Misma vida, mismo espíritu, y
misma misión.
Recibimos un
comunicado de la HOAC y de la ZYX adjuntándonos el esquema de un cursillo que
se celebraría en Segovia entre los días 18 al 29 de Agosto de 1.970.
Se trataba de
aunar posturas a la hora de la creación de comunidades cristianas de base. Para
ello era conveniente reflexionar en común y de exponer cada zona de España las
luces y las sombras de su experiencia ante el resto de militantes. Y todo ello
a la luz del Evangelio y de una Teología Misionera nacida al calor de la
doctrina del Concilio Vaticano II.
Según el
esquema que se nos aportaba el título del cursillo era Teología y comunidades misioneras. (1)
La
introducción y el planteamiento del cursillo correría a cargo del teólogo y
sacerdote andaluz, consiliario de la HOAC de Almería, José Domínguez.
Bajo el título
“el cristianismo y la comunidad
cristiana en la época técnica, se hacía y nos hacía estas preguntas:
¿Es posible
definir qué es un cristiano hoy, y qué es una comunidad cristiana?
¿No es una
utopía describir un ideal de vida cristiana en el plano personal y comunitario,
y luego pretender que la realidad vital se acomode a él?
¿Sería mejor
estudiar el dinamismo de la historia humana, o identificar sencillamente el
cristianismo con el humanismo que se va gestando en ella canonizando todos los
elementos?
Si se establece
de antemano un ideal de vida cristiana en el plano personal y comunitario, ¿se
puede considerar la sociología religiosa corriente (que solo estudia el
decálogo entre las creencias y prácticas religiosas y la vida) como válida para
determinar una situación misionera y plantear una auténtica pastoral de misión?
Era una
crítica de la sociología religiosa vigente.
Por otra
parte, la acción del cristianismo en el mundo, y el ideal de la vida cristiana
como meta de su actividad en la historia, tendría unas consecuencias a la hora
de trasformar ese mundo, de tal manera que la meta última del cristianismo
sería precisamente la actuación en la
historia.
El obispo de
Segovia Antonio Palenzuela tomaba la
palabra para ahondar en la idea de qué es ser un discípulo de Jesús y cómo
había que seguirle.
El valenciano
militante de la HOAC, artesano de profesión, cura obrero y creador de una
comunidad cristiana de base en Valencia, Antonio
Andrés Juan, planteaba, ¿qué es una auténtica comunión con
Dios en el Jesús de Nazaret y según el Espíritu? Puesto que la comunión entre
los hombres debía ser una comunión de vida, de bienes y de acción. Los
compromisos de la fe y del bautismo deben de ir en ese triple sentido de
comunión. Hablaba de su propia experiencia y desde su barrio valenciano de
gentes trabajadoras, y emigrantes, llamado como no, el Barrio del
Cristo-Malva-rosa. Comunión de los pobres, porque así fue el Mesías de los
pobres. Para crecer en la comunión era fundamental la Eucaristía en el espíritu
de la última cena de Jesús con sus discípulos.
(Nota: Antonio moría el mismo día que el
también cura obrero Wirberto Delso Díez, y ambos recibirían sepultura el día 23
de Abril de 2.009, día de San Jorge. En Noticias Obreras de 1-11-09/15-11-09,
nº 1.491, sus compañeros de la HOAC le
recuerdan así: “Antonio, hijo de padres viejos, “enfant terrible” en la Iglesia
y fuera de ella…, enfermo perpetuo y a veces imaginario…, jesuita frustrado,
sujeto de dos grandes pasiones: Jesucristo y los pobres, estas pasiones concretadas
en su barrio, en sus luchas por la dignidad, al servicio de los más
necesitados, vecino y ciudadano ejemplar… Martillo de herejes, hereje golpeado
por el martillo de otros martillos de herejes, callo en el dedo gordo de los
obispos, bufón (así lo decía él) de jerarquías eclesiásticas, hoacista
cumplidor estricto (no se perdía nada), pero rebelde y auto marginado, padre
espiritual del equipo Barrio del Cristo-Malva-rosa, pozo de sabiduría cristológica, director
espiritual de jóvenes, viejos y vírgenes consagradas, penetrador del ser
humano, comprendedor de la gente incomprendida e incomprensible, queriendo a
cada uno como era, visitador de convictos encarcelados, amante espiritual de la
soledad, confesor público de sus propios pecados: “a mí lo que me pasa es que
no amo bastante a Dios”. Todo eso y más”).
El Consiliario
nacional de la HOAC, Antonio Martín, plantearía
el tema desde el punto de vista del pueblo. Había que ir al pueblo, hacerse del
pueblo, y ello de una forma permanente y definitiva. Y se preguntaba: ¿Quién es
el pueblo sociológica y teológicamente hablando? Hay que ir al pueblo
sociológico para que sea pueblo de Dios. Y el pueblo sociológico tiene su
propio esquema de valores (materialismo). Y hay que tener en cuenta la
situación institucional en cuanto a lo económico, lo social, lo cultural, lo
político y lo religioso.
Volvía a
intervenir Domínguez planteando cual
era la tarea de la misión. Hacía falta una etapa previa a la evangelización
cristiana. Había que crear una comunidad humana, incentivar la maduración
social, la psicológica y la moral para vivir “el Evangelio de la triple
comunión”. Comunidad de vida, de bienes y de acción.
Posteriormente
vendría la tarea propia de la evangelización: la creación de una comunidad
cristiana, con las motivaciones cristianas, y con la ética cristiana. Catequizar suponía convertir la comunidad
cristiana en comunidad de testimonio y compromiso.
El sacerdote y
teólogo murciano Fernando Egea planteaba
y contraponía los ideales cristianos y las realidades actuales. Comunidades
tradicionales de religiosos frente a las nuevas comunidades cristianas de base.
Exponía las contradicciones de la Iglesia: por una parte la masa de bautizados,
por otra parte el objetivo era ¿sacramentalizar o evangelizar?..., ¿el culto al
servicio de la misión?..., ¿evangelizar o humanizar?... ¿El trabajo de los
presbíteros o el apostolado libre?... ¿Obras apostólicas o solo comunidades?
Nuevamente Domínguez planteaba las comunidades de
base como respuesta misionera. Y se preguntaba ¿las comunidades de base, son
realmente respuesta? Y venía a pronunciarse sobre la necesidad de una promoción
de cristianos, de si debíamos ser fermento en la masa, luz y sal en el mundo,
germen en comunidades con nuevo estilo, comunidades de base y misión con
obreros, campesinos, e industriales, bachilleres y universitarios, clases altas
y medias.
El teólogo Alfonso Álvarez Bolado hablaría sobre
los presbíteros y las comunidades de base.
Y el Padre Llanos venido desde su comunidad
madrileña del Pozo del Tío Raimundo expondría su reflexión sobre “las
comunidades de base y el futuro del presbiterado”. Cual sería la figura del
sacerdote en el futuro. Qué papel tendrían las comunidades cristianas en la
configuración del nuevo tipo de presbítero. Desde donde se haría el
reclutamiento de candidatos al presbiterado.
“Las
comunidades de base y el futuro de la iglesia. Realismo y esperanza cristiana”.
Decía: el cristianismo es difícil, ¿cual será el futuro de la Iglesia?, ¿los
que se quedarán atrás?, ¿el destino de los profetas?, ¿la pasión por el número
(muchos, pocos)?, ¿será necesario aceptar la diáspora misionera?, ¿superación
del fracaso?, ¿salvación individual y vocación misionera? Reflexiones que hacía
desde una vida pobre y austera el veterano sacerdote jesuita José María Llanos.
Con el fin de abortar aquel ejemplo de vida en el Pozo del Tío Raimundo, tanto
el Régimen Político como las Jerarquías Eclesiásticas le propusieron
importantes cargos públicos que él rechazó.
Tomás Malagón expondría todo un
programa de Teología bajo el título “para
una catequesis de adultos (actual). Nueve temas con los siguientes
capítulos:
DIOS
-
Dios en la existencia cristiana
-
Ateismo moderno
-
El Dios en quien no creen
-
Lo que puede hacer la razón humana para pensar de algún
modo a Dios
-
El Dios de la Fe
-
Humanismo y ateísmo.
REVELACIÓN: …
TRINIDAD: …
CREACIÓN: …
PROVIDENCIA: …
REDENCIÓN: …
LA GRACIA
SOBRENATURAL ….
IGLESIA: …
TESTIMONIO: ….
Además había
una serie de seminarios para desarrollar por grupos libremente elegidos.
Llegado el
momento nos fuimos para Segovia los sacerdotes zaragozanos Martín R. R.,
Wirberto Delso Díez, Alfonso M. S. y Laureano Molina Gómez.
Fueron once
días intensos. Por la mañana cuatro charlas. Por las tardes los seminarios
monográficos por grupos. Al final de la jornada teníamos la celebración
eucarística vivamente participada. La casa de Ejercicios Espirituales del
Arzobispado de Segovia y alquilada por HOAC-ZYX, estaba a rebosar de sacerdotes
y militantes cristianos. Los descansos eran los estrictamente necesarios.
Solamente por las tardes teníamos un rato libre para visitar la ciudad..
La casa del
cursillo estaba muy próxima al inicio del Acueducto de Segovia, por lo que una
tarde fuimos hasta el lugar donde arrancaba el acueducto. Para mí supuso una
pequeña desilusión, pues en la parte superior del acueducto no hay mas que un
pequeño canalillo de mas o menos unos 0´50 x 0´50 m., si mi recuerdo no me
traiciona. ¡Tan inmensa obra para tan escasa conducción de agua! Claro que el
agua procedente de la sierra, limpia y fresca, atravesaba por medio de ese
magnífico puente el barranco, en su día, que rodeaba a la ciudad, y que por
encima de sus murallas llegaba para saciar la sed de los ciudadanos de la
época.
(Ver Acueducto en:
Pasear al
atardecer por la ciudad, es una gozada. Ver la puesta del sol a través de los
arcos del acueducto es un espectáculo. Sus piedras se tornan de un color oro
ligeramente tirando a rosado que cautivan. San Esteban, casa de Los Picos, la
Catedral y el Alcázar era un paseo obligado.
Casa de los Picos. // Iglesia
de San Esteban de Segovia
Terminó el
cursillo y decidimos conocer Ávila y Toledo. El viaje fue penoso por el intenso
calor que hacía esos días. Un bochorno insoportable. Los vientos procedentes
del desierto africano del Sahara quemaban los cuerpos. Con las ventanillas del
coche cerradas, te ahogabas; y si las abrías, te asfixiabas. Pero Ávila y
Toledo bien merecían un sofocón. Las dos ciudades, cada una en sí misma, son
una maravilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario