miércoles, 3 de febrero de 2016


TÍO FRANCISCO


Francisco Gómez Manero. (1893- + 8-2-1970).

Lo había olvidado. Debió de ser después de hacer mi Primera Comunión. Ocurrió un 6 de mayo de 1945. Tenía cumplidos ocho años, y la 2ª Guerra Europea terminaba el día nueve del  mismo mes y año. En el mundo acabarían los conflictos, una vez que el Imperio Japonés se rindió a las Fuerzas Aliadas después que experimentaron los efectos de las dos Bombas Atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki en los días 6 y 9 de agosto de 1945.
Mi tío Francisco –Francisco Gómez Manero- me llamó con cierto aire de misterio, y de su mesita de noche sacó unos escritos en un papel fuerte y un tanto amarillento, enrollados y atados con un cordoncillo. Comenzó a leer algo que había escrito hacía años. Yo apenas prestaba atención a lo que él emocionadamente leía. Yo no comprendía gran cosa de lo que aquellas palabras querían decir. Pero sí que deducía emocionalmente que para tío Francisco aquella lectura era muy importante. Leía emocionado con una respiración entrecortada. ¿Qué quería trasmitir aquel hombre trabajador, sencillo, religioso e inmensamente bueno? Más tarde me fue contando algo que todavía entendía yo menos.
El 18 de julio de 1936 el General Franco se alzó en armas contra la II República Española. En la madrugada de día 21, Albalate del Arzobispo era sitiado por tropas nacionales fieles a Franco venidas desde Zaragoza (Zaragoza estuvo siempre en manos de los seguidores de Franco). Hacia las 21 horas el pueblo estaba bajo el mando de los nacionales.
El 23 del mismo mes, el Alcalde Socialista y Republicano Jorge Pina Casorrán (según comentarios de la gente era una bella persona) fue fusilado por los ocupantes. Previamente habían elegido ya a otro alcalde adepto a los sublevados.
Unos 200 albalatinos fueron hechos presos y custodiados en la plaza de toros de la villa, y otros 300 jóvenes huyeron por los montes cercanos.
Según José Manuel Pina Piquer, autor del libro De ilusiones y tragedias, Historia de Albalate del Arzobispo (2001), nieto de abuelos fusilados, uno por un bando y el otro por el contrario, enfrentados en la guerra que comenzaba en España, el albalatino y Diputado por el Partido Liberal Antonio Bernad hizo grandes esfuerzos para evitar las represalias para con los republicanos.
Tío Francisco me hablaba con mucho respeto y admiración de D. Antonio Bernad. Cuando el abuelo Remigio se hallaba moribundo, (murió el día de Navidad de 1947), se presentó en la casa del Cantón Curto, 5, donde vivían los abuelos, para dar el último adiós al que había sido hombre de confianza de la familia. Los abuelos habían trabajado las fincas de los Bernad en la llamada “Torre Bernad”, donde habían nacido los doce hijos que tuvieron Remigio Gómez Budé y Eulalia Manero.
Pero el 1 de agosto, la Columna del anarcosindicalista Antonio Ortiz, procedente de Barcelona, pasa el Ebro y se posesiona de Caspe, Híjar y Albalate. Fue el Capitán Miranda el que se hizo dueño del pueblo. Se creó la Colectividad Libre de Albalate Luchador. El pueblo se llamaría así hasta marzo de 1938.
Los milicianos fusilan al que había sido el causante de la muerte del alcalde Jorge Pina. El Capitán Miranda ordena quemar los archivos de la Villa, retirar las imágenes de los santos de la iglesia, (los sacerdotes habían huido ya a Zaragoza), y hace una pira con los santos en medio de la plaza. Otras imágenes fueron rodando por la cuesta de Las Losas hasta ir a parar al río Martín. La iglesia quedó convertida en almacén-supermercado de la Colectividad.
La gente con Billetes Municipales conseguía lo que le hacía falta para subsistir; patatas, judías, harina, etc., y las prendas elementales de abrigo. La Colectividad  funcionaba a tope. Los Trabajos de los campos eran cultivados por organizaciones comunales. Parecía el inicio de una nueva sociedad.
Papel moneda de Albalate luchador
Pero se comienza a depurar, por los milicianos venidos de Barcelona, a los que fueron fieles a los sublevados de Franco. Se fusila a ocho albalatinos en la Cuesta de la Calzada de la carretera que conduce a Andorra y Alcorisa. Ello ocurrió el 16 de agosto de 1936.
El 1 de Septiembre, en las tapias del Cementerio del pueblo, se vuelve a fusilar a otros 29 vecinos de Albalate considerados seguidores de las llamadas tropas nacionales. En total, y en unos pocos días, fueron fusiladas 43 personas, dejando viudas y huérfanos a distintas familias albalatinas. Además, otros cinco vecinos morirían en días sucesivos en Lécera, San Cristóbal, en el término de Albalate, Vinaceite, Madrid, y Fabara. Cuarenta y ocho fusilados en total.
Mientras tanto, en el mes de noviembre del 36, en Zaragoza se bendecía una nueva imagen de la Virgen de Arcos, realizada por los hermanos Albareda adquirida por José Rivera. Ello tuvo lugar en la iglesia de San Gil.
Todos estos escenarios, hechos y circunstancias fueron los que motivaron a tío Francisco, poniendo su alma a tope, a reventar en una oración hecha poesía, pidiendo ayuda a la Virgen del Pilar y a la Virgen de Arcos para que terminara de una vez aquella maldita guerra. La poesía, escrita en una cuartilla de líneas con esmerada caligrafía, decía así:

A la Virgen del Pilar
Le pido con ilusión
Que salve a Zaragoza
Como también a Aragón.
Virgen Santa del Pilar
Te ruego de corazón
Que no se permita jamás
Que sucumba la nación.
A la Inmortal Zaragoza
Viniste en carne mortal
Y allí dejaste tu imagen
En un hermoso Pilar.
Y por eso los malvados
Nunca la destruirán
Porque antes de conseguirlo
Todos se confundirán.
Y por vuestra intercesión
Alcanzar de vuestro hijo
Que aplaque pronto la guerra
Y sucumba el enemigo.
Para que se fortalezca
La fe y la devoción
Convierte a esos malvados
De su mala inclinación.
Para que en España reine
La paz y la religión
Y plantar grandes banderas
Del Sagrado Corazón.
También a la Virgen de Arcos
Le pido con gran fervor
Que como madre y Patrona
Acoja nuestro clamor.
Muchos hijos de Albalate
En contra de vos están
Porque han perdido la fe
Pero ya se convertirán.
Hicisteis grandes favores
Pero los han olvidado
No recuerdan de la Historia
Cuando al pueblo habéis salvado.
Te pusiste en una peña
Para gran alivio y rescate
De sequía plaga y peste
A los hijos de Albalate.
Ahora que también se hallan
En grande necesidad
Con vuestro auxilio divino
También los podéis salvar.
De las bombas y metralla
De hambre o enfermedad
Y hacer que de vuestro hijo
Alcancen pronto la paz.
En este último verso
He prometido ensalzar
Viva la Virgen de Arcos
Y también la del Pilar.


El 13 de Marzo de 1938 fuerzas franquistas ocupan definitivamente Albalate del Arzobispo. Albalate dejó de llamarse Luchador y volvió a llamarse del Arzobispo.
 Tío Francisco, autor de los versos con su reflexión sobre la guerra en Albalate del Arzobispo.

Terminada la guerra, saliendo vencedor el General Franco, comenzó una depuración sistemática de republicanos. Unos huyeron al extranjero, otros fueron a parar a las cárceles de la Nueva España y muchos fueron ejecutados en Juicios Sumarísimos. A las mujeres se les cortó el pelo al cero. El terror y el silencio se instaló en las gentes perdedoras republicanas durante varios años. Cuando tío Francisco me leyó sus escritos y me contó tan nefastos acontecimientos, con un profundo suspiro me dijo: “si nadie hubiera señalado a nadie en el pueblo, seguramente no hubiera muerto tanta gente fusilada.”

Zaragoza, 15-09-2011

Laureano Molina Gómez

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