miércoles, 30 de abril de 2025

 

ROMERÍA EN 1897
(Albalate del Arzobispo y Ariño).

 

Laureano Molina

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D. Román García Gárate, siendo maestro nacional en una escuela pública de Bilbao (1927-1935), escribió un artículo “de elevado fervor patriótico” en el Boletín del Centro Aragonés de la ciudad (pag. 34), con el título “De mi tierra” (1929).

Hace referencia, usando nombres ficticios, a dos mozos, Juan y Miguel, vecinos de Albalate del Arzobispo y del pueblo limítrofe de Ariño. El escenario de los hechos fue la romería al Santuario de la Virgen de Arcos. La rivalidad entre los dos pueblos por la posesión de la imagen de la Virgen hacía historia. Hoy en día no es así, pero a través de los años, incluso de siglos, siempre existió ese litigio y esa pugna por la que, ante cualquier motivo, se desencadenaba una pelea llegando con gran facilidad a las manos.

Juan y Miguel se enzarzaron en una fuerte disputa llegando a agredirse a puñetazos e incluso con palos. Ante la cual los bandos de ambos pueblos se posicionaron “contundentemente”.

Pasó algún tiempo y ambos muchachos fueron movilizados para participar en la guerra de Cuba. Uno cayó mal herido entre unos matorrales quedando abandonado.

Entre los gritos de dolor no cesaba de repetir: “¡Virgen de Arcos, sed mi amparo y consuelo!”

Aconteció que el otro muchacho con algunos compañeros coincidió en pasar por allí, y al oír la invocación a la Virgen de Arcos, lo cogió, cargó con él y consiguió que le prestaran la consiguiente curación.

Algunos años más tarde volvieron a encontrarse en la Romería al Santuario de la Virgen.

El abrazo que se dieron ante sus correspondientes vecinos fue impresionante. Hubo grandes aplausos y camaradería entre los dos pueblos.

D. Emilio García Gómez, nieto de D. Román, hace referencia al artículo de su abuelo en su libro publicado sobre “Román García Gárate”, pág. 279, Febrero de 2014.

D. Román fue maestro y alcalde de Albalate del Arzobispo.

Por su parte José Manuel Pina Piquer en su historia titulada “De ilusiones y tragedias. Historia de Albalate del Arzobispo”, editada por el Ayuntamiento (2001), habla sobre los “Litigios con Ariño” (pag. 160) y “Graves incidentes en la romería al Santuario de Arcos entre vecinos de Albalate y de Ariño” (pag. 247), en donde hace referencia a la gran rivalidad entre los dos pueblos de Albalate y de Ariño por causa de la posesión de la imagen de la Virgen de Arcos. Interesante es también lo que aporta sobre “El extraño Caso del Pastor Natalio” (pgs. 129-133).

“El Santuario de la Virgen de Arcos se encuentra-, a orillas del río, frente a la Sierra de Arcos, muy cerca del pueblo de Ariño, cuya “puerta” queda marcada por el corto estrechamiento del río que separa los campos de ambas poblaciones. En realidad, Albalate y Ariño usan y disfrutan la fiesta con similar entusiasmo. Aunque a lo largo de la historia hubo sus más y sus menos, como por ejemplo los graves incidentes que se produjeron entre ambas poblaciones al celebrar la romería en el día 27 de Abril de 1.897, como ha quedado dicho.

“Nos querían quitar la Virgen”, me contó en cierta ocasión el abuelo Remigio, y que entonces tenía 34 años. D. Román tenía en esa época 19 años.

Cuando los de Albalate se enteraron de que “los de Ariño querían llevarse a “su” Virgen de Arcos, subieron al Santuario con palos, falces, horcas, y demás argumentos contundentes”. Tuvo que intervenir la Guardia Civil, me contaba mi abuelo Remigio.


La “sangre” no llegó al río y todo aquello es “agua pasada”. Pero las disputas llevaban ya varios años, y posiblemente incluso varios siglos.

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“MARIAM DE NAZARET”.

Siguiendo a José Antonio Pagola en su libro “JESÚS. Aproximación histórica”, podemos decir que vivir en Nazaret es vivir en el campo. Jesús vive abierto a la naturaleza: las flores del campo, los pájaros del cielo, y su Dios es quien tiene un cuidado amoroso por sus criaturas. Se alegra por el sol y la lluvia, pero mucho más por la bondad de Dios para con todos sus hijos. Por eso Jesús habla siempre desde la vida. Amar la vida y sumergirse en ella. La creación, el mundo, el hombre y la mujer es lo primero, después y como consecuencia amar al hombre-mujer, a la naturaleza, es decir, a toda la creación.

La preocupación de los nazarenos, los vecinos de Nazaret, era la subsistencia y el honor.

A partir de aquí se desarrollaban todas las demás actividades. Según la Misná, resumen de la Ley de Moisés, se organizaba todo. La mujer era “dueña de la casa, el hombre, amo de los campos”.

Por consiguiente, María (Mariam), todas las mujeres, su trabajo consistía primordialmente en la casa, preparar la comida, limpiar, reparar la ropa, Etc… Pero al ser Nazaret un pueblo pequeño, de montaña, aislado de la civilización dirigida desde Jerusalen, o desde el poder organizativo de los invasores romanos, las mujeres y niños participaban en la recolección de las cosechas: cereales, olivas, y uvas principalmente. Los higos de temporada y los higos secos eran alimentos importantes. Tenían prisa en recoger las cosechas por si venía alguna tormenta y malograra los esfuerzos de todo el año. Les iba en ello la vida: subsistir y pagar los cuantiosos impuestos a los que debían hacer frente, por parte del Templo de Jerusalen y por parte del Imperio Romano, era lo primordial.

Las mujeres salían de la aldea para traer agua y leña; los hombres además de las faenas del campo, remendaban los aperos de labranza, tejían y reparaban el calzado de toda la familia: sandalias de cuero, de pieles curtidas. Las ovejas y las cabras eran un complemento en la subsistencia de los nazarenos.

María, la madre de Jesús, hacía lo de todas las mujeres de entonces: cuidar de la casa y de los hijos.

Las mujeres a penas tomaban parte de la vida social de la aldea, eso era cosa de los hombres. Aunque las mujeres se acompañaban y se apoyaban mutuamente en su propio mundo.

Jesús más tarde defenderá a las mujeres de la descriminación que sufrían. No eran dueñas de sí mismas. Pertenecían al varón: padre, esposo, hasta podían ser vendidas. Las viudas quedaban en total desamparo. Jesús las acogerá entre sus discípulos, y se manifestará abiertamente contra el repudio del marido a su mujer. Jesús fué un gran defensor de la mujer en un mundo totalmente adverso. No fué políticamente correcto como diríamos hoy en día. Fué radicalmente justo. Fué a la raiz de los males. Liberó a sus proximos de las enfermedades que padecían, y los liberó, además,  de la sumisión interna endémica, siendo víctimas de una cultura multisecular, religiosa por una parte, y política por otra.

Jesús fue un laico (no era sacerdote judío) en el sentido de que era uno más entre los demás; en el sentido de que lo laico es lo “común a todos”, es decir aquello en lo que todos coinciden. Lo laico es lo que une a los ciudadanos y suprime privilegios. “Todos iguales ante la Ley, todos iguales ante Dios”. “Todos somos hermanos”. Esto es la exigencia que el Evangelio impone a los seguidores de Jesús. Y María fue la fiel seguidora de su hijo Jesús. La primera educación que recibió Jesús fue la de su madre. Mas tarde la influencia de su padre José fué determinate. "De tales árboles, salió tal astilla".

Si en Jesús lo humano-masculino es asumido por Dios mediante la encarnación, igualmente en María es asumido lo humano-femenino mediante el nacimiento de “María mujer”. Lo femenino se convierte en camino de lo humano hacia Dios, y de Dios hacia lo humano.

“¡Y cuanto más humano, más divino!”

(Zaragoza a 25 de Mayo de 2014. Laureano Molina Gómez).

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Remigio Gómez Bude y Román García Gárate. Consuegros.
 
Portada del libro de Emilio García Gómez.
 
 
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Portada del libro de José Antonio Pagola, teólogo e investigador en Sagradas Escrituras. 

Nazaret en la actualidad.
 
Paisaje de Nazaret en la actualidad.
 
Recreación de escena nazarena.

 

 



 

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