jueves, 25 de febrero de 2016

LAS FIESTAS SON PARA VIVIRLAS



LAS FIESTAS SON PARA VIVIRLAS

Las labores de la trilla del cereal ya habían terminado; y el grano había sido convenientemente almacenado. El molino harinero producía una harina fina, suave, “virgen”. Harina que estaba destinada a la masada especial para las tortas y las magdalenas que se consumirían durante las próximas fiestas. Y comer aquel pan blanco, esponjoso, cocido a fuego lento en hornos de leña, alimento básico que acompañaba todas las comidas, era una delicia.
Las amas de casa renovaban los colchones ahuecando la lana después de haberla lavado a conciencia. Dormir en un colchón de lana recién preparado era una gozada, era una fiesta.
Los hombres traían del campo las mejores olivas verdes, “las sevillanas”, que se preparaban, unas partidas y otras enteras, en pequeñas tinajas con agua, sal, “finollo”, tomillo, romero, y ajos, muchos ajos, para que estuvieran disponibles para poder comerlas al llegar “las fiestas”. Olivas que se comían para almorzar, merendar, e incluso como postre o aperitivo. Comer aquellas olivas con el sabor y el aroma del campo era un regalo para los sentidos.
El ayuntamiento comenzaba a arreglar las calles allanándolas con tierra, piedras, y “rujiándolas con agua y apretando las piedras y la tierra con morteros de madera, que una y otra vez los empleados levantaban y dejaban caer hasta que todo quedaba compacto y apretado. Eran nuestras calles de tierra batida.
Había quienes comenzaban la vendimia temprana, y en los lagares se “cocían” los vinos y se recogía el primer líquido de las uvas recién pisadas para preparar “la bebida” o “mosto” que se tomaría en las mañanas de las fiestas. El “mostillo” para la gente menuda era como la carne de membrillo, o como hoy en día la nocilla.
Los primeros feriantes comenzaban a instalarse en los terrenos destinados por el Ayuntamiento para tales efectos. Viendo el material en los camiones todavía sin descargar, los críos adivinábamos las atracciones que íbamos a disfrutar durante las fiestas.
Esto ocurría hasta que el 24 de septiembre a las 12 horas en punto se disparaba el primer cohete. Se volteaban todas las campanas de la iglesia. Se presentaba la banda de música que comenzaba el pasacalles por todo el pueblo, precedido a cierta distancia por el gaitero, los cabezudos y toda la colla de críos alegres, nerviosos, inquietos. Eran LAS FIESTAS del pueblo, y en honor de su Patrona la Virgen de Arcos.
Una vez hecha nuestra comida apresurada de chicos inquietos nos citábamos para salir por la carretera de Lécera, la Cuesta de los Churreros, hasta la paridera de Las Cabañuelas. Allí era el encuentro, a una prudente distancia, con los toros que iban a entrar en el pueblo, y que constituirían la novillada, la corrida de Rejones, y algunos años la Charlotada. Al llegar los toros a la Torre Roya, se disparaba el cohete, cerrando a nuestras espaldas con un vallado la posibilidad de vuelta hacia atrás. Comenzaba el encierro de los toros al grito de “sálvese el que pueda y que la Virgen de Arcos le ampare”. Había quienes decían: “sí, sí, fíate de la Virgen y no corras”.Y así hasta que se llegaba a la plaza de toros. El encierro era el primer plato fuerte de las fiestas de Albalate del Arzobispo.
Recogidos los toros en los corrales de la plaza, nosotros aseados y tomada nuestra merienda, magdalenas o torta con chocolate, acudíamos con nuestros mayores al solemne claustro en la iglesia con la Virgen. Al final se cantaba la Salve: “Dios te salve, Reina de los Cielos, Pura Virgen de Arcos, hermosa beldad, Vida nuestra, dulzura divina, Segura esperanza, fin de nuestro mal”. Todo el mundo la cantaba y había quienes lloraban de emoción.
Al día siguiente la misa y la procesión por el pueblo. Recuerdo que a la vuelta, antes de entrar en la iglesia, Juan “el Menaba”, arengaba a las gentes diciendo: “Gritad conmigo, ¡viva la Virgen de Arcos!
Además de los toros había corrida de peatones cuyo premio eran unos hermosos gallos “capones” en la rambla del río Martín, y amenizada por nuestro gaitero y tamborilero.
El Certamen de Jota era imprescindible. Los mejores joteros de Aragón, tanto bailadores como cantadores pasaban por Albalate.
La diana floreada todas las mañanas por el gaitero, y posteriormente por la banda de música, era el mejor despertar para todos. A la noche el baile en la plaza y los fuegos artificiales nos sumergían en un mundo mágico y de ensueño. Y al medio día, en el “almudín”, se daban los conciertos de la banda de música. ¿Recordáis..., la “Leyenda del beso”, los “Sitios de Zaragoza”, y la “Jota de la Dolores?”...
Las Ferias y los “vendedores ambulantes” complementaban, animosa e interesadamente, nuestras Fiestas. Había un vendedor de caramelos que se autodenominaba “el abandonador”. Vendía los caramelos a cubos. Su sistema consistía en vender unos cartones, “como si fueran cartas de Guiñote”, al precio de dos reales, en un sorteo “como una especie de bingo”. El agraciado se marchaba cargado de caramelos para todos los días de fiesta.
Las fiestas son para vivirlas, para soñarlas antes, y para recordarlas después. Los días del 24 al 28 de septiembre eran un paréntesis en nuestro quehacer rutinario necesario, y un deshago para nuestras mentes y nuestros corazones. Era el encuentro de la familia y el disfrute con los amigos.
El 29, día de San Miguel, se decía: “¡en pasando San Miguel el que coja la higa para él!”. La escuela se abría mañana y tarde, los estudiantes acudían a sus centros de estudios de Zaragoza o de otras ciudades, las gentes del pueblo acudían a sus faenas. Se terminaban de coger las uvas, y se comenzaban a recoger el panizo. Empezaba a refrescar, se veían algunas “carrizas” por la calle, y se comenzaba a soñar con la mente puesta en Navidad.
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Grupos de estudiantes en fiestas en 1958:
Foto izquierda:
Manuel Clavería, Laureano Molina, Serafín Andrés y Francisco Pérez Bascuñana.
Foto derecha:
Pedro Roche Arnas, Profesor emérito de la Universidad de Alcalá de Henares. Albalate. (El primero por la izquierda mirando al grupo).
Gonzalo Borrás Gualís, Profesor emérito de la Universidad de Zaragoza. Valdealgorfa. (Detrás a la derecha).
José Borrás Gualís, Ex Director General de Administración de Justicia de la DGA. Valdealgorfa. (Detrás en el el centro).
José Antonio Jiménez Comín, “Cura guerrillero”, muerto en la Guerrilla Colombiana (Ejército de Liberación Nacional) por defender a los pobres. Ariño. (Delante de pepe Borrás a su derecha).
Jesús Clavería Luego, Profesor emérito de Lengua y Literatura Latina en el Instituto Goya de Zaragoza. Desciende de Albalate. (Delante de pepe Borrás a su izquierda).
Ángel Rincón Gascón, ex Inspector de la Policía Nacional (+). Albalate.
Rogelio Gállego Vallespín, ex Inspector Industrial Europeo. Albalate.
Luis Espinosa Gómez, Técnico Administrativo. Hijar.
Serafín Andrés Martín, Técnico Comercial. Albalate. (Detrás a la izquierda de la foto).
Javier Félez Aranda, Ex empleado de Telefónica. Albalate.
José López Palacios, “el molinero”. Albalate.
Laureano Molina Gómez, ex Cura obrero y ex Educador de discapacitados intelectuales. Albalate. (A la derecha de la foto de pie y con corbata). Etc, Etc.
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Y hablando de sueños, este es el mío:
“En la fachada del Ayuntamiento se coloca una placa, previo consenso de todos, donde vienen escritos, y por riguroso orden alfabético, todos los nombres de los hijos de Albalate muertos directa o indirectamente a causa de la Guerra Civil Española; los que están en la placa que todavía existe en la fachada de la iglesia, y todos los demás que no están en ella; incluso los que por causa de haber tenido que exiliarse fuera de España, murieron en los Campos de Exterminio Nazis; todos, desde el primer muerto hasta el más olvidado como puede ser el que se le conocía como “El Pepa”; sin olvidarse de los que murieron en el frente de guerra como Remigio Gómez Roldón que nunca más se supo de él. Porque todos en su corazón quisieron una España mejor, donde no hubiera tanta miseria, y en la que se pudiera vivir en paz y en libertad”. “La plaza comenzaba a llamarse desde entonces, y a imitación de la de París, la “Plaza de La Concordia”.

¡FELICES FIESTAS!

Laureano Molina Gómez
Zaragoza, Septiembre de 2014.

(Publicado en el programa de fiestas de Albalate del Arzobispo de 2014).

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