lunes, 30 de mayo de 2016

6. APÓSTOLES.- 7. MUJERES

6 - APÓSTOLES
Judas. Fue en la Última Cena -toda amor, ternura y entrega- cuando descubrí en tu mirada la huella de una traición escondida. Vano egoísmo el tuyo: aquella tormentosa cobardía dejó en mi corazón una cicatriz profunda. Pero te perdoné: alguien había profetizado que así sucediera.
Pedro. No te importe arar con esfuerzo la tierra, bajar a la mina, subir al andamio y cobrar el salario que merezcas.
Camina en camisa, sin abalorios que escodan tus pies y cabeza. Duerme en cama ligera que muchos no tienen pero la sueñan.
Destruye los andamiajes ficticios que a tu Casa acechan. Consuela a los niños mancillados por pederastas en sacristías secretas.
Mézclate con el pueblo; calma el llanto del que sufre y siembra amor en quien no lo tenga.
Apóyate en el bastón de la humildad y sé guía de los que lloran y se quejan. Al hablar usa la voz amiga que todos oigan y entiendan.
Sé humano: cuenta chistes y sonríe, la sencillez eleva; si todo esto cumples, tú podrás tener las llaves de mi Iglesia.

La Cena de José Aznar en Seminario de Zaragoza
7- MUJERES
Magdalena, al mirarme en tus hundidos ojos -espejos en donde la luna lloraba su alegría- brotó en mi corazón un sentimiento desconocido. El aroma que tus lágrimas desprendían cantaban el arrepentimiento y la entrega; la felicidad inesperada de un jardín por recorrer.
Llora, llora, Magdalena: un llanto amargo, pero sentido, fermento puede ser del verdadero amor.
Samaritana, sin conocerme, y creyéndome enemigo, saciaste mi sed al verme cansado y sediento.. Todo mi amor derramé en tu cántaro seducido por la mirada de tu arrepentimiento.
Cuántos, sin saberlo, esperan en la sima profunda de la duda esa voz lejana que les grite: ¡despierta¡ ¡actúa! ¡elévate! ¡canta! Escucharla puede hacer transparentes los sabores de comidas olvidadas.


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