2º.- CASABLANCA.
Comunidad.
Llevaba varios
días dándole vueltas en su cabeza. No pudo más y al final lo soltó: “ahora o
nunca”.
Fermín era un
joven venido a Zaragoza desde Almazán (Soria). En aquellos años muchos eran los
jóvenes que abandonaban la casa de sus padres labradores para venirse a
trabajar a la ciudad.
En los
primeros años de los setenta eran muchísimos los que habían tomado esa
decisión. El joven militante de la HOAC estaba hospedado en una casa con una
señora mayor. Y aunque la señora lo cuidaba bien, él quería otra forma de
vivir. Las ideas que imperaban entre los
militantes de la HOAC y de la JOC eran radicales. Era necesario cambiar la
sociedad. Pero sobre todo, y como paso previo, había que salir de la Dictadura
del General Franco en España. Lo que suponía vivir en unas condiciones de plena
libertad, sin horarios, sin poner en riesgo a nadie ajeno a la causa. Las
residencias de jóvenes de la JOC y de la HOAC como la de la calle de Sierra
Purroy en el Barrio de Torrero y la del “Patronato de Agustín Jericó” en la
calle Cartagena en el Barrio de San José
en Zaragoza,.habían cerrado, o estaban a punto de cerrar, como así sucedió. El
Arzobispo Cantero seguía instrucciones gubernamentales. “Todas esas residencias
son un nido de comunistas”. No se comprendía bien que el Concilio Vaticano II,
siguiendo el espíritu del Evangelio, empujase a los cristianos a vivir con
mayor radicalidad su fe en Jesús de Nazaret defensor a ultranza de los pobres,
enfermos y desvalidos.
“Molina,
tienes que poner en marcha la Comunidad a la que nos está empujando la doctrina
de la HOAC”, me dijo.
En toda España
se hacía lo mismo. Las Comunidades Cristianas de Base emergían por ciudades y
pueblos.
Con Fermín
venía empujando también Emilio, un soriano de pura cepa. Emilio tenía un buen
puesto de trabajo como telefonista en la Telefónica de Soria. Pero aquel
trabajo le parecía demasiado fácil y al mismo tiempo demasiado estresante para
él. Por otra parte le encantaba la carpintería en la especialidad de
ebanistería. Es por eso por lo que pidió excedencia en su trabajo y se vino a
Zaragoza para hacer un cursillo de ebanistería en el Centro Profesional de
Miralbueno. Emilio trabajaba la madera. Acariciaba la madera. Gozaba con la
manipulación de la madera y en construir muebles que él mismo diseñaba. “Es una
gozada”, decía.
Eché mano de
los anuncios del periódico Heraldo de Aragón, y fijé la mirada en “Fincas
Pinilla”. Se nos ofreció una vivienda de reciente construcción, sin estrenar,
en el entonces Barrio Rural de Casablanca.
Nos fuimos a
vivir al número 9 de la calle Centro. En el último piso y con una hermosa
terraza que hace chaflán con la calle de Las Rosas. Lo amueblamos con lo que
Caritas Diocesana nos proporcionó. El piso, cuyas paredes olían todavía a
pintura, lo estrenamos nosotros. Los muebles que Caritas nos proporcionó eran
todos de segunda mano. Las mantas y las colchas para las camas eran pobres pero
nuevas. Todo el ajuar restante lo fuimos comprando poco a poco.
Martín nos
ayudó a trasladar los enseres con la furgoneta del Seminario. Nuestra casa y el
Seminario estaban tan cerca que únicamente las separaba Vía de la Hispanidad.
Martín se vino a vivir con nosotros de inmediato, y todas las mañanas iba a dar
sus clases correspondientes a los chavales del Seminario Menor.
Muy pronto se
nos agregó una muchacha procedente de la HOAC de Logroño. Berta, que también
dejó su puesto de trabajo como auxiliar de clínica, y se vino a trabajar a una
fábrica de menaje y de juguetes, la “Nacoral”, que hacía esquina con Vía de la
Hispanidad y Duquesa Villahermosa. La “Nacoral” hace muchos años que
desapareció.
Era una idea
fundamental en aquellos tiempos: “vivir encarnados ocupando los puestos de
trabajo más bajos”. Si queríamos “fermentar” las conciencias de los
trabajadores para dar un vuelco a la realidad existente y mejorarla, había que
hacerlo desde lo más bajo de la sociedad. Era nuestra peculiar “encarnación”
entre la gente sencilla trabajadora.
Algo más tarde
yo me dedicaría a convivir con los camioneros, y durante veinte años conduje un
camión trasportando mercancías entre las fábricas. Martín, llegó a abandonar
las clases en el Seminario, y se puso a trabajar de barrendero en un camión de
recogida de basuras en turno de noche. Fermín trabajaba en la fundición de
Ildefonso Lafuente, “ILASA”, instalada entonces al otro lado del Canal, en el
tramo lindante con Casablanca, hoy llamado el barrio de Ntra. Sra. de Las
Nieves.
El piso
disponía de tres dormitorios, salón, cocina, y cuarto de baño.
Desde la
terraza exterior se divisaba entonces todo nuestro pequeño barrio rural.
También se veía el Seminario Diocesano de Zaragoza, el campo de fútbol La
Romareda, y el Hospital General llamado “La Casa Grande”, hoy Hospital Miguel
Servet. Prácticamente todo el entorno eran campos de cultivo, campos de
regadío. Existía también el Hospital Militar y el Cuartel de Sanidad Militar,
el uno frente al otro. La antigua gasolinera de Casablanca y la fábrica de Coca
Cola, al igual que el Colegio Residencial Público “Huérfanos de Magisterio”,
hoy el I. E. S. “Miguel Catalán”, eran vecinos próximos nuestros.
En la
habitación más grande se instalaron Emilio y Fermín. Dormían en una litera para
ganar espacio. Porque, eso sí, cada uno teníamos nuestra mesa de estudio. El
comedor sería el punto de puesta en común de planificación de nuestras
actividades, de nuestras Eucaristías, de nuestras reflexiones, y de nuestras
comidas habituales. Berta ocupaba una habitación para ella sola, a quien se
agregaría posteriormente Mari Carmen venida del pueblo minero turolense de Ojos
Negros. Su padre era encargado de las minas de hierro a cielo abierto. Martín y
yo ocupamos el tercer dormitorio.
La primera
comunidad mixta en Zaragoza quedaba establecida. En el año de 1.970 no era
corriente vivir en comunidad, y menos compuesta por hombres y mujeres. Pero a
raíz del Concilio Vaticano II innumerables comunidades cristianas de base
florecieron por todas partes. Los jesuitas en el barrio de El Picarral,
viviendo en la parroquia obrera de Belén, y muchos equipos de Revisión de Vida
y de Acción de militantes de JOC y de HOAC hacía ya tiempo que tenían en común
una fuerte organización de apoyo mutuo, fruto del imperativo cristiano
“Comunidad de Vida, Comunidad de Bienes y Comunidad de Acción”. Naturalmente
los matrimonios vivían cada uno en su casa, pero la solidaridad entre ellos y
hacia todos los demás era muy fuerte. Delicias, Oliver, San José, La Paz, y
Torrero en general, fueron pioneros en este espíritu de vida militante
misionera. Algo comenzaba a cambiar en España.
Casablanca era
un barrio muy pobre urbanísticamente hablando. Cuando llovía las calles se
encharcaban primero y quedaban embarradas después. Por la noche, las pocas
luces parecían unas simples candelas. Unas pantallas de “plato” empotradas en
las paredes de las casas y bastante espaciadas, a veces solamente en las
esquinas, con lámparas de 100 w. era toda la luminosidad que tenía el barrio.
No había escuelas para los niños. Aunque sí había una escuelita en unos bajos
de una vieja casa en la calle de
Fuente
de los incrédulos. Canal de Aragón. Casablanca. Zaragoza.
“La Escuela”, llamada así
precisamente por estar la escuela. Un saloncito para los niños y otro para las
niñas. Sin apenas luz solar. Creo que era una escuela privada. Y desde luego
era insuficiente. Después se trasladaron al terreno que los PP Paúles fueron
habilitando poco a poco en lo que llegaría a ser la actual parroquia, pues en
el tiempo desde el que estamos hablando no había iglesia parroquial.
“Incredulorum convictioni et
viatorum commodo. Anno MDCCLXXXVI”
(Para
convencimiento de incrédulos y alivio de caminantes. Año 1786.
Mas
información en:
Los sacerdotes
habían arreglado para decir misa una especie de cobertizo que era el secadero
de una antigua tejería.
El Canal
Imperial de Aragón impulsado por el Canónigo Ramón Pignatelli, además de
aportarnos humedad en el invierno, nos invadía de ratas. Los de la calle
Embarcadero fueron los primeros que hablaron en la asamblea que se organizaría
en aquel “cobertizo-iglesia”.
Amparados bajo
la figura legal de Asociación de Cabezas de Familia, como en los demás barrios,
comenzamos nuestra andadura para intentar transformar y mejorar la realidad de
las gentes de los barrios periféricos de Zaragoza. (A.
C. F. única fórmula de participación permitida por el Régimen Político
de Franco).
Con Casablanca
se cerraba así el “primer cinturón de Zaragoza” en el que en cada barrio había
ya militantes, bien cristianos, bien de partidos políticos clandestinos. Las
parroquias en los barrios, sus sacerdotes y sus militantes, hacían una labor
fundamental de promoción religiosa y socio-cultural, y de denuncia para el
mejoramiento de sus infraestructuras. Un cinturón real de hombres y mujeres
trabajadores en los barrios, compuesto de chavolas en su comienzo, pequeñas
parcelas más tarde, y casas austeras de
obreros finalmente, se creaba con la gente emigrante de los pueblos a la ciudad.
Cinturón activista de las futuras Asociaciones de Barrios. Actividad legal por
un lado, pero con muchas otras actividades clandestinas bajo mano. Las
Asociaciones de Cabezas de Familia ayudaban a tapar todo lo que no nos estaba
permitido, y era necesario para el avance social de las gentes. El movimiento
vecinal se iba consolidando.
La idea
fundamental de aquel entonces se basaba en copar, y aprovechar las
instituciones oficiales, y desde allí abrir las mentes de las gentes y
presionar para cambiar la realidad de las ciudades y pueblos de España. Lo cual
se hizo al mismo tiempo que copábamos por parte de las izquierdas, gentes
progresistas, y cristianos de la JOC y de la HOAC, los sindicatos oficiales del
régimen, la Central Nacional Sindicalista, la “C. N. S”.
Todo parecía
igual pero ya no era lo mismo. Ya no sería lo mismo. La Dictadura hacía “aguas”
y se producía el “parto” de la
incipiente “Democracia Española”, reprimida a pulso por el régimen de Franco,
pero ansiada con más fuerza por las gentes progresistas de la época. Nuestros
pensamientos y nuestros corazones eran ya democráticos. “Actuábamos con
planificaciones programadas en discretas asambleas”.
Los barrios
comenzaron a organizarse, y casi todos habían puesto en marcha ya su Asociación
de Cabezas de Familia. De tal manera que los barrios zaragozanos de
Valdefierro, La Bozada, Oliver, Delicias, Miralbueno, La Química (hoy La
Almozara), Arrabal-Ranillas-Picarral, La Jota, Barrio de Jesús-Vadorrey,
Tenerías, Las Fuentes, Bajo Aragón-Montemolín, San José, Colón, Torrero-La paz,
Torrero-San Eugenio, Torrero-Pinares de Venecia, y Casablanca, comenzaban
“apretando” con sus demandas a las Autoridades Públicas. No todos estuvieron en
un principio, pero sí todos estuvieron después.
Y se crearon
los “puntos de ajuste” de este cinturón con la creación de los Polígonos
Industriales concebidos en los Planes de Desarrollo del Régimen. La industria
avanzó y con ello la conciencia de las gentes. La importancia del trabajador en
la marcha política de la nación se fue afianzando. Las gentes comenzaron a
hacer valer sus derechos, y a empujar para que se crearan otros muchos. Entre
ellos el derecho a asociarse libremente, a manifestarse, y a la huelga, como
mecanismos de regulación del sistema capitalista. La historia zaragozana
avanzaba y ya no tendría marcha atrás. Ya nunca sería igual. Todo comenzaba a
ser diferente.
(NOTA: Si se desea ver de qué situación
socio-económica veníamos, se puede pedir en Internet a Google que te enlace
con:
y
Actual
Parroquia de San Vicente de Paúl.
Ver mas
información en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario