EL TORO.
De alguna
manera el toro bravo estaba presente en nuestras vidas. Durante mucho tiempo se
hablaba de los toros de las Fiestas de Albalate. Y cada Septiembre, con el
regreso al colegio, comenzábamos a hablar de los toros que tendríamos en el
encierro del día veinticuatro. Preguntábamos de qué ganadería serían y
especulábamos con su peso, el color de su piel, y cómo tendrían sus cuernos.
Durante
todo el año uno de nuestros juegos favoritos eran los toros. Nos construíamos
unos marcos de madera rectangulares, y en uno de sus lados menores le
clavábamos unos cuernos de cabra, a los que previamente les habíamos vaciado de
sus huesos calentándolos al fuego de una hoguera y dándoles golpes hasta que
solo quedaban “sus fundas”. En ese “marco-toro” se metía el que había de hacer
sus funciones. En nuestra parodia de la Fiesta Nacional se daban todos los
elementos necesarios para lidiar al toro. Era una “escuela taurina”.
“Jaquerito”.
Año 2007.
En Alcañíz
primero, -las fiestas son el 8 de Septiembre-, y posteriormente en Albalate,
hicieron sus primeros pinitos como toreros Alfonso Zapater Gil, Paco Camino, y
mi primo Jesús Gómez “El Alba”, entre otros muchos. Tanto Alfonso como Jesús
eran de Albalate.
Al toro se
le salía a esperar al monte cada 24 de septiembre, y como “invitado de honor”,
se le introducía en el pueblo con toda la ceremonia del encierro. Era parte
sustancial de nuestras fiestas. “Sin toros no había fiestas. Con toros todo era
fiesta”.
Y es que
en Albalate ha habido encierro de toros por las calles, -para nosotros-, “desde
siempre”. La plaza de toros se construyó en 1921. Los encierros eran por tanto
algo lógico, natural y esperado, todos los años. “Era todo un ritual".
Desde la
"Paridera de las Cabañuelas", a la derecha, dirección Lécera, y más
allá de "la Cuesta de los Churreros", en San Cristóbal, los toros
venían libremente con sus cabestros, pastores y caballos. Nosotros salíamos a
su encuentro, recién comidos, todos los 24 de septiembre. Veíamos a los toros,
los acompañábamos a una distancia prudencial, hasta que en la entrada del
pueblo, a la altura de la "Torre Roya", -que ya no existe-, se
cerraba por detrás de los toros con una valla. El pueblo, sus calles, habían
sido valladas convenientemente. Un disparo de cohete y..., ¡sálvese el que
pueda, y la Virgen de Arcos le ampare!
La subida
hasta la plaza de toros, junto al castillo, era de auténticos corredores, de
auténticos especialistas. El "cuello de botella" que se formaba a
partir de la primera puerta, son tres en total, era impresionante. En esas
circunstancias, o ganas a correr a los toros, cosa casi imposible, o les dejas
paso quedándote agazapado, o te apartan a su manera. Era toda una lucha entre
una posible cogida, a vida o muerte, o salir airoso, teniendo algo importante
que contar. Era "nuestra gran puesta de largo", el paso a la hombría.
Quedabas marcado para siempre.
Yo esperé
a la manada de toros para su encierro en los corrales de la plaza, entre la
primera y segunda puerta. Constituía un callejón sin salida. Tenías que entrar
delante de los toros hasta el ruedo, o dejar que pasaran por encima de uno
mismo. Esperé hasta el último instante. Y calculé mal. Detrás del último grupo
de hombres iba Luis Gasco Laudo, hermano del alcalde de Albalate en aquel
entonces, Julián Gasco Laudo (1943 - 1955). Luis sería alcalde en
el período 1961 - 1973. Se percató de mi inexperiencia y arrojó su
chaqueta, que la llevaba en la mano, a los cuernos del primer toro. Ello hizo
que la manada titubeara unos instantes, lo que me dio la posibilidad de
mezclarme con el grupo humano. Y entre la segunda puerta y la entrada a la
plaza, el trayecto se estrechaba más, llegando casi a una mezcla de hombres y
toros.
Entonces
experimenté el “egoísmo individualista” de “sálvese el que pueda”, y braceando
entre cuerpos, logré poner distancia entre los toros y yo. Ello me permitió
entrar en la plaza con un cierto desahogo. Pero mi nerviosismo fue tan grande
que al saltar la barrera me di un buen baquetazo. Fue el castigo a mi egoísmo
anterior. Todas las fiestas estuve dolorido.
Luis Gasco
se desprendió de su chaqueta que llevaba en la mano “como defensa” por ayudarme
a mí. Y yo le pagué a él y a los demás escabulléndome entre ellos forzadamente.
Albalate
del Arzobispo: toros rezagados pasando por la Plaza Nueva.
Pero en la
plaza era otra cosa. Había que tantear a los toros. Aquí el peligro es más
grande, porque el espacio es más reducido, hay más gente, hay que atender a
todos los toros a la vez, y no hay salida posible a no ser que encuentres un
hueco en el burladero, o de un brinco saltes la barrera.
Cuando un
toro cogía a algún mozo, la reacción de los demás compañeros era inmediata. Uno
le cogía del rabo. A éste se le añadía otro. Y desde atrás, por ambos lados,
otros se agarraban al cuello y a los cuernos. ¡Visto y no visto!, una montonada
de mozos caía sobre el toro. Se recogía al empitonado y se procedía a soltar al
toro lo mismo que antes, pero al contrario. Mientras unos citaban al toro por
delante, los de atrás se soltaban del rabo. Era pura solidaridad, puro
ejercicio de supervivencia. Era la lucha del hombre ante la fiera. ¡Era
impresionante!
Y cuando
el toro después de ser lidiado era arrastrado por la “Mulillas”, se le despedía
con un cierto alivio y con una cierta nostalgia. Era la despedida de un ser con
quien habíamos estado unidos por un sentimiento cercano. Al anochecer el
estofado de toro se olfateaba a través de las humeantes chimeneas. “Su carne
entraba a formar parte de nuestra carne”. Era un rito como lo era el de la
matacía del cerdo. Era una comunión familiar y de amigos. Frecuentemente
constituía un olvidar rencillas y discusiones enquistadas. “El toro nos unía”.
En cierta
ocasión y durante un intervalo en la explicación del tema que estábamos
tratando, el profesor Teófilo Ayuso, especialista e investigador en la Biblia,
cuyo trabajo científico era conocido más allá de nuestras fronteras, nos dijo
lo siguiente:
“Aquí, en
España, tenemos una ventaja con esto de los encierros de toros. Sirve para
sacar toda la agresividad contenida dentro de los jóvenes. En cambio en
Inglaterra, y para divertirse los estudiantes un día se enfundaron unos monos
de trabajo, se colocaron unos cascos en la cabeza, cogieron picos y palas y en
el centro de Londres se pusieron a cavar un pozo en medio de la calle. Todos
creían que era personal del Ayuntamiento en busca de un posible escape de gas o
de agua. Cuando se cansaron de excavar y el pozo tenía ya una dimensión
considerable, recogieron todos los materiales, dejaron señalizado el terreno, y
se fueron sonriendo tranquilamente. Y allí se quedó el agujero.”
Y
comentaba: “si tuvieran encierros de toros para sacar su adrenalina,
seguramente no se les hubiera ocurrido semejante broma.”
En
Albalate, como en toda España, quedaba todavía mucha agresividad contenida por
causa de la Guerra Civil. Fiestas y encierros de toros, y vaquillas en la
plaza, hacían su labor terapéutica en todos nosotros.
Sanfermines
2007 (20minutos.es).
En la
actualidad, estos son unos sentimientos que me vienen con el recuerdo de mis
vivencias infantiles. Por lo que voy a intentar hacer algunas reflexiones a la
luz de mi experiencia.
La bravura
del toro bravo es empleada por el hombre en agresiva competición festiva. La
fuerza del toro manso es utilizada por el hombre en labores al servicio del
hombre. Así se hace con otros animales: elefantes, camellos, caballos, perros,
etc., y de otros como halcones, hurones... Física y energéticamente todos
formamos parte de una cadena complementaria en la Naturaleza. Se sacian las
necesidades naturales y también las espirituales. Pero he aquí la primera
pregunta, ¿debe de hacerse con tanta agresividad y fiereza?, ¿con tanto
sadismo? Si a un ser vivo se le pone “entre la espada y la pared”, ¿no es
lógico que responda con fiereza?
En alguna
ocasión he intentado ponerme “en la piel del conejo” cuando el cazador furtivo
mete en su madriguera al hurón que lleva como instrumento de caza. La única
escapatoria que le queda al conejo es arrojarse a los dientes afilados de quien
le tapa la salida. Por eso está prohibida esta forma de cazar.
¿Por qué
hay tanto abuso en lugar de haber un uso razonable?
La muerte
de unos seres sirve para la vida de otros seres. ¿Hay crueldad en los animales
cuando forman parte de la cadena alimenticia? ¿La hay en los hombres? ¿Es más
cruel el hombre con sus semejantes que los animales con los suyos? ¿Dónde
estaría el límite?
Personalmente
prefiero comenzar siendo compasivo con mi prójimo, y no poner límites a mi
compasión con el resto de los seres vivos y con toda la Naturaleza, pues el
hombre forma parte de la Naturaleza. Abusar de ella es comportarse de forma
inferior a los animales.
Y ¿de
dónde le viene al toro su bravura que hasta en el mismo trance de su muerte,
cuando ya está humillado y abatido, sigue reaccionando con bravura? Dicen que
el momento de rematar al toro con la puntilla es el peor momento para el
torero. “El toro no se rinde hasta que está muerto”. Esta es la gran lección
que nos da.
Recientemente
en un debate entablado entre antiguos compañeros del Seminario de
Alcorisa -promoción 1951-1952- en nuestra página Web SUBPÓRTICA, alguien
se pregunta: ¿tiene alma el toro?
Y otro
responde: ¡Tiene espíritu, tiene energía! Y si la energía no se destruye, sino
que se transforma, podremos decir que su energía es eterna.
Eliseo
Bayo, periodista y escritor, dice no sin cierta ironía y en actitud
provocativa: “el alma del toro es eterna”. -Y aquí se abre otro debate paralelo
sobre el alma-.
Y sobre si
se debe prohibir la celebración de nuestra Fiesta Nacional, unos abogan por su
desaparición, otros apuestan por su continuidad, y otros ofrecen como
alternativa la Corrida de Toros Portuguesa en la que al toro no se le
sacrifica.
José Luis
Félez Soriano, muy amante de la música, fundador y director del Grupo Alcor de
Música Antigua Española y director de la Coral Ibercaja, afirma:
“El toro
bravo existe única y exclusivamente porque desde su nacimiento, lo alimentan,
cuidan y lo preparan para ser lidiado y muerto a estoque en una plaza de toros,
por alguien que, de profesión, es torero”.
“El toro
bravo dejaría de existir como especie convirtiéndose en buey, tan pronto
careciera de alguna de las premisas anteriores”.
El debate
queda planteado.
Zaragoza,
Abril de 2007.
__________
NOTAS: Ver
artículos en SUBPÓRTICA, Página Web de Antiguos Compañeros del Seminario de
Alcorisa. Promoción de 1951-1952. Debate sobre la Fiesta nacional. Página
principal de Arturo Bosque.
Encierro
de toros en Albalate del Arzobispo.
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