lunes, 7 de marzo de 2016

ESPEJOS EN LA HISTORIA



ESPEJOS EN LA HISTORIA
Pensamientos, frases, sentimientos.
Decidimos intentar resumir nuestras vidas en unas  cuantas frases que reflejaran nuestro pensamiento, nuestras vivencias, y especialmente nuestros sentimientos. Al mismo tiempo que indicaran cuales habían sido últimamente nuestras lecturas preferidas, y en especial en este último año 2.011.
Tenemos presente el panorama desolador de la economía mundial rendida a los pies del “Dios Mercado”, capaz de remover Gobiernos de Naciones al margen de la voluntad de los ciudadanos; y viendo el deterioro de nuestra calidad de vida que se avecina, y como consecuencia de recortes económicos injustos (se recorta más a los que menos tienen y menos a los que nadan en la abundancia); recortes en el llamado “estado de bienestar” conseguido, poco a poco, pulso a pulso, a partir de la última Guerra Mundial, la llamada Guerra Europea.
Si el funcionamiento de la economía de los pueblos se pone al servicio del dios Mammón devorador de todo lo que se le pone a su alcance, quedará devorado lo social, lo político, lo cultural y hasta lo más íntimo del ser humano, como pueden ser sus propias creencias religiosas.
Mi retrato personal de mi pensar y de mi sentir lo resumo en una serie de frases que a continuación desgrano. Unas frases son mías, las menos, otras las hago mías con la debida perspectiva temporal, la mayor parte de ellas. Son mis “espejos en la historia”. Frases que se complementan unas a otras, dándose luz desde diversos puntos de vista, y desde distintos lugares y tiempos. Pero todas expresan una misma inquietud: los pobres, la humanización de la sociedad, el vivir de otra manera, y en la búsqueda de “otro mundo es posible”.
No se trata pues de un relato, sino de unas reflexiones puestas en frases, y como tales frases deben leerse. Cada cual puede “mirarse” en las que más se aproximen a sus sentimientos.
He aquí mi aportación.


“No querer ser ricos, preferir ser hombres”.
Resumen de mi lectura de algunos Santos Padres dela Iglesia Católica y en concreto de San Juan Crisóstomo (344? - 407), y humanistas como Erasmo de Roterdam (1467-1536), y Santo Tomás Moro (1478-1535).
San Juan Crisóstomo  344?-407)). -“Debes procurar ser un hombre. Ten en cuenta que la riqueza no esta en enriquecerse sino en no querer enriquecerse. El rico será un hombre si ama al pobre, pero si se pierde todo en sus negocios es una encina, si es de ánimo feroz será un león; si es rapaz será un lobo, si taimado una serpiente… Aprende pues, de una vez en qué está la calidad del hombre”. (Homilía 6 sobre Lázaro. PG 48, 1034).
-“Es Aristóteles y no Cristo quien instituyó la propiedad privada”. (Adagio 301).
S. Jerónimo (347-419): “Todas las riquezas no tienen otro origen que la injusticia, y no se puede hacer uno dueño de ellas a no ser que otro las pierda o se arruine”. El refrán popular ya lo dice: los ricos lo son por su propia injusticia o por herencias de bienes injustamente adquiridos”…
“El problema de los pobres es difícil de resolver no solo por el apego de los hombres a la riqueza, sino también a la repugnancia que nos produce la miseria”. (Carta a Hebidia, PL. 22, 984-985).
S. Ambrosio de Milán (339-397): “Cuando das limosna no le das al pobre lo tuyo, sino que le devuelves lo suyo”.
“Las riquezas de la Iglesia no son para tenerlas guardadas, sino para distribuirlas y socorrer a los necesitados”.
“¿Por qué habéis tolerado que tantos pobres mueran de hambre, cuando poséis riquezas con las que lo hubierais impedido”? (Sobre los deberes de los ministros de la Iglesia, PL. 15, 146-149).
“La tierra ha sido creada en común para todos, ricos y pobres: ¿por qué pues os arrogáis el derecho exclusivo al suelo”? “La naturaleza engendró el derecho común, y la usurpación hizo el derecho privado”. PL. 16, 66). “La riqueza es siempre “ajena” y solo puede ser usada como se usa lo ajeno”.
(Todas estas citas las saco del libro de José Ignacio González Faus “Vicarios de Cristo: los pobres”. Antología de textos de la teología y espiritualidad cristianas”.).
Pierre de Blois (1130-1136): “Maldito el que esconde el trigo a los pueblos”.
Guido de Chartreuse (1083-1136): “Hoy los Sumos Pontífices (y casi toda la tierra siguiendo su ejemplo) contratan y arman al hermano contra el hermano, es decir, al cristiano contra el cristiano”. (Carta de un cartujo a un cardenal de la Iglesia de Roma).
Santa Catalina de Siena, 1347-1380). “La confianza en las riquezas empobrece y mata al alma, hace al hombre cruel consigo mismo, le quita la dignidad de lo infinito y le hace finito”.
“Los que se basan en las riquezas se hacen insaciables, porque aman las cosas que son menos que ellos, pues todas han sido creadas para el hombre para que le sirvan, y no para que le conviertan en esclavo”. (Diálogo 150, BSC, 1980, 380-381, 379.
Santo Tomás  Moro (1478-1535):“Querer ser rico es una estupidez y una perversión de la mente humana. Las loterías y juegos de azar incitan al deseo de ser rico” (T. Moro).
“La auténtica lotería no es que muchos aporten sus participaciones monetarias para que hecho el sorteo, solo los agraciados se beneficien. La auténtica lotería es la distribución de la riqueza existente en el mundo en beneficio de todos y no de unos pocos. Que la primera no sirva para distraernos del objetivo que es conseguir la segunda y auténtica lotería llamada justicia. (L. M .G.)
-“Para enriquecerse unos, se usurpan los bienes a los nativos”. (En el descubrimiento de América)”. (T. Moro. Bartolomé de las Casas).
-“Los ricos son: codiciosos, arteros e inútiles. Los pobres son humildes, sencillos, y con su trabajo diario más provechosos para la humanidad que para sí mismos”. (T. Moro).
-“No es sociedad justa la que concede grandes rentas y recompensas a los nobles; y no se hace ninguna previsión para los pobres labradores, carboneros, peones, carreteros, herreros y carpinteros”. (T. Moro).
-“Los ricos organizan la sociedad para conservar sus privilegios en detrimento de los pobres haciendo leyes. T. Moro).
Cuando se hagan, al menos, los mismos honores a un trabajador caído en el cumplimiento de su trabajo, que a un soldado muerto en el campo de batalla, empezaremos a vislumbrar los comienzos de una sociedad justa”.. Entonces estaremos en disposición de construir la Democracia Real. (L. M. G.).
Fray Francisco de Osuna (1492-1540), franciscano. “Los bienes de la Iglesia no son suyos, sino de los pobres”.
En la medida de que esto no se cumpla siglos posteriores, la Iglesia no podrá considerarse nunca “propietaria” legítima de bienes superfluos, ni quejarse de “desamortizaciones” o expropiaciones que se los quiten,
Quizás habría que preguntarse, ¿ de dónde proceden los bienes desamortizados?, ¿de donaciones, herencias?..., ¿mediante “presión” sobre las conciencias?, o el lavado de cerebro mediante las creencias religiosas “impuestas”?
Juan Luis vives (1492-1540), laico renacentista. En su “Tratado del socorro de los pobres” combate una “política municipal” que para “poner guapas” a las ciudades persigue a los pobres y los encarcela para que no se les vea”.
Tachan a los pobres de mentirosos, porque no lo son, sino que piden porque quieren vivir sin trabajar. Peor que esa mentira de los que se fingen pobres es la otra mentira de los que se creen con derecho a ser ricos ellos solos. Y si de veras no hubiera auténticos pobres, tampoco los habría falsos, porque ya no podrían camuflarse en aquellos”.
Su libro fue acusado de “no católico” por aquellos que juzgaban desde el punto de vista de los ricos. ¿Era demasiado cristiano para ellos? No lo soportaron.
“Todo aquel que no reparte a los pobres lo que sobra de los usos necesarios de la naturaleza, es un ladrón”. “Dime tú, que te has alzado con algo o con mucho, si eres más hijo de la naturaleza que yo. ¿Eres tú un hijo legítimo de la naturaleza y yo un bastardo? Luego hacemos propio por nuestra malignidad lo que la liberal naturaleza hizo común a todos”. “No se puede contar el número de los que tres años ha murieron de hambre en Andalucía, que aún vivirían si estuviéramos tan prontos a dar socorros como a pedirlos”.
Y como decía un clásico: “Hombre soy, y nada de lo que es humano lo reputo ajeno de mí”. (Publio Terencio (194 a. C.-159 a. C.), dramaturgo romano).
Tomás Muntzer (1490-1525) “El Postconcilio de Trento (1545-1563) en lugar de hacer la “Reforma Católica”, lo que hizo fue la Contrarreforma contra los protestantes”, (Lutero 1483-1546; Zuinglio 1484-1531; y Calvino 1509-1564).
“La sociedad injusta “produce ladrones” y “terroristas” u hombres violentos”.
“La mayor abominación sobre la tierra es que nadie se preocupe de los que pasan necesidad, mientras los poderosos hacen lo que les da la gana”. (Muntzer).
Tomás Malagón dirá cuatro siglos más tarde, (1917-1984): “La mayor desgracia que le puede ocurrir a un hombre es no saber lo desgraciado que es”.
“El que rehúse al Cristo amargo (que no melífluo), morirá por haberse hartado de miel”. (Muntzer)
Si no queréis sufrir por Dios, seréis mártires del diablo”. (Muntzer).
Para erradicar el terrorismo hay que erradicar previamente la injusticia. (L. M. G.).
Sin Justicia no hay Paz y sin Paz no hay crecimiento humano; no hay profundización en el humanismo, sea éste ateo, o creyente. Antes que la Caridad está la Justicia. (L. M. G.).
El que no quiere complicarse la vida por los demás, termina siendo víctima de sí mismo. Víctima de sus manías, aprensiones, celos, envidias, rarezas, avaricia, y en definitiva, víctima de su soledad. (L. M. G.).
“La gente enferma por alimentarse solo de egoísmo”, dice el médico de la ciudad a Glenn Ford por resistirse a intervenir contra la violencia de un ambicioso ganadero, “Lew Wilkinson” (Edwuard G. Robinson), que quiere todo el valle para él, con el apoyo de su no menos ambiciosa esposa “Marta” (Barbara Stanwick). Glenn Ford interpreta a otro joven ganadero llamado John Parrish en la película “Hombres violentos”. Estados Unidos, 1955,
El Cristo real de amargura por el sufrimiento de los pobres esta frente al Cristo melífluo de cruces que adornan los pechos de las gentes y de los altares construidos a mayor honra y gloria nuestra.
Nos dejamos llevar por una falsa piedad, “no meternos en la vida privada de los demás”, mientras, permitimos por nuestra inhibición, mirar hacia otra parte, o “mientras no me toque a mí?”, que el mal y la injusticia avance. (L. M. G.).
Aquella Iglesia que se encontraba entre monarcas deslumbrantes y laicistas nacientes, no supo “vivir como pensaba” y por eso acabará en el siglo XIX, “pensando como vivía”.
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Jonh Sobrino, (1938. Barcelona) teólogo y jesuita, viene a decir: “más que valorar si se cree o no se cree en Dios, se debe valorar “en qué Dios se cree”.
“Cuando desaparezcan los pobres, la pobreza en el mundo, podremos empezar a “demostrar” que Dios existe”.
J. I. González Faus, (Valencia 1935), teólogo y jesuita, recalca que “la existencia de los pobres solo es compatible con la existencia de Dios, si aquello que yo poseo y no me es necesario, deja automáticamente de ser mío”. “Existen los pobres, luego no es posible “demostrar” la existencia de Dios”. “El escándalo de los pobres, el que exista la pobreza, es igual al escándalo de la Cruz de la Primitiva Iglesia”. “Adorar a Dios sin los pobres es Idolatría”. El Dios de los pobres está frente al Dios del dinero”.
“La misericordia es el fundamento del humanismo”.
“¿Acaso se esconde la Iglesia “detrás” de Dios?”
“La Iglesia “dice”: los pobres son necesarios, porque así la caridad será necesaria, y por consiguiente la Iglesia será necesaria.
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Pero los humanistas del renacimiento y de la reforma venían a decir: el mundo está invertido, llama “justicia” a las leyes hechas por los ricos y para ellos, y llama “prosperidad” al bienestar, no de toda la sociedad, sino de una minoría de ella.
Los ricos pueden “juzgar socialmente” a los pobres, les llaman por ejemplo haraganes. Y no es lo mismo un rico borracho que un pobre borracho. Aquel será un señorito borracho, éste un indeseable. Pero, ¿pueden los pobres juzgar a los ricos?...
Es un falso humanismo: atender a los “hombres de provecho”, olvidando a los “infra-hombres”, que no merecen ser tenidos en cuenta. Nuevamente el “Dios de los Pobres” está frente al “Dios de los ricos”. Sin justicia, sin misericordia, sin auténtica piedad, sin libertad real y por tanto sin promoción integral de la persona, de todas las personas, no puede haber auténtico humanismo.
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Bartolomé de Carranza (1503-1576), dominico y víctima de la Inquisición. “La Misa y los Sacramentos, sin justicia o sin misericordia, son una obra muerta y además mortífera”.
Antonio Montesinos (+ 1526): “El descubrimiento de América llevó de hecho, a la ilegitimidad de la conquista de América. No se respetó la dignidad humana de los indígenas. A los conquistadores les guió la pasión por el oro. Los que así lo hicieron  no fueron cristianos”.
 Antes que la Caridad está la justicia. Sin justicia no hay caridad, hay limosna.
Una cosa es predicar y otra es dar trigo. La Teología se distanciaba de la realidad y además del Evangelio. Por lo que la Iglesia fue poco a poco aceptando la esclavitud en América latina.
Confesores y moralistas como Miguel García (1583), Gonzalo Leite (1586) lucharon contra la esclavitud por ser una injusticia, esclavitud viniera de África o de Brasil y al igual que Bartolomé de las Casas (1484-1566), y Bartolomé Carranza (1503-1576), Más tarde, en la historia, aparecerían luchadores como Simón Bolivar (1783-1830), Emiliano Zapata Salazar (1879-1919), Ernesto Guevara “Che Guevara” (1928-1967), Helder Cámara (1909-1999), Ernesto Cardenal (1925), Oscar Romero (1917-1980), Ignacio Ellacuría (1930-1989) y demás compañeros, Pedro Casaldáliga (1928), Camilo Torres Restrepo (1929-1966), Domingo Laín Sanz (1940-1973), Manuel Pérez Martínez (1943-1998), José Antonio Giménez Comín (1935?-1973?). Y todos los comprometidos por la liberación de una u otra forma contra las dictaduras en Iberoamérica, en diversas formas y compromisos. Y apareció también aunque marginada por el Vaticano la llamada Teología de la liberación.
Bartolomé de las Casas (1484?-1566): Intentó convencer a Carlos V para que aboliese y prohibiese los sistemas de “encomiendas” y “vasallaje” en la conquista de América, que equivalían a una forma de esclavitud legalizada. El rey no tenía derecho a enajenar sus gentes (los nativos) a nadie, ni siquiera “encomendarlas”.
“La Encomienda impide la evangelización, dirá Bartolomé, porque mata, crea enemigos, quita la paz y la justicia, contradice la libertad que anuncia el evangelio, pervierte y trastorna la moral, y desacredita al rey por su crueldad. Los nativos confunden, como si fueran lo mismo, los soldados del rey con los religiosos del Papa”.
En el mundo empezaría a darse un Ateismo teórico-práctico o Ateismo práctico-económico, al mismo tiempo que confesaban “creer en Dios”. Porque si no te opones a la Injusticia, te conviertes en un ateo práctico.
La libertad es aniquilada por el hambre, al igual que la incultura, la esclavitud, las dictaduras tanto militares como económicas; dictaduras sociales, políticas, culturales y religiosas.
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François Marie Arouet (Voltaire) (1694-1778) llegará a decir en un arranque de “progresismo”: “los pobres son necesarios, porque lo superfluo crea riqueza”.Por lo que no hay que dar lo superfluo a los pobres”.
    “La existencias de los pobres es un argumento muy fuerte contra la existencia de Dios, dirá por su parte Jacobo Benigno Bossuet 1627-1704.
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En nuestros tiempos, quedará escrito:“Los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres”, decía José de Sousa Saramago (1922-2010) en su novela “Levantado del suelo” y por boca de Almedia Garret: “pregunta a los economistas, políticos, y a los moralistas si han calculado el número de individuos que es necesario condenar a la miseria, al trabajo desproporcionado, a la desmoralización, a la ignorancia crapulosa, a la desgracia invencible, a la penuria absoluta, para producir un rico”.
“En España hacen falta alrededor de 70 pobres para mantener un rico”. “Para que dejase de haber pobres deberían desaparecer los ricos”. (Federico Montalban López “Pobres para que haya ricos”, Noticias Obreras-HOAC, Nº 1372 del 16-11-2004).
Existen pobres, luego no parece que exista Dios, al menos no existe en las cabezas “bien pensantes”; o lo que hay en esas cabezas, no es Dios.
Como dice Jonh Sobrino, más importante que saber si se cree en Dios o si se es ateo, es saber en qué Dios se cree. El día que se erradique la pobreza en el mundo podremos decir que Dios existe, que existe en los hombres.
Sin el hombre no hay Dios. Y sin Dios el humanismo se resquebraja. Para buscar el camino de Dios no hay otra forma que trabajar por una sociedad más justa, más humana. Porque el hombre cuanto más humano sea, será más divino.
Leonardo Boff (1938, Concordia, Brasil) dice: “La pasión de Cristo es la pasión del mundo”.
Dicho de otro modo: la pasión y muerte de los hombres, es la pasión y muerte de Jesús. Jesús sufrió al igual que muchos hombres a lo largo de la historia, antes y después de él. El mensaje de Jesús fue, y puede seguir siéndolo, un revulsivo para la sociedad en aras de conseguir un más extenso y profundo humanismo.
“En la historia de la humanidad ha habido momentos cumbre en los que han destacado hombres con una especial sensibilidad en beneficio de los demás, y en especial de los más pobres. Espartaco, Jesús de Nazaret, Francisco de Asís, Carlos Marx, Gandhi, Luther King, Ernesto Guevara “El Che”, Nelson Mandela, Oscar Romero, Ignacio Ellacuría y compañeros, entre otros muchos. Y con ellos…, “otro mundo fue posible”.
“Jesús de Nazaret fue especialmente sensible en la defensa del hombre necesitado y en la vivencia de un Dios de los Pobres. Por eso “El Dios de Israel” y los “Dioses Romanos”, sus representantes, acabaron con él como si fuera un proscrito, un esclavo, un infame”.
“¡Atrévete a pensar!, fue el grito de la Ilustración. Si el Dios concebido por los hombres hasta ahora, no satisface para una mayor humanización de la sociedad, sigamos buscando. Indignémonos primero y comprometámonos después. Pero luchemos por un mundo justo”.
“¡Indignaos!”, “Reacciona”, son los gritos en la actualidad de dos abuelos de 94 años como son Stèphan Hessel y José Luis Sampedro y otros colaboradores. “Comprometeos” clamará de nuevo Hessel en este año de 20011.

“Para inspirar respeto a la propiedad a los que no son propietarios, no conozco más que una receta: es hacerles creer en Dios, en el Dios del Catecismo, en el Dios que ha dictado el Decálogo y castiga eternamente a los ladrones. He aquí la única creencia popular que puede proteger eficazmente la propiedad”. (Montelambert en la Asamblea Nacional Francesa, el 20 de Noviembre de 1848). (Citada por Henri de Lubac, en Proudhon y el Cristianismo. Madrid 1965) y a su vez citada por J. I. González Faus en “Vicarios de Cristo: los pobres”. Antología de textos de la teología y espiritualidad cristiana. Barvelona, 2005, pág. 273).
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Federico Ozanam 1813-1853 por su parte llegará a decir: La verdadera caridad consiste hoy en comprender que no basta con la caridad”.
“La esencia del Sistema Capitalista es producir, la del Sistema Socialista es consumir (distribuir). Los dos llevan al materialismo”.
W. E. Von Ketteler (1811.1877), 0bispo de Maguncia, “el Helder Cámara del S. XIX”, dirá: “La mayoría de los hombres de los estados modernos está expuesta a las oscilaciones del mercado y del precio de las mercancías, para la supervivencia de sus familias y para resolver el problema cotidiano del pan necesario de cada día”.
“Este es el mercado de esclavos de nuestra Europa liberal, configurando según el patrón de nuestro liberalismo ilustrado, “humano” y anticristiano…¿Qué es lo que ha convertido al trabajo en una mercancía de mercado?, y ¿qué es lo que hace bajar su precio hasta el último peldaño en la escala de las necesidades vitales?
El salario del trabajador se determina por la oferta y la demanda Y la demanda y la oferta se regulan según la competencia. Lo que llegará a extremos insospechados si no hay medios de protección del trabajo. Una libertad de empresa incondicional y total producirá la más absoluta competencia entre los trabajadores. El nivel más alto de concurrencia generará bajar hasta el mínimo el salario de los trabajadores. (“Cristianismo y cuestión social, cap. III.
González Faus anota: estas páginas son de 1864, anteriores a “El Capital” de Carlos Marx, y escritas por un obispo. Las autoridades eclesiásticas dejaran luego a Marx solo en el campo de juego con todo el botín cristiano.  “La Iglesia perdió a los pobres, y los acogió Carlos Marx.
“El liberalismo de nuestros días está estrechamente vinculado con los poderes y los intereses del dinero. “Nunca ha habido una dictadura del dinero como la de nuestros días”. (Ketteler).
“El poder absoluto del dinero y la esclavitud absoluta de la Iglesia cristiana son consecuencias necesarias de una conducta liberal”.
“El liberalismo se ríe de todo eso de la “eternidad” y “el consuelo de la religión”. “El goce material constituye para él la única definición del hombre”.
“Cada día es mayor el abismo entre los hombres, debido exclusivamente al dinero”. “Mientras el socialismo cierra los puños ante el liberalismo…, y grita con toda razón que todos los hombres son iguales y que deben volver a ser iguales. “Pero la supresión de las jerarquías sociales no sirve para nada, mientras la propiedad, en manos de unos pocos, destroce toda igualdad entre los hombres en todos los campos de la vida humana”.
“Un pueblo de egoístas no puede fundamentar ningún poder realmente comunitario”. (Kétteler).
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La Naturaleza engendró el Derecho Común, y la Usurpación hizo el Derecho Privado.
La Propiedad, según los Santos padres, es una mera administración de los bienes de Dios a favor de los pobres.
Por su parte la Iglesia diviniza a Jesús, y olvida su vida real. Es más fácil creer en un Jesús “resucitado y glorioso”, que en un Jesús muerto en la cruz por intentar humanizar la sociedad en la que le tocó vivir. Por eso Jesús sigue vivo cuando ponemos en práctica su Mensaje.
El cobijo de los pobres en los hospitales (casas de acogida), y su formación, a partir de la Edad Media, dio origen a la “mano de obra barata”. Y llegó la industrialización. Se abolió la esclavitud, se superó la época de los siervos, apareció el proletariado, llegó la industrialización, pero ¿hemos conseguido la humanización de  la sociedad?
Según la historia, cuando la Iglesia abandonó a los pobres, los recogió Carlos Marx, como ya hemos apuntado.
Capitalismo para “producir”. Socialismo para “repartir” (“consumir”).
Neocapitalismo: producir para consumir, y consumir para poder producir. Esta es la ruleta en la vida de los pobres.
El trabajo tal como lo concibe el liberalismo es la causa de los pobres.
La Fraternidad, Igualdad, son olvidadas a la hora de promocionar la Libertad. Y sin libertad, no hay Personas. Sin personas, es la “selva”.
Y por su parte la Iglesia condena los valores revolucionarios, y emplea a Cristo Glorificado (que no a Jesús de Nazaret real, que ha sido olvidado y perdido a partir del Emperador Constantino, y todavía no lo ha encontrado), para luchar contra esos valores revolucionarios de los pobres.
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E. Lacordaire (1802-1861). con Montelambert y Lammenais son tres personajes del S. XIX en torno al periódico “L´Avenir” de mayor calado en la cuestión social y en defensa de los trabajadores..
El Papa Gregorio XVI no paró hasta deshacer el grupo.
He aquí algunas ideas:
La pobreza es el estado de un hombre que laboriosamente gana lo indispensable para la vida; y en la estimación del mundo, esa pobreza es el sumo mal.
La Pobreza-miseria, es no ganar la vida, por trabajo que en “ello se ponga”. Esa miseria puede resolverse por la “caridad”. O por el “salario social”; por el hecho de tener derecho y obligación a conservar la vida.
La miseria socorrida es la del hombre que vive de dones gratuitos.
La miseria desamparada es la no socorrida por la sociedad. Una miseria que se muere de hambre. Carece de trabajo, carece de limosna, carece de salario social. Es una miseria que va derecha a la muerte y se confunde con ella.
El hombre tiene derecho a vivir, pero esta condenado a morir de hambre. 
El materialismo “pagano”, egoísta, dice las cosas son así, o te enriqueces o mueres. Mata.
El materialismo “filantrópico”, que dice amar al hombre, busca el bienestar y la solución de los problemas, quiere que todos gocen de la vida, que se ame a todos los hombres. Pero el resultado es dejar “morir”, dice Lacordaire. Porque estamos en el reinado de la maquinaria, de la mecánica, de la producción industrial desarrollada en sentido autómata… Ha envilecido al hombre. Ha despreciado la mano de obra. Ha propiciado progresivamente la carestía de las primeras materias. Por lo que subsiste la pobreza, la miseria, tanto la socorrida como la miseria abandonada. (Lacordaire).
“A más desarrollo de la riqueza, más desarrollo de la miseria”. “Dichosa la pobreza voluntaria que beneficia a los demás; criminal la miseria”. “Del ideal de “riqueza para todos”, se ha pasado al lujo para unos pocos, y miseria para muchos”.
“No es posible ser cristiano sin amar incondicionalmente a los pobres”. (Lacordaire).
Hernann Kutter (1869-1931), párroco de Zurich, y socialista religioso, dirá “Nada pone tan de relieve el ateismo de los cristianos como el reproche que ellos dirigen a la Socialdemocracia. La cristiandad ha vivido durante siglos en la pereza y en la autocomplacencia, sin preocuparse de los pobres más que para darles el pan duro de una limosna piadosa. Hoy los socialdemócratas son despreciados por todo el mundo, y me inclino a creer que ahí se revela algo de Dios,…porque nuestra Iglesia, ¿da acaso la impresión de ser perseguida y despreciada por la causa de Jesús? Y ¿porqué? Porque no está con ella el Dios vivo”.
Lo que presenta, Kutter, es el Ateismo Revolucionario frente al Ateismo de los Cristianos que reniegan del Pobre por subirse al carro del Capitalismo.
“Pero voy a deciros una cosa (a los cristianos): el dinero ha cegado vuestro corazón, ha enloquecido vuestra razón y ha roto vuestra fuerza. El dinero ha arrancado de vuestros corazones la justicia, el derecho, la verdad y el amor, para plantar en ellos su propia moral”.
La cosmovisión a la luz del dinero podría ser:
“El rico y el poderoso vale más que el pobre”.
“El rico posee la Gracia de Dios. El pobre posee su ira”.
“El derecho del rico es Justicia. Y la Injusticia sobre el Pobre es Derecho”.
Kutter escribió el siguiente Decálogo del Dios-Dinero:
“No tendrás otro Dios más que a mí”. “No te harás ningunas imágenes, ideas o reflexiones que no sean prácticas a la consecución del dinero”.
“No respetarás nada de lo que hay en el cielo o en la tierra: Yo el Dinero soy un Dios fuerte que castiga con el desprecio y premia con bienestar y riqueza”. No hablarás mal del Dinero, o serás castigado”.
“Dedicarás seis días a los asuntos del Dinero, y el séptimo a pensar en él”.
“Honrarás al Dinero mientras vivas, para vivir largos días en bienestar con él”.
“No malgastarás nada”.
“No adulterarás en tu unión con el Dinero” (el 6º y el 9º).
“Robarás tanto como puedas”.
“Utilizarás contra tus prójimos falsos testimonios y prácticas mentirosas, pues esto le agrada al Dinero”.
“No desearás los bienes de otro que no sea el Dinero”.
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   La Teología de cualquier religión para servir al ser humano debe ser una reflexión y práctica misericordiosa, compasiva y liberadora. Y para que sea liberadora de todos los hombres debe intentar promocionarlos económicamente, socio-políticamente y cultural o ideológicamente. Por lo que la riqueza debe distribuirse a todos los hombres; fomentar la solidaridad y colaboración entre todos. Porque sin Justicia no hay Paz, ni “Fe en Dios que valga”. La teología debe elaborar una visión del mundo coherente y global: una cosmovisión profundamente humanizadora. Justicia, paz, promoción cultural, libertad para ser personas y siendo personas se dará la posibilidad de relacionarse con los demás y para poder creer en Dios el que lo desee.
El renacimiento tuvo como principio: “Fe en el hombre, fe en el progreso, fe en la nación”.
El pueblo  comenzó a ser soberano, tras los principios de la Revolución Francesa (1789): “Libertè, Ègalité, Fraternité. Y el 26 de Agosto de 1789, tuvo lugar la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
La Cultura Laica y la Cultura Conservadora Católica quedaron enfrentadas.
Hasta el Concilio Vaticano II (1962-1965) de la Iglesia Católica no se reconoció la Libertad, la Igualdad, y la Fraternidad como la base del cristianismo primitivo.
Pero en el Concilio Vaticano I (1870) se aceptó la Infabilidad del Papa.
Y “la Iglesia de los Pobres quedó frente a la Iglesia de la Infabilidad papal”.
 El Sistema Democrático topó con el Sistema Romano”, dirá el teólogo Hans Küng, nacido en Sursee, Cantón de Lucerna, en 1928.
“La sumisión, la humildad y obediencia al papa quedó frente a la libertad, el orgullo por ser hombre y la afirmación del hombre”. (Küng).
Pero la obediencia al Mensaje de Jesús ha de ser antes que la obediencia a la Jerarquía de la Iglesia.
Y a la Infalibilidad del Papa seguirá la Dictadura de los Dogmas.
Las creencias impuestas crean las guerras en nombre de Dios.
En el fondo de las guerras subyacen principalmente razones económicas, aderezadas con motivos abundantes religiosos.
Dice Hans Küng: “La religión no supo mostrar el camino hacia el fin del infierno de la guerra. La paz solo se pudo lograr dejando la fe a un lado”. (Por ejemplo, la Paz de Westfalia de 1648). El cristianismo se había mostrado incapaz de lograr la paz, perdió credibilidad, contribuyó al alejamiento de la religión y avanzó la secularización”.
¿Habrá que dejar de creer en Dios para poder creer en el hombre?, se preguntaba el teólogo de la liberación Juan José Tamayo Acosta en el año 2002. (Tamayo, nacido en Amusco, Palencia, en el año 1946.
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Ludwig Feuerbach (1804-1872) se preguntaba si Dios, ¿no era una proyección del hombre? Y respondía “ya no es Dios, sino el hombre, el punto de partida de todo filosofar”. “El primer objeto del hombre es el hombre. Dios es un reflejo del hombre”.
Y para Carlos Marx (1818-1883) Dios es un consuelo interesado. La religión es un opio para el pueblo”.
Sigmund Freud (1856-1939) dirá por su parte: “Dios es una ilusión infantil”.
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Charles Peguy (1873-1914), místico y poeta católico. Viene a decir que “la Iglesia ha dejado de ser la religión del Estado, y con ello es más libre, pero no ha dejado de ser la religión oficial de la burguesía del Estado.
“A la Iglesia le está cerrada la fábrica, y ella a su vez, se cierra a la fábrica. Porque es y actúa como la religión oficial del rico”. “Y ésta es la razón por la que la Iglesia no es nada”. “No es nada de lo que era y se ha convertido en lo más contrario a ella misma”. “Debe la iglesia realizar la inculturación de lo eterno en lo temporal: es el costo que debe pagar”.
Emmanuel Mounier (1905-1950), en su “Revolución personalista y comunitaria cita a Peguy diciendo: “La revolución será moral o no lo será”. Y hoy podemos decir: “y como no fue moral no fue revolución” (González Faus).
“Ponemos de relieve el principio metafísico del optimismo liberal, subyacente en todo el sistema. Se piensa que las libertades humanas, abandonadas a ellas mismas establecen espontáneamente la armonía. Pero la experiencia nos dice que la libertad sin disciplina deja el campo a los determinismos del mal, en los que los más fuertes desposeen y oprimen a los más débiles”.
Principios de moral social:
Primacía de la producción: es el hombre quien está al servicio de la economía. Ya no hay necesidades sino solamente Mercado. Ya no hay valores sino solamente precios.
Primacía del dinero: La economía y el trabajo están al servicio del dinero. Primero el dinero, después…El dinero es la llave de los puestos de mando. A partir de aquí viene la especulación como un gran juego de azar.
Primacía del provecho: del provecho capitalista. Ganancia adquirida sin trabajo. El provecho no está regulado según las necesidades, sino por los valores burgueses y capitalistas. Este afán de provecho expulsa o desvía progresivamente todos los valores humanos.
Por el contrario, Mounier aboga por la primacía del hombre y del trabajo. La economía al servicio del hombre, donde se satisfaga las necesidades materiales de todos. Economía subordinada a una ética de necesidades.
 Primacía del trabajo sobre el capital. El capital carece de derecho en una comunidad humana si no ha nacido del trabajo y si no colabora a un trabajo”. (Revolución personalista y comunitaria II, 6. Citado por Gonzáles Faus en Vicarios de Cristo: los pobres).
Concilio Vaticano II (1958-1965). En la última sesión del concilio se hizo público el llamado “esquema XIV” firmado por más de cien obispos. Decía:
Nosotros, obispos reunidos en el Concilio Vaticano II habiendo visto claramente las deficiencias de nuestra vida de pobreza según el evangelio…, nos comprometemos a cuanto sigue:                                                                                                          
1.     Trataremos de vivir según el modo ordinario de nuestras poblaciones…
2.     Renunciamos para siempre a la apariencia y a la riqueza….
3.     No poseeremos bienes muebles ni inmuebles…
4.     Confiaremos la gestión financiera de nuestras diócesis a seglares competentes…
5.     Renunciamos a ser llamados eminencia, excelencia…, preferimos llamarnos “Padres”.
6.     Evitaremos todos los privilegios.
7.     Evitaremos el animar o incitar la vanidad de los demás para obtener recompensas.
8.     Nuestro trabajo apostólico irá dedicado especialmente a los más débiles.
9.     Las obras de beneficencia las trasformaremos en obras sociales.
10.  Defenderemos públicamente todo lo que vaya encaminado a implantar la justicia, la igualdad y el desarrollo armonizado de todo el hombre y de todos los hombres.
11.  Participaremos en los gastos urgentes de los episcopados de naciones pobres. Y favorecer estructuras económicas y culturales para que los pobres salgan de la miseria.
12.  Conviviremos en caridad pastoral, revisión de vida, colaboración, ser más acogedores, abiertos a todos.
13.  Haremos pública nuestra resolución a nuestros diocesanos para que nos ayuden a cumplirlas.
(Citado por J. L. Martín Descalzo, “Un periodista en le Concilio, Madrid, 1966, IV, 490-493. Y a su vez citado por González Faus en Vicarios de Cristo: los pobres”).
 Hélder Pessoa Câmara; Fortaleza, 1909 – Recife, 1999) Arzobispo católico brasileño cuya defensa de la justicia social, así como su actitud de condena de las dictaduras latinoamericanas, lo convirtieron en símbolo de la llamada “Iglesia de los pobres” y en una de las figuras más destacadas de la teología de la liberación. Ingresó en el seminario en 1923, y fue ordenado sacerdote en 1931, siendo trasladado en 1936 a Río de Janeiro, donde se preocupó por las condiciones de vida de los habitantes de las “favelas”. Ante la amenaza terrorista dijo: “dad vuestros anillos antes de que os corten las manos”. (No se le hizo caso. Años más tarde (11 de Septiembre 2001), ocurriría lo de las torres gemelas en New York).
José I. González Faus comentará ante la frase de H. Cámara: “nos sale más caro combatir el terrorismo de lo que nos habría costado construir un mundo más justo”. (“El naufragio de la izquierda. Cuaderno 177 de Cristianisme i justicia. Marzo 2011. Barcelona).
Oscar A. Romero (1917-1980). Obispo en San Salvador y asesinado por sicarios del capitalismo por ponerse del lado de los pobres. Pocos días antes la Universidad de Lovaina le concedió el doctorado “honoris causa”. En el discurso que pronunció dijo unas cuantas cosas.
“La esencia de la Iglesia está en su misión de servicio al mundo, en su misión de salvarlo en su totalidad, y de salvarlo en la historia, aquí y ahora. Hay que solidarizarse con las esperanzas y gozos, con las angustias y tristezas de los hombres. Ese mundo de los pobres es la clave para comprender la fe cristiana. Los pobres le dicen a la Iglesia qué significa vivir realmente en el mundo. Campesinos sin tierra y sin trabajo estable, viviendas infrahumanas, sin asistencia médica, sin escuelas, obreros sin derechos laborales, despedidos de las fábricas cuando al capital ya no les interesa, madres y esposas de desaparecidos y presos políticos”…
“Es un mundo sin rostro humano. Este encuentro con los pobres nos ha hecho recobrar la verdad central del Evangelio con que la palabra de Dios nos urgen a conversión. “El reino de Dios se acerca” y “Dichosos ustedes los pobres porque de ustedes es el reino de Dios”. Que los pobres vean hoy en la Iglesia una fuente de esperanza y un apoyo a su noble lucha de liberación”. Liberación para devolverles su dignidad y para que ellos sean autores de su propio destino”.
Es un hecho que la Iglesia ha sido perseguida en estos tres últimos años. Se ha perseguido y atacado a aquella parte de la Iglesia que se ha puesto del lado del pueblo pobre y ha salido en su defensa. La verdadera persecución se ha dirigido al pueblo pobre. Los pobres son los que completan en su cuerpo lo que falta a la pasión de Cristo. Es entonces cuando la Iglesia ha corrido la misma suerte de Jesús y de los pobres: la persecución”.
“Ahora sabemos mejor lo que es el pecado. La ofensa a Dios es la muerte del hombre. Pecado es aquello que dio muerte al Hijo de Dios, y pecado sigue siendo aquello que da muerte a los hijos de Dios. Se convierte a los Hijos de Dios en víctimas de la opresión y de la injusticia, en esclavos de apetencias económicas, en piltrafas de la represión política”.
Por ello hemos denunciado la idolatrización que se hace en nuestro país de la riqueza, de la propiedad privada absolutizada en el sistema capitalista. Ahora sabemos mejor qué significa la encarnación de Dios en Jesús y en el mundo de los pobres. En los pobres es donde debe encarnarse la Iglesia para evitar la falsa universalización que termina siempre en connivencia con los poderosos. En los pobres apreciamos la sublimidad del amor cristiano que exige justicia para las mayorías y no debe rehuir la lucha honrada”.
“Los antiguos cristianos decían: “la gloria de Dios es el hombre que vive”, “la gloria de Dios es el pobre que vive”, podemos decir nosotros”. O. A. Romero).
 (“La voz de los sin voz. La palabra viva de Monseñor Romero”, San Salvador, 1980, 184-193).
 Y por eso lo mataron.
Recuperar la Teología Tradicional, recuperando a los pobres, es hoy en día Teología de Liberación. La Teología de Liberación que recupera la Defensa de los Pobres, es la Teología de la Tradición. Por lo que Teología de la Liberación es igual a la Teología de la Tradición.


II Dios se humanizó
El hombre no necesita mirar al cielo buscando a Dios, porque Dios humanizado apareció en la tierra en Jesús de Nazaret y se quedó con nosotros, dejándonos su Mensaje para humanizarnos.
Es en el hombre donde hay que buscar a Dios. Dios estaba clericalizado.
Nunca ha sido fácil hablar de Dios.
La actual crisis de Dios sólo ha podido desencadenarse debido a “la forma falseada de presentar a Dios y de vivir la relación con él.
¿En qué consiste esa forma falseada de representar a Dios?
Consiste “en esa concepción según la cual Dios sería una realidad, un ser; otro, en relación  con las realidades del mundo y con su totalidad. Otro, sobre todo, en relación con el sujeto humano”. Es decir que a Dios se le ve, se le piensa, se le entiende, como otro ser, “otra persona”, un “tu”, con el que yo puedo hablar y con el que me puedo relacionar, al que le pido lo que necesito o al que ofendo, como puedo ofender a otros ser humano cualquiera.
Un “tu”, que nos imaginamos que es Dios, en el que hemos proyectado todo aquello que nosotros apetecemos y de lo que carecemos: poderío, sabiduría, duración, bondad, felicidad…
Somos inmanentes y no podemos salir de nuestra inmanencia. Y cuando intentamos rebasar el horizonte último de nuestra limitada inmanencia, la “representación del Trascendente” que hemos elaborado, nos ha salido mal”.
Nos ha salido la teología que ha brotado de nuestro discurso racional: el Dios que es producto de nuestra razón.
Es un Dios contradictorio y peligroso. Así, nos damos de bruces con el lamentable espectáculo de los enfrentamientos, divisiones, conflictos, tensiones, descalificaciones, intolerancias, y todas las formas de represión y agresión que las religiones han provocado, o han justificado. Potenciando contiendas y guerras de religión que en el mundo han sido. (Castillo).
No es lo mismo saber sobre Jesús que creer en Jesús.
Sabemos sobre Jesús en tanto que comprendemos con nuestro entendimiento.
Creemos en Jesús cuando estamos convencidos de que su mensaje es hoy en día interesante para la “humanización de la humanidad”.
- La historia nos proporciona el saber.
- La religión nos ayuda a creer.
- La historia se construye mediante la acumulación de datos, de informaciones y documentos.
“El Jesús de la historia y el Jesús histórico, no son exactamente lo mismo”.
- La religión lleva consigo un conjunto de creencias, de convicciones, que libremente hemos asumido y que determinan nuestra conducta.
- Las convicciones son muy importantes en nuestras vidas. Y a su vez tales convicciones son determinantes para demostrar la autenticidad de nuestras creencias.
- Podemos decir que lo más importante en nuestra vida no es el saber, ilustrado con razones irrefutables y múltiples argumentaciones. Lo más importante son las convicciones que se asumen libremente.
- La fe religiosa (conjunto de convicciones y “saberes”), será auténtica en la medida en que se traduzca en los comportamientos que exige esa fe. Por tanto la fe es una conducta, una forma de vivir.
(Sigo a José María Castillo en su libro “La humanización de Dios”. Ensayo de Cristología. Editorial Trotta). Madrid 2010).
- El “Jesús de la historia” es el Jesús que vivió en Palestina, en el siglo primero y en contacto con sus contemporáneos.
- El “Jesús histórico” es el Jesús que conocemos, resultado de la investigación histórico-crítica que, los especialistas han investigado a partir del siglo XVIII.
- La fe que los primeros cristianos tuvieron sobre Jesús no fue una invención para justificar una religión sobre Jesús.
- Según esas investigaciones hay una continuidad entre el “Jesús de la historia” y el “Jesús histórico”. Hay una continuidad en lo más elemental de los relatos evangélicos, no una identidad en todos y cada uno de los datos y detalles de la vida del hombre Jesús de Nazaret que vivió en Palestina del siglo primero. Hay mitos, como los hay en todos los relatos de la historia humana. Pero se dan respuestas que están en la historia de Jesús, y que trascienden la historia de cualquier ser humano. Gerd Theissen (1943- Alemania), dirá que el mito es el ropaje “cuasi histórico” de la idea de la unidad de Dios y el hombre.
- Los primeros cristianos oyeron hablar antes del “Cristo de la fe, que del “Jesús histórico”. El mismo San Pablo decía (2 Cor. 5, 16) que el Jesús terreno y carnal no lo había conocido, ni eso le interesaba. Quiere decir que algunos documentos cristianos más antiguos que conocemos, no muestran interés alguno por el hombre Jesús de Nazaret. Creyeron antes en un “viviente-resucitado”, que solo es posible por la fe, que en el Jesús de Nazaret de la historia. Hay diferencia entre el “Jesús histórico” y el “Cristo de la fe”.
Se creyó en el Cristo Resucitado y Glorioso y se olvidó, o no se le dio importancia, al Jesús de Nazaret.
Se acentuó a Jesús como Hijo de Dios, y el Jesús terrenal quedó en segundo término.
- El objeto de la Teología comenzó a ser Dios. Un Dios que significaba la radical negación y supresión del hombre. Según esta visión Dios no se podía hacerse presente en la historia humana. Dios no se puede hacer presente en el hombre. La encarnación de Dios no se podía entender.
- Hay una contraposición de lo divino y lo humano. Hace incomprensibles los evangelios, y crea dificultades insuperables para entender a Jesús y los relatos que nos han conservado su vida, su historia, sus hechos y su mensaje. En los evangelios se mezcla la memoria del personaje histórico con la fe en el Viviente-Resucitado.
Resumiendo: de Jesús sabemos lo que de él nos relatan los evangelios. Mezcla de datos con interpretaciones por la fe. Al creyente le interesa creer en Jesús. No le interesa tanto la historia como reconstrucción del pasado.
- Pero el creyente en Jesús ha de tener en cuenta siempre que los evangelios contienen “creencias” expresadas en forma de relatos. Las creencias se funden con los relatos como si fueran una misma cosa. Creencias que son inseparables de una determinada forma de vivir. Lo que caracteriza al creyente no es su conocimiento de Jesús de la historia, sino su fe en el Jesús histórico.
- Pero nuestro conocimiento sobre Jesús no se puede formular sino en categorías históricas. Ese conocimiento no puede ser, ni reducirse, ni formular solamente en categorías ontológicas; no es suficiente con creer en un Jesús con un conocimiento metafísico. Hay que pasar al conocimiento histórico de Jesús.
Primero es la vida, después la filosofía.
Primero somos, después pensamos.
Primero es el hombre real, después es el Dios pensado, imaginado, deseado.
Primero un conocimiento del acontecer de aquella vida que fue la vida de Jesús. Después…, lo que esa vida te vaya diciendo para tu vida, y la vida de los demás.
“Primero el hombre, porque es con quien primero me encuentro, y desde él y con él descubro el mundo y su historia”.
“Primero amar al hombre. Después…  Dios dirá”. Porque ¿“cómo puedo decir que amo a Dios a quien no veo, sino amo al hombre a quien veo?”. (San Juan, 1ª Jn. 4,20).
Primero, Jesús, y todo lo que él creyó, y por lo que vivió y murió. Creer y seguir el Mensaje de Jesús es la mejor manera, la única, de creer en Dios. Primero el hombre y su historia. Después Jesús y su ejemplo. Y como consecuencia creer en su Dios”. (“Curas obreros”, Cuarenta y cinco años de testimonio1963-2008). (L. M. G.).
No es suficiente con que otros nos lean el Evangelio desde hermosos púlpitos, Hay que leerse el Evangelio para uno mismo, después caminar hacia donde ese mensaje de Jesús nos lleve.
Hay predicadores que parece que han encontrado la solución al “círculo- cuadrado”. Su lenguaje es como “el arte de estar hablando sin decir nada”.
Y hay grupos católicos que viven superficialmente (de amaneradas formas de amor al prójimo); y eso sí, viven superficialmente con toda la seriedad del mundo.
Antes que ser “políticamente correcto”, se debe ser “radicalmente justo”.
El Evangelio para un creyente es una “memoria peligrosa”, porque es un “recuerdo”, la memoria de una vida, la vida que llevó Jesús de Nazaret. Son recuerdos desafiantes.

Dios no está a nuestro alcance.
¿Podemos preguntarnos si Jesús es Dios?
¿Tiene sentido preguntarnos si Jesús es Dios cuando no sabemos, ni podemos saber nada sobre Dios?
¿Jesús es Dios? ¡No lo sé!
Porque si no sé lo que es Dios, “a Dios nadie le ha visto”, ¿cómo puedo decir que Jesús es Dios? “Dios no está a nuestro alcance, ni lo conocemos, ni podemos conocerlo” (Castillo). “Dios está por encima de todo cuanto nosotros podamos decir o entender”. (Tomás de Aquino, “De Potentia”, q. VII, a. V).
Una cosa es Dios en sí. Y otra cosa es Dios en nuestras cabezas.
Cuando decimos que “rezamos” a Dios, nos “relacionamos” con Dios, no nos relacionamos con Dios en sí mismo, sino con la “representación de Dios” que nosotros nos hemos elaborado en nuestra mente, u otros han elaborado por nosotros y para nosotros. “Dios, si es realmente Dios, se situa en otro plano, no en el plano de las “cosas”, sino en el inalcanzable deseo de la búsqueda, en un ámbito de realidad que no está en nuestra disposición y que, por eso, no nos es accesible con nuestra mente” (Castillo). “Por lo tanto todo lo que digamos de Dios no es él mismo, sino nuestras ideas sobre él”.
Dice Castillo: “No podemos pretender alcanzar el conocimiento de Jesús tomando como punto de partida el conocimiento de Dios que nos pudo suministrar la metafísica de Aristóteles, raíz y origen de las demás filosofías que intentan explicar lo que es y cómo es el Absoluto”. “No podemos tomar como punto de partida al Dios de la metafísica para explicar a Jesús y conocer a Jesús”. El Dios de Aristóteles es pura teoría.
Tenemos que pensar a Dios de otra manera.
Dios se nos revela, se nos da a conocer, “desde el interior mismo del mundo, de la historia y de las libertades humanas.
El centro del cristianismo no es Dios, sino Jesús.
Es el centro  del cristianismo porque en él se nos ha revelado Dios. Dios se ha unido a la condición humana.
Jesús significa que en lo humano, y solo en lo humano, es donde podemos encontrar a Dios y donde podemos relacionarnos con Dios.
Es en Jesús donde se nos ha revelado Dios.
No tiene sentido preguntar si Jesús es Dios. Estamos preguntando por algo de lo que no sabemos lo que es.
La cuestión está si aquel judío llamado Jesús, nos vino a decir o revelar algo sobre Dios que no sabíamos, ni podemos saber, por nosotros mismos.
A partir de Jesús, tenemos a nuestro alcance una nueva imagen de Dios, una revelación nueva de quién es Dios y cómo es Dios.
¿Jesús era Dios o era el pregonero de Dios?
- Ni Jesús, ni el Dios del que nos habla Jesús, tienen nada que ver con el Dios de la metafísica de los escolásticos.
- No tiene sentido preguntarse si Jesucristo es Dios, porque nos estamos preguntando por algo de lo que no sabemos lo que  es.
- En el Nuevo Testamento está claro que Jesús fue el revelador de Dios y la revelación de Dios.
- La cuestión está, mas que saber si aquel judío era Dios, saber lo que nos vino a decir o revelar algo sobre Dios que no sabíamos, ni podemos saber, por nosotros mismos.
- El Dios de Jesús ¿se identifica con el Dios que ya era conocido por el Antiguo Testamento y por la filosofía helenística? Y ¿es este Dios el que nos enseña quien es Jesús? O por el contrario, ¿es Jesús el que nos enseña quien es Dios y cómo es Dios?
- Está claro que a partir de Jesús, tenemos a nuestro alcance una nueva imagen de Dios. Cambió el nombre de Dios (Antiguo Testamento) por el nombre de Padre (Nuevo Testamento).
- Jesús nos mostró su visión de Dios.
De Dios sólo podemos conocer cómo se hace presente en este mundo. Y el Dios, que se nos da a conocer en Jesús, sólo se hace presente “en forma de esclavo”. Por lo que al Dios de Jesús sólo se le encuentra en lo que puede representar un esclavo en el presente orden establecido. Lo cual es la renuncia total a toda condición sagrada.
¿Dios Todopoderoso y Justiciero o Dios Padre?
- Jesús modificó profundamente el concepto y la experiencia de Dios que se tenía en el judaísmo de su tiempo. Del Dios lejano y “cósmico” pasó al Dios cercano Padre y familiar. Concibiendo a Dios como Padre, Jesús nos enseñó a Dios cómo el ser humano puede alcanzar su plena humanidad.
- Los humanos no tenemos por qué ansiar “divinizarnos”, sino esforzarnos por “humanizarnos”.
Y cuanto más humanos seamos, más divinos podremos ser.
“Prefiero un Dios Padre, que un Dios Todopoderoso y Justiciero”.
Utilizar la palabra Padre para designar a Dios suponía que Jesús veía a Dios, pensaba en Dios y tenía un concepto de Dios, totalmente distinto del que tenía el pueblo judío de su tiempo. Para Jesús estaba claro que por el camino del temor y del miedo que amenaza las conciencias, la religión no iba a ninguna parte. Y el Padre del que hablaba siempre Jesús, se caracterizaba por la bondad, la acogida incondicional, la tolerancia, el respeto y el amor.
¿Dónde ha quedado el Jesús del Evangelio?
A partir del el emperador romano Constantino (306), la Iglesia, el movimiento de los cristianos, se fue haciendo oficial y por tanto protegido por el Imperio. El Emperador convocaba los Concilios, los presidía y los avalaba. Constantino convocó el Concilio de Nicea (325), Teodosio I, el de Constantinopla (381), Teodosio II el de Éfeso (431), y el emperador Marciano el de Calcedonia (451).
La Teología que se iba desarrollando, era una Teología Política a favor de la Política de los cuatro Emperadores Romanos mencionados.
Convenía pues, una teología que no desdijera del sentir y del vivir de la Corte Imperial. En Calcedonia pues, se hizo el cambiazo. Se concibió una visión sobre Jesús más filosófica. La vida real que dejaba vislumbrar el Evangelio del judío Jesús de Nazaret quedó relegada.
Se perdió el Evangelio y el cristianismo se hizo helénico, según la filosofía griega. La Iglesia perdió el Evangelio y todavía no lo ha encontrado a juzgar por su modo de pensar y de vivir. No es un Evangelio (Buena Nueva) para las gentes, sino que serán las gentes las que estarán al servicio del nuevo evangelio donde se concibe y se adora a un Dios Todopoderoso y Justiciero, un Dios Cósmico, más allá de las estrellas. La Iglesia se “espiritualizó”, se desencarnó y olvidó la vida real de Jesús de Nazaret. La cruz donde murió como un proscrito Jesús, pasó a ser un elemento decorativo, de poder y de lucha.
Se hizo hincapié en el “ser” (Ontología), y el “acontecer” (Historia) quedó relegado. Hasta hoy.
La vida de Jesús, “para ser imitada y vivida por el cristiano”, pasó a ser Religión, Espiritualidad Metafísica, para ser contemplada, adorada, y venerada. Y la vida real de la Iglesia quedaba al margen de la vida proclamada por Jesús de Nazaret, judío palestino del siglo primero de nuestra era.
Las fórmulas de fe de la Iglesia se fueron desplazando de los relatos evangélicos a la metafísica de los griegos. El Evangelio de la vida de Jesús se vio suplantado por la Metafísica.
“Los hechos y el comportamiento de Jesús quedaron marginados y, en su lugar, la fe de la Iglesia se centró en el “ser” de Cristo “en sí”, sin referencia a los hechos históricos, sociales y culturales que fueron (y siguen siendo) decisivos para la salvación o perdición de los seres humanos”. (Castillo).
A Dios lo encontramos en nuestra propia humanidad.
Jesús nos dio a conocer a Dios porque nos lo presentó como Padre.
Dedicó su vida y su mensaje a explicarnos qué sucedió y qué sucede cuando Dios se hace presente en la realidad concreta, tangible, visible y humana de la vida.
Lo que a la Iglesia y a los cristianos nos tiene que interesar no es la ontología del ser de Jesús, sino la praxis de lo que Jesús vivió, cómo vivió y cómo, desde su propia forma de vivir, nos dio a conocer cómo es Dios y quien es Dios.
“A Dios lo encontramos en nuestra propia humanidad” (Castillo).
Los comportamientos humanos, de unos seres con otros, son en definitiva comportamientos que tenemos con Jesús, y en última instancia con Dios. Lo que se hace a cualquier ser humano, aunque sea el más pequeño, el más insignificante y el más indigno, es a Dios mismo a quien se hace.
Obras son amores y no buenas razones.
Jesús para explicar a Dios, no tomó como punto de partida, una experiencia religiosa, sino que nos empezó cómo debemos entender a Dios a partir de una experiencia humana. (Castillo).
Tengamos en cuenta que los evangelios nos hablan de los “dichos” y de los  “hechos” de Jesús. La Biblia fue pensada y escrita según la mentalidad de entonces que daban más importancia a los “acontecimientos” que a la especulación sobre el ser. Primero la vida, después la experiencia reflexionada. Obras son amores y no buenas razones. El ejemplo de vida es la mejor explicación de lo que se predica. Jesús explicaba lo que vivía. Vivir a Dios como Padre y predicárselo así a los demás era presentar un Dios totalmente distinto del que el pueblo judío conocía hasta entonces. En esto de Dios, Jesús fue a contracorriente de sus contemporáneos. “Era un escándalo”. “Estaba loco”.
Jesús nació y vivió en una sociedad profundamente religiosa. La religión de Israel. Pero Jesús era galileo, y los galileos nunca recibieron una influencia religiosa tan intensa como la que se recibía en Judea.
Jesús explicó su proyecto de vida con sus hechos y dichos en Galilea que era la región más pobre y peor considerada. Eran un poco “anarquistas” porque eran pobres.
Desde abajo, desde los pequeños y desde los últimos es desde donde se puede sintonizar mejor con Jesús. Y  solo desde donde se situó Jesús podemos encontrar al Dios que se nos da a conocer en Jesús. Basta con leer los evangelios para percibir esto con claridad meridiana. Esta idea de Dios le costaría la vida al Nazareno.
Zygmunt Bauman (Poznań, Polonia, 1925) es un sociólogo, filósofo y ensayista polaco. Es conocido por acuñar el término, y desarrollar el concepto, de la «modernidad líquida». Junto con el también sociólogo Alain Touraine, Bauman es ganador del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010.
“La aceptación del precepto de amar al prójimo es el acta de nacimiento de la humanidad. (“Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Fondo de Cultura Económica . Buenos Aires, 2005 p. 106).

Conocer a Jesús es conocer a Dios. No es que Jesús estuviere “divinizado”, sino exactamente al revés, que, en Jesús, Dios se había “humanizado”. “Quien me ve a mí, ve al Padre” (Jn 14, 9). Esa es la respuesta que Jesús dio a su discípulo Felipe que quería conocer al Padre.
El conocimiento de Dios se ha hecho en Jesús visión de un ser humano En Jesús se produjo la humanización de Dios. (Castillo).
Religión o Jesús, esta es la cuestión.
A partir de esta forma de concebir a Dios como Padre, frente a Dios Todopoderoso y Justiciero, la confrontación con los teólogos judíos de entonces estaba servida.
Los evangelios ponen de relieve que la religión es impedimento para comprender a Jesús.
Hay un momento en que Jesús llega a decir algo sorprendente: “El Padre ha escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las ha revelado a las gentes sencillas”.
Quienes no tienen ni títulos ni creencias, ni categorías ni distinciones, sino que solo tienen lo más básico y elemental de la condición humana son los que sintonizan con Jesús. En este caso el Evangelio llega a una auténtica y extravagante contradicción. (Castillo).
Jesús con su sensibilidad a flor de piel comprendió donde estaba la raíz del problema. El problema de la deshumanización y del sufrimiento que padecía aquel pueblo. La gente no encuentra a Dios, ni encuentra en Dios la solución a la inhumanidad que nos destroza a todos.
Esto de la deshumanización de la religión judía, fue lo que llevó a Jesús a la muerte. Y unos años más tarde, y por la misma cuestión, le llevaría a la muerte también a  su discípulo Esteban.
Religión o Jesús. No había otra alternativa. Conmigo o contra mí. Y también el que no está contra mí está conmigo.
El proyecto de Jesús no se limitó a ser un reformador del judaísmo, sino que la misión de Jesús consistió en darle otra orientación completamente nueva, no sólo a la religión judía, sino a toda religión, a la religión en sí misma. (Castillo).
Evangelio laico frente a Religión Institucional.
Proyecto de Jesús y proyecto de la religión son dos proyectos que no pueden reconciliarse. El proyecto de la religión está en lo “sagrado”. Mientras que el proyecto de Jesús está en lo “humano”. Proyecto de Jesús que se centra en la dignidad y felicidad de las personas. “Primero amar al hombre…, después Dios dirá”. No es amar al hombre por amor de Dios, sino que se ama a Dios, porque antes se ha amado al hombre.
Si el hombre no aprende a amar porque estamos en una sociedad deshumanizada, habrá que humanizar primero a la sociedad para estar en disposición de amar a Dios el que lo dese.
No se me ocurre mejor camino, mejor proyecto, para humanizar la sociedad que el proyecto humanizador de Jesús de Nazaret. Es un Evangelio laico al margen de toda religión.
No es que Jesús suprimiera lo sagrado. Jesús desplazó lo sagrado, en cuanto lo sacó del Templo y sus sacerdotes, de la religión y sus normas y amenazas, y lo puso en el ser humano, en todo ser humano y en las relaciones que cada uno  tiene y mantiene con los demás. (Castillo).
Y por eso lo mataron.
Porque el motivo por el que decidieron acabar con Jesús no fue la perversión moral de aquellos dirigentes religiosos, sino el fiel cumplimiento de su deber como tales dirigentes. Había que observar las normas de la Ley, el culto religioso y el respeto del Templo. Y eso era lo primero para los sacerdotes del Templo de Jerusalén. Frente a eso llegará a decir Jesús: “No esta el hombre hecho para el sábado, sino que es el sábado el que esta hecho para el hombre. El sábado era el día que debía dedicarse por entero a alabar a Dios.
Se enfrentaron dos proyectos: el laico de Jesús y el religioso de los sacerdotes. Dos formas incompatibles de entender la vida. La forma de vivir y de hablar de Jesús, sus hechos y sus dichos, provocaron el conflicto.
Jesús fue un hombre tan profundamente religioso, tan radicalmente religioso, que presentó una religiosidad alternativa. Dios es Padre y lo es como se es padre en la vida familiar. No es el padre desde el punto de vista de autoridad, sino desde la experiencia de la bondad, la cercanía humana, la tolerancia, la comprensión y el amor entrañable.
La religiosidad de Jesús era tan profundamente religiosa, que en ella encontró primero al hombre, al hombre más necesitado; y cuando solucionaba problemas de los hombres, daba gracias a Dios. “Primero el hombre…, después Dios dirá”.
 La gente contemporánea de Jesús vio un “ataque” contra el Templo y todo lo que el lugar representaba esa forma de hablar y de vivir de Jesús.
En el Evangelio de San Juan, Jesús llega a decir que “ya estamos en el tiempo en que los verdaderos adoradores no adorarán a Dios en ningún templo concreto (ni el Templo de Jerusalén ni en el Monte Garitzin), sino en espíritu y en verdad”.
Y ello es así, porque a mi entender, la religión nubla el sentido común para la comprensión del ser humano y acercarse a él, por la “tranquilidad de conciencia” que la religión produce, que hace que sea antes Dios (a quien no podemos conocer) que el amor al prójimo. Entiendo que la Religión “tranquilizadora de la conciencia” es una perversión de la conciencia humana, y por supuesto del mensaje de Jesús de Nazaret.
Los Santos Padres, que como muestra hemos elegido en la primera parte de esta reflexión, lo están denunciando con sus expresiones y vivencias.
Jesús, “el anarquista”.
Lo importante para Jesús no era la Ley de Dios, sino la vida de las personas. Una ley que amarga a la gente, no viene ni puede venir de Dios. Una ley que hace daño, lo único que se merece es la desobediencia. El cumplimiento de la Ley para los judíos era lo más importante cayera quien cayera. A un asno caído en un pozo se le podía sacar aunque fuera sábado, pero curar a un hombre enfermo…, eso era muy grave. Jesús no  soportó tal comportamiento inhumano.
Lo importante para Jesús no era la ley de Dios, sino la vida de las personas, en el sentido de que la Ley divina era importante en la medida, en que estaba al servicio de la vida humana.
Una ley que amargaba la vida a la gente, que divide a los individuos y a los grupos humanos, que hace la vida más complicada y difícil de lo que ya es, una ley así, no viene ni puede venir de Dios. Una Ley que hace daño, lo único que se merece es la desobediencia.
Jesús se comportó como un marginado social en lo que se refería a su condición de un ciudadano de un pueblo profundamente religioso.
Jesús ni criticó la Ley, ni la interpretó, ni la abolió, sino que la trascendió. Endureció todo lo referido al dinero, Endureció las exigencias relativas al respeto a los demás. Endureció todo lo que afecta al amor al prójimo: amar al enemigo, al extranjero, al pecador. Endureció la obligación de los maridos de respetar la igualdad de derechos de la mujer; el derecho del varón a repudiar a la esposa, no era bien visto por Jesús.  Por otra parte suavizó preceptos rituales y culturales, como el ayuno, el trato con publicanos y pecadores, con gentiles e infieles, con prostitutas…
Para el Evangelio, la salud, la vida y la dignidad de lo “humano” está antes, y es más importante que la santidad y la observancia de lo religioso”.
El proyecto de Jesús se centra y encuentra su razón de ser en “lo sagrado” como persona, y como persona que está vinculada a los demás seres humano, en lo que es común  a todos por igual.
El proyecto de Jesús es más exigente que cualquier otro proyecto “religioso” en sentido tradicional. El proyecto de Jesús se basa en la comunión con todo lo que lleva consigo la comunión (de vida, de bienes, de acción) dirán los trabajadores cristianos del siglo XX, los de la HOAC y los de la JOC).
El “proyecto de la religión” y el “proyecto de Jesús” son dos proyectos incompatibles.
El Dios que Jesús nos revela no es el Dios que presentan y representan las religiones.
Lo más importante que aportó Jesús de Nazaret es que cambió radicalmente nuestra idea y nuestra experiencia de Dios.
El hombre Jesús ¿era Dios?, o ¿Dios se identificó con el Jesús hombre?
En los judíos del tiempo de Jesús que le escuchaban, sus palabras y sus obras despertaban sorpresa, curiosidad y admiración. Los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos andan, los enfermos son curados…, y se anuncia un nuevo reino a los pobres.
La curación del demonio de Gerasa (Mc 5, 20), la maldición de la higuera (Mt 21, 20), la curación del endemoniado mudo (Mt 9, 33; Lc 11, 14).
Nunca se había visto en Israel cosa semejante (Mt 9, 33). La tempestad calmada que levanta “sorpresa” y “temor”. La pesca misteriosa. El relato de la transfiguración. Cayeron de bruces aterrados (Mt 17, 6) Lo que se relata en el Apocalipsis…, etc.
Son hechos prodigiosos de un héroe o de un santo.
Tanto los discípulos como la gente, veían, sentían y palpaban los hechos extraordinarios de Jesús. El Reino de Dios está cerca, decía Jesús; y las gentes veían la cercanía de lo divino, o al menos algo que trascendía lo meramente humano.
¿Quién es éste, al que hasta el viento y el mar le obedecen? (Mt 8, 27).
El problema que aquellas gentes percibían consistía en que ellos veían y palpaban que estaban ante un hombre. Pero les producía la impresión de que era más que un hombre.
José Mª. Castillo se pregunta: ¿se puede decir que aquellas gentes vieron en Jesús a un hombre que había sido elevado “a la condición divina” o más bien se debe afirmar que vieron en Jesús a un hombre en el que Dios se había rebajado “a la condición humana”? ¿El hombre había sido “divinizado” o Dios se había “humanizado?

La encarnación ¿es la divinización del hombre o la humanización de Dios?
El Evangelio de San Juan afirma que la palabra, que es Dios, se ha hecho carne. Lo que les faltaba por oir a aquellas gentes. Dios se ha hecho carne de hombre, se ha hecho hombre. No es que el hombre ha sido elvado a la condición divina, sino que Dios ha descendido a la condición humana.
La gente veía al hombre Jesús, pero en lo que decía y hacía veían a Dios. “¿Quién es éste”?, se preguntaban refiriéndose a Jesús.
Pero Jesús siempre se comportó como un ser sencillamente humano, cercano a los últimos, servidor de todos, sin ninguna otra pretensión. Ni fama, ni veneración, ni admiración, ni respeto religioso, y menos adoración sagrada. Eso no estaba en el “programa” de Jesús. “Dios se asomaba a este mundo en Jesús, se acercaba al dolor humano, se hacía presente entre los humanos, pero no como ser divino, sino siempre en la más entrañable humanidad”. (Castillo).
“El misterio de la Encarnación no es primordialmente la divinización del hombre, sino ante todo y sobre todo la humanización de Dios”.(Castillo).
“Tal Dios, al coincidir con lo que es común a todos los hombres, tienen como primera propiedad, como atributo esencial, como proyecto base, unir a todos los humanos. Porque en lo humano, y solo en lo humano, los humanos podemos coincidir con Dios”. (Castillo).
Y cuanto más humano, más divino
La secularización como experiencia religiosa.
La secularización es el rasgo constitutivo de una auténtica experiencia de lo religioso. Es en lo “secular” y no en lo “sagrado” donde encontramos y vivimos la auténtica experiencia de la “religión” que nos enseñó Jesús. Jesús es la presencia de lo divino en lo humano, la revelación de lo “trascendente” en lo “inmanente”. Lo divino se nos revela en lo humano. Y se nos revela en la medida en que respetamos lo humano, potenciamos lo humano y nos humanizamos cada vez más, superando la inhumanidad que hay en nosotros”. (Castillo).
Lo único que quedará al final será lo que cada cual ha hecho o ha dejado de hacer con los seres humanos.
Jesús es la humanización de Dios. La intolerable humanización de Dios.
La encarnación de Dios en Jesús, es tan radical, que el hecho más sobrecogedor es que Dios se identifica con todo ser humano.  San Mateo cuenta (Mt 25, 31-46), en qué consistirá el juicio definitivo de Dios sobre la historia de la humanidad. Lo que hayáis hecho con cada uno de mis hermanos los hombres, es como si me lo hubierais hecho a mí.
Mediante su encarnación en Jesús, Dios se ha identificado con lo más básicamente humano, con lo más elementalmente humano, con lo que por eso mismo es común a todos los seres humanos sin distinción posible.
Para acceder y conocer a Dios, Jesús es el medio y la clave.
No es que Jesús fue elevado a la condición divina, sino que Dios se rebajó  a la condición humana.
Christian Duquoc (nació en Nantes (Francia) en 1926; ha dedicado su vida a la enseñanza de la teología dogmática en Lyón; Pertenece a la Orden de predicadores), afirma que el Dios en que cree el cristianismo es un “Dios diferente”. Al Dios de Jesús lo encontramos donde Jesús dijo que lo podemos encontrar: en los que pasan hambre y sed, en los forasteros (los que no son de los nuestros), en los que no tienen qué ponerse y andan desnudos y desarrapados, en los enfermos, en los presos, en los niños…Por tanto, el Dios de los templos  y las liturgias, el Dios de las leyes y las observancias, el Dios de los funcionarios de lo sagrado y lo excelso, ese Dios es verdadero en la medida, y sólo en la medida, en que nos hace más humanos, en la medida en que nos hace lo que se hizo él.
Una cosa es el Dios del conocimiento, influenciado por el gnosticismo, y otro cosa es el Dios vivido y presentado por Jesús. El primero procede del “laboratorio” del pensamiento humano, y el otro es el que procede de experiencia que Jesús tenía. El cristiano ¿con qué Dios debe de quedarse? ¿El Dios “pensado” por los hombres o el Dios vivido por Jesús? Son dos formas de concebir a Dios. El Dios “pensado” es el que nos ha llevado hasta donde estamos actualmente. ¿Nos es suficiente?  El Dios de Jesús es, el experimentado, vivido, predicado “hasta la muerte”, y que fue vivencia de los primeros cristianos, que fueron capaces de dar sus vidas por ese modo de vivir de Jesús,
San Pablo glorifica a Cristo y se olvida de la realidad humana de Jesús.
Pero los primeros cristianos tenían presente la realidad histórica de Jesús. Y en el hombre Jesús, veían a Dios. Veían al hombre Jesús con toda la naturalidad del mundo.
El problema más serio radica en que esta forma de pensar de Pablo (de influencia gnóstica: ve un Jesús Resucitado y glorioso) expresa con toda claridad hasta qué punto la intolerable humanización de Dios, les debió parecer a muchos cristianos, desde el primer momento, lo más natural del mundo.
En el fondo se trata de elegir entre el Dios de la razón, concebido por la razón, al que según la misma razón no podemos conocer, y el Dios de la vida y para la vida de Jesús de Nazaret.
El camino para “buscar” a Dios, no es mirar al cielo, sino buscarlo en la tierra, entre los seres humanos. “Todo lo que hagáis a uno de mis hermanos los hombres a mi me lo hacéis”. “No todo el que dice ¡Señor, Señor!, entrará en el Reino de Dios, sino el que hace la voluntad del Padre”. Lo importante es hacer la voluntad del Padre. “Dar de comer al hambriento, de beber al sediento”…
Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) afirmaba: Nuestra relación con Dios no es una relación “religiosa”, con el ser más alto, más poderoso y mejor que podemos imaginar, sino que nuestra relación con Dios es una nueva vida en el “ser para los demás”, en la participación en el ser de Jesús.
“Ser cristiano no significa ser religioso de una cierta manera…, sino que significa ser hombre”.


En lo humano es donde encontramos lo divino.
El problema central, que todos tenemos en esta vida, consiste en superar la deshumanización que todos llevamos inscrita en lo más profundo de nuestro ser, para ir logrando, hasta donde nos sea posible, la humanidad que nos es propia y en la medida en que podamos alcanzarla. (Castillo).
 Decir que Dios se encarnó, es lo mismo que decir que Dios se humanizó. El proyecto de nuestra presunta “divinización” puede convertirse en un vulgar y peligroso proyecto de “endiosamiento”. Si no sabemos en qué consiste la “divinidad”, ¿por qué hablar de “divinización”?
¿Cristo vino a salvarnos del pecado para divinizarnos o, más bien, vino a liberarnos de nuestra deshumanización para así humanizarnos? (Castillo).
El llamado pecado original coincide, a mi entender, con la incipiente y elemental humanización del hombre. Incipiente en un principio, en progreso humano evolutivo en la historia del hombre siempre, y en el empeño de conseguir un mundo más justo siguiendo el Mensaje de Jesús, como primordial objetivo de los hombres, constantemente.
Jesús es el revelador de Dios. Y en la humanidad de Jesús, conocemos la humanidad de Dios.
En jesús descubrimos que la humanización de Dios trasciende lo humano porque supera y elimina cualquier signo o forma de deshumanización. (Castillo).
Lo que más distingue al Dios de Jesús es su humanidad. Ese Dios lo encontramos ante todo en lo humano, antes que en lo sagrado, en lo religioso o en lo espiritual, como algo contrapuesto a lo simplemente humano sin más. (Castillo).
Al Dios de Jesús se le encuentra, ante todo, en lo laico, no en lo sagrado, en lo religioso, en lo espiritual.
En los evangelios queda patente que lo decisivo para Jesús y para el Dios que en Jesús se revela, no es la “religiosidad”, sino la “humanidad”. (Castillo).
No es pues el Dios Todopoderoso y Justiciero, procedente del modo de pensar de muchos influenciados por la visión de Aristóteles y Platón, un Dios Metafísico, sino un Dios Padre intuido y vivido por el judío Jesús de Nazaret, y cuya forma de ver a Dios al “servicio” de la humanización de las gentes, fue lo que le llevó a la muerte. Ante el Dios Padre de Jesús estaban los Todopoderosos y Justicieros Dioses Romanos y Dioses Religiosos del Sanedrín del Templo de Jerusalén. Ganaron ellos, perdió Jesús. ¿Qué Dios gana en nuestra sociedad?...
Las religiones dividen a los individuos y a los grupos humanos, alejan, enfrentan y generan violencia de una forma u otra, hay descalificación, humillación e incluso han provocado muerte. Yo no puedo entender a Jesús como fundador de una religión que desencadena los conflictos, persecuciones, condenas y sufrimientos que históricamente ha provocado el cristianismo. (Castillo).
Estoy convencido que Jesús es patrimonio de toda la humanidad. Jesús no es propiedad del cristianismo. Ha sido el cristianismo, ha sido la Iglesia, la que se ha apropiado de Jesús y lo ha presentado como el centro y el contenido fundamental de una religión determinada, la religión cristiana. Lo que tendría que haber hecho la Iglesia es tener la libertad, el coraje y la honestidad de presentar a Jesús como la realización plena de lo más profundamente humano, de lo plenamente humano, de lo mínimamente humano, de aquello que, por encima de las culturas, tradiciones, costumbres y creencias religiosas, constituye el logro de los anhelos de humanidad y de ultimidad que todos llevamos inscritos en lo más básico de nuestro ser. (Castillo en su discurso de Investidura como Doctor Honoris Causa de la Universidad de Granada ,12 de Mayo de 2011).
Lo primero es vivir, después la Religión.
Eso es lo que hizo Jesús dedicarse a anunciar la llegada inminente del reino de Dios (Mt 1, 14), pero curando todo achaque y enfermedad del pueblo (Mt 4, 23).
“Salía de él una fuerza que sanaba a todos”.
Curar todas las “enfermedades” eso es el reino de Dios: curar enfermedades, aliviar sufrimientos, dar vida. Supone un desafío a la legitimidad del poder espiritual.
La vida está antes que la religión.
Jesús curaba a los enfermos “quebrantando las normas religiosas que precisaban cuando y cómo se podía sanar a un paciente”.
Jesús desenmascaró la enorme contradicción de la religión y sus dirigentes siempre que éstos anteponen las prácticas, las observancias y la obediencia religiosa, a la vida, la dignidad y la felicidad de los seres humanos. (Castillo).
Jesús antepuso la vida a la religión.
 Dejó claro muy claro que la religión vale y es aceptable en la medida, y solo en la medida, en que sirve para potenciar la vida. (Castillo).
Encontrar a Dios en Jesús es encontrar a Dios en lo humano, en lo verdaderamente humano, en la realidad y en la experiencia humana, que supera la deshumanización que tanto daña la convivencia social y debilita el tejido social. Si a Dios lo encontramos en lo que es verdaderamente humano, es que a Dios lo encontramos en la libertad humana, en el amor humano, en el respeto a los demás, en lo verdaderamente humano que hay en la vida. (Castillo).
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Para profundizar en las ideas expuestas en esta segunda parte, es imprescindible hacerlo de la mano de José Mª Castillo en su libro “La humanización de Dios. Ensayo de Cristología”. Lo hace con una metodología impecable, con una enumeración de razones intensa, y desde un convencimiento personal indiscutible. Su base está en una lectura completa, global y minuciosa a la vez, del Evangelio de aquel judío llamado Jesús de Nazaret.
El paradigma teológico que presenta es de lo más avanzado que se puede uno imaginar, y es que se apoya en los orígenes del cristianismo, No es la teología sobre el Dios en el que creímos cuando éramos “inocentes hijos de la Iglesia Católica”, sino el Dios intuido, vivido, anunciado, y por el cual dio su vida Jesús de Nazaret. Es el Dios Padre humanizado en Jesús para quedarse con nosotros, con su Mensaje, y ponernos en camino de conseguir la humanización de la sociedad. Esta es la cuestión.
A mi entender es el mejor programa a realizar para que el hombre sea más hombre, más profundamente hombre, más humano y más hermano. Otro mundo es posible.
Quedan por ver bastantes ideas de esta exposición de Castillo. Por ejemplo, qué suponía para Jesús eso de “compartir la comida” (p. 223). Creer en Dios o creer en los hombres (p. 238). Creer en el Dios trascendente, o en Dios inmanente encarnado en los hombres y para los hombres (p. 274 y ss.). Primero encarnado en Jesús, y con Jesús, en los hombres.
Porque Jesús no fue un sacerdote, sino un laico entre los laicos (p. 241 y ss., 263).
¿Por qué mataron a Jesús? (p.288 y ss., 291…, 302). Por motivos religiosos, políticos? (p.306).
¿Cómo puede salvarnos un crucificado? (p. 318 y ss.).
¿Resucitó Jesús? (p. 335 y ss.). Encarnación y Resurrección.
¿El Jesús resucitado es el Jesús crucificado? (p.340 y ss.).

Todo esto y más se encuentra en el libro “La humanización de Dios” de José María Castillo Sánchez (Puebla de Don Fadrique, Granada; 1929). Teólogo de la liberación español, jesuita hasta mayo de 2007, en que abandona la Compañía de Jesús.
Zaragoza, 29 de Enero de 2012.
Laureano Molina Gómez
BIBLIOGRAFÍA:
“Nuevo paradigma teológico”, Juan José Tamayo Acosta, Editorial Trotta. Madrid, 2003.
“Teología, fe y creencias en Tomás Malagón”, Alfonso Fernández Casamayor. Edic. HOAC. Madrid 1988.
“Idolatrías de occidente”, José I. González Faus y varios. Edita Cristianisme i Justicia. Barcelona 2004.
“La Iglesia Católica. Breve historia universal”. Hans Küng.  Edit. Random Hose Mondadori, S. L. Barcelona, 2004.
“¿Existe Dios?”, Hans Küng, Editorial Trotta. Madrid, 2010.
“Vicarios de Cristo: los pobres. Antología de textos de la teología y espiritualidad cristianas”. José I. González Faus. Edita Cristianisme i Justicia. Editorial Trotta 1996.
“La humanización de Dios. Ensayo de Cristología”. José Mª. Castillo. Editorial Trotta S. A. Madrid 2010.
“Jesús. Aproximación histórica”, de José Antonio Pagola. PPC, Editorial y Distribuidora, S. A. Madrid. 2007.
“El Jesús histórico”, de Theissen Gerd y Merz Annette.
“Discurso de Investidura como Doctor Honoris Causa de la Universidad de Granada a José Mª. Castillo, 12 de Mayo de 2011.
“Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos”. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, 2005 p. 106).
“Curas obreros. Cuarenta y cinco años de testimonio” (1963-2008). José Centeno, Luis Díez, Julio Pérez Pinillos, del Colectivo de Curas Obreros. Edit. Herder. Barcelona 2008.curasobreros@hotmail.com
        “El naufragio de la izquierda”. José Ignacio González Faus. Cuaderno 177 de Cristianisme i Justicia. Marzo 2011. Barcelona.
“Jesús de Nazaret, el Cristo liberador”, de Julio Lois. Ediciones HOAC. Madrid, 1995.
“Pobres para que haya ricos”, Federico Montalbán López. Noticias Obreras. HOAC, Nº. 1372, 16-11-2004. Madrid, 2004.


 Resumen actual de J. Mª Castillo:
Dios y lo humano
16.02.16 | 17:20.

El cristianismo enseña que a Dios sólo podemos encontrarlo en lo humano y desde lo humano. Porque lo divino es precisamente lo que nos trasciende y, por tanto, lo que no está a nuestro alcance. A Dios, nadie lo ha visto (Jn 1, 18). A Dios nadie lo conoce (Mt 11, 27; Lc 10, 22). Lo que nosotros podemos saber y decir de Dios, no son sino las “representaciones” humanas que nosotros, los humanos, nos hacemos de Dios. Pero nada de eso es Dios “en sí mismo”.
Por esto, y porque el cristianismo ha tomado esto en serio, por eso el cristianismo afirma que, en Jesús de Nazaret, Dios se nos ha dado a conocer, se nos ha revelado, se nos ha manifestado, en un hombre, Jesús. Es decir, el cristianismo enseña, como punto de partida de su existencia y de su razón de ser, que Dios se nos da a conocer y se nos revela en lo humano. Lo cual quiere decir que solamente alcanzaremos la plenitud de lo divino, en la medida en que lleguemos a alcanzar la plenitud de lo humano.
De ahí que lo específico del cristianismo radica, no en la sumisión a lo divino, ni en la exactitud de lo religioso o de lo sagrado, sino en la defensa de lo humano, en el respeto a lo humano, en la promoción y el fomento de todo lo verdaderamente humano, en el cariño y hasta el exceso de la demasiada ternura con lo humano.
El problema que, sin embargo, todo esto representa, radica en que lo humano, químicamente puro, no existe. Lo humano es el resultado de un proceso de evolución, increíblemente prolongado y largo, de miles de siglos. Un proceso que sigue adelante en la historia. Y que consiste en la superación constante y creciente de lo inhumano que llevamos inscrito en la sangre misma de nuestro ser.
Ahora bien, esta superación, esta liberación, de lo inhumano es la tarea más dura y más costosa que todos tenemos que afrontar. Por eso es la tarea a la que más nos resistimos. Y es tanto lo que nos resistimos a esta tarea - de constante y creciente humanización - que hasta echamos mano de lo divino, de lo sagrado y de lo religioso para justificar criterios y comportamientos criminalmente inhumanos. Por esto, en nada nos tiene que extrañar que, en la historia y en la presencia actual del cristianismo en el mundo, lo más complicado de aceptar y lo que más se ha resistido a admitir esta Iglesia (con sus jerarquías a la cabeza), no ha sido lo divino de Jesús y de la vida cristiana, sino precisamente lo humano de Jesús y del comportamiento cristianismo. ¿Cómo se explica - si no - que en la Iglesia se haya visto, como lo más excelso que, para amar más a Dios, tengamos que amar menos o negar el cariño, la bondad, el respeto y la ternura a seres de carne y hueso que son tan humanos como nosotros?
Yo creo en Dios, busco a Dios y tomo en serio el problema de Dios. Pero, precisamente por eso tomo en serio lo humano, a todo ser humano. Y por eso igualmente no me cabe en la cabeza que haya tanta gente - de religión y de Iglesia - que se amparan en lo presuntamente divino, para justificar comportamientos que son intolerablemente inhumanos. ¿Qué explicación tiene que en Estados Unidos, los republicanos aparezcan como los más religiosos y, al mismo tiempo, los defensores de la pena de muerte, de la venta de armas y del rechazo total a los homosexuales? ¿Cómo se puede entender que, en ambientes clericales, donde tanto se predica de pureza y de puritanismo, no se puedan ya seguir ocultando tantos y tantos escándalos de todo tipo que avergüenzan a cualquiera? ¿Y qué decir del incomprensible silencio de nuestros obispos ante tanta corrupción y tanto sufrimiento de los más indefensos? ¿Por qué será que donde hay tanta religión anda tan escasa la verdadera humanidad? Sea por lo que sea, una cosa es cierta: es inimaginable la cantidad de los que se creen creyentes que en realidad son ateos sin saberlo. “Ateos anónimos”. Pero, a fin de cuentas, ateos auténticos.

Ver aquí: Teología sin censura de J. Mª. Castollo.


ESPERANZA Y LUZ

Soledad, oración, búsqueda, y en el más allá hay una gran luz.

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