempo que nuestros antepasados lleva consigo el peaje de sufrir este castigo que aumenta cada vez más. Cerca de un millón de personas lo sufren en España, y aunque se está trabajando con la fabricación de una vacuna, su uso, si llega, tardará bastante. Mi padre -vivió 90 años- y el padre de mi esposa -89-, fueron víctimas de ella; los médicos le llamaban entonces demencia senil; ahora se ha demostrado que puede llegar a edades no tan elevadas. Recomiendan para no llegar a ese lamentable estado exigirle al cerebro acciones distintas a las habituales; no caer en la rutina y realizar juegos que exijan pensar. Mi esposa lo realiza constantemente. Todos los días, antes de acostarse, resuelve los dos crucigramas del periódico y hasta se entretiene en localizar las diferencias existentes en dos dibujos semejantes. Siempre lo consigue. A mí me cuesta bastante.
Va perdiendo lentamente la memoria. La inquieta noche, en vuelo sin retorno, trasladó sus secretos y sueños a una lejana galaxia. No recuerda los años que tiene ni el día en que nació. Se le ha olvidado sumar y derriba inconscientemente la comida al llevarla a la boca.
Así un día y otro día las palabras que le rodean son toses opacas; gritos redondos que le pasan de largo sin entenderlos. Ha olvidado las canciones y los caminos, y al hombre que le habla en el espejo no le entiende las palabras y gestos que le dedica.
Le duelen las piernas, los brazos y el corazón, pero es la soledad lo que más altera su alma. Duerme poco. Grita cuando la noche se acerca: la oscuridad dobla las paredes de su habitación como queriendo sepultarle.
Sueña con sus padres que le visitan pero no se atreve a coger la mano que le muestran. Únicamente la caricia ocasional, o una sonrisa dulce y suave, pone vibraciones placenteras en un cuerpo que ya no es suyo.

22 de septiembre
Ayer el paseo fue al atardecer. Acompañado de mi esposa caminamos lentamente hasta el cercano parque del Castillo Palomar; original espacio formado en varios desniveles que se adaptó el año 1971 en unos terrenos que pertenecieron a la familia zaragozana Palomar. Familia que construyó, a finales del siglo XIX, una original casa, en forma de castillo, en la parte más alta de la finca. Desde su atalaya se divisaba un extenso paisaje que por el Este abarcaba el valle del Ebro, limitado por los montes de Juslibol y Castellar; y por el Oeste toda la sierra moncaína con su gigante el Moncayo. Hoy, encerrado entre numerosos edificios de gran altura, solo se puede ver una parte de la grandiosa estación intermodal al lado de la primitiva Caminreal cuyo pequeño, pero singular edificio, queda eclipsado por su hermana mayor bautizada como Delicias, aunque su ubicación está dentro del barrio La Almozara. La extensa fábrica de pilas Tudor que se extendía por toda la antigua carretera de Logroño, desapareció igualmente absorbida por viviendas y grandes centro comerciales.
Sentados en la terraza, en medio de los veteranos pinos que la rodean, he recordado con mi esposa los tiempos de nuestra adolescencia cuando los alumnos de Santo Tomás íbamos a jugar los sábados por la tarde los partidos de fútbol, que el Frente de Juventudes organizaba, en los campos de la Sociedad Deportiva Escoriaza situados a los pies del castillo. Todos aquellos terrenos se transformaron en densas urbanizaciones convirtiendo el distrito Delicias en el más poblado de la ciudad, aunque hoy día sea uno de los más envejecidos.

25 de septiembre
El momento se acerca. A las ocho de la tarde ha ingresado Arantxa en la clínica. Tras examinarla el ginecólogo le comunica que mañana tal vez le provoque el parto porque no quiere que el bebé engorde más. Todos estamos un poco preocupados; ella, en cambio, está animada; por fin van a terminar sus molestias. Yo, también tengo mañana una cita a primera hora: ir al Centro Médico para que me extraigan sangre.

26 de septiembre
La extracción de sangre ha sido rápida. En esta ocasión, la enfermera, aunque me ha dicho que mis venas son muy finas y están castigadas, ha acertado a la primera. Me ha acompañado mi esposa y hemos desayunado en un bar cercano. Desde allí hemos llamado por teléfono a la clínica y de momento no hay novedad. Si la oxicitina no le estimula las contracciones tendrán que practicarle la cesárea. A la vuelta a casa una fina lluvia ha comenzado a resbalar por la calle. El conseguir un taxi nos ha costado más tiempo de espera que a la ida.
Son las dos de la tarde. Llama mi hijo desde la clínica y nos comunica que van a llevar a Arantxa al quirófano para realizarle la cesárea; la niña no quiere salir por sí sola; parece encontrase bien en su nido. Mi esposa, algo nerviosa, se desplaza inmediatamente al centro médico. Transcurridas dos horas el teléfono suena de nuevo. En los segundos que me cuesta cogerlo pasan por mi mente múltiples pensamientos. No pregunto quién llama sino ¿Ha ido todo bien? Todo muy bien, me responden. Ya puedes decir que eres abuelo de verdad, me contesta sonriéndose mi esposa. Me tranquilizo e intento relajarme en el sillón. Pasa una hora y suena el teléfono móvil. Su sonido no sé de dónde procede y me cuesta encontrarlo. Lo abro y leo: un mensaje recibido. Lo descubro y veo una fotografía de la carita de un bebé que me mira con los ojos cerrados. El texto dice: Tu nieta te saluda. No he podido pronunciar palabra alguna; las lágrimas han humedecido mis mejillas.

La mano del abuelo Santiago recibe la manita de sunieta Adriana. Pasado, presente y futuro unidos.

27 de septiembre
Esta tarde he conocido a mi nieta. Al entrar en la habitación he dirigido la mirada hacia la cuna pero allí no había nadie; la tenía su madre tapada y estaba afanosa moviendo sus labios en un pezón. Al ver aquella muñeca de carne sonrosada buscando su alimento, he sentido una emoción especial que me ha recorrido todo el cuerpo inyectándome alegría y gozo. Pasado ese primer instante mi mirada se ha dirigido a su madre y dándole un beso le he dicho: Gracias. Lo has pasado mal pero puedes estar satisfecha. Cuando la niña ha terminado su emocionante trabajo, mi hijo la ha cogido y me la ha colocado en los brazos para que la contemplara mejor. Ese olor, y ese calorcito que desprendía se han introducido en mi cuerpo con suavidad trayéndome el recuerdo de cuando su padre era como ella.

30 de septiembre
¡Aleluya! Son las once de la mañana. Dentro de una hora llegará mi nieta a su casa. Su abuela ha preparado la comida para los neófitos papás y yo he escrito un poema que voy colocar en el recibidor para darle la bienvenida.
Esa niña que sueña y llora en la cuna. / Esa niña que hace unas horas en el vientre de su madre dormía. / Esa niña que mama golosa para triunfar en la vida. / Esa niña que mueve los labios a futuras sonrisas. / Esa niña que sin abrir los ojos siento que me mira. / Esa niña que espera de los suyos largas y dulces caricias. / Esa niña tan guapa es mi nieta: se llama Adriana y alarga las cuentas de mi vida.

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