6.- EL MENSAJE DE JESÚS DE NAZA-RET Y EL MENSAJE DE
JESUCRISTO REDENTOR Y SALVADOR
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DOS MENSAJES DIFERENTES
Es una verdad hoy incontrovertible que el mensaje
central de Jesús de Nazaret fue y es la proclamación del Reino de Dios en
nuestra historia, el anuncio de una vida digna y justa para todos y todas, a
realizar no en el futuro, sino en el presente de nuestra sociedad. Una vida
regi-da por el amor como mandamiento principal y único, generador de una
sociedad fraterna y solidaria, la humanización de nuestra sociedad. Un Reino
dirigido principalmente a los últimos y marginados de nuestro mundo. Mensaje
que orienta la actividad y la misión de los seguidores de Jesús de cara al
presente y al futuro, como tarea siempre nueva y creativa. En una sociedad de
cambio profundo y constante como la nuestra el mensaje debe dar respuesta a los
desafíos concretos y constantes que plantea la sociedad. Aun-que el mensaje es
la implantación del Reino de Dios, debe concretarse en el momento presente.
Debe tener en cuenta los descubrimientos que está realizando la ciencia. Es por
ello un mensaje en continua evolución y creación, al compás de los cambios
constantes que se realizan en nuestras sociedades.
Muy distinto es el mensaje que nos transmite
continuamente la Iglesia, como institución jerárquica: Jesucristo,
Salvador del hombre. Es siempre el mismo, porque se trata de conservar el
depósito de verdades reveladas y de los dogmas que tienen validez universal. Es
necesario guardar el mensaje que la religión cristiana ha ido enriqueciendo a
través de los siglos hasta el momento presente. Nada está por descubrir. Está
todo concluido. Es cuestión de recordar el mensaje terminado en cada momento
de la historia. Es siempre más de lo mismo. Habrá que cambiar los medios
técnicos, pero sin variar el contenido del mensaje cristiano. Mensaje que mira
sobre todo al futuro, a la otra vida, a la vida eterna. Los grandes temas del
cristianismo: Sagrada Escritura, creación, pecado, encarnación, redención,
resurrección y vida eterna `permanecen intocables en su esencia. Por más que
los descubrimientos científicos nos inviten a cambiar sobre aspectos
importantes de estos temas. Los cristianos y cristianas de a pie tenemos este
convencimiento de inmovilismo del mensaje de la Iglesia jerárquica.
EL CRISTIANISMO ORIGINARIO Y LA RELIGIÓN CRISTIANA
Creo que es necesario distinguir el cristianismo como
movimiento impulsado por Jesús de Nazaret y que funcionó en sus
orígenes, siguiendo los testimonios y datos históricos sobre la vida y
enseñan-zas de Jesús, aportados por los primeros evangelios (Marcos, Mateo y
Lucas); del cristianismo como religión que se instauró oficialmente en
el siglo cuarto, al ser proclamado como religión del Imperio, y basado en el
pensamiento de Pablo sobre Cristo resucitado, manifestado en sus cartas
(J.M.Castillo. La humanidad de Jesús).
Jesús de Nazaret no fundó ninguna religión, sino un
movimiento constituido por sus seguidores, en torno al mensaje del Reino de
Dios, un mensaje laico que intenta establecer en el mundo una sociedad justa,
fraterna, solidaria, que promociona una vida digna para todas las personas,
especialmente para los más necesita-dos y excluidos de la sociedad. Este fue el
cristianismo originario.
La religión cristiana se establece oficial-mente en el siglo cuarto, a
iniciativa de Constantino y su hijo Teodosio, junto con los obispos asistentes
a los primeros con-cilios cristológicos, Nicea y Constantino-pla. Religión que
comenzó a organizarse como institución religiosa, fundamentada en las verdades
reveladas dimanantes de la lectura literal del sagrado libro, la Bi-blia. Para
ello se dotó de una estructura organizativa jerárquica, con unos minis-tros
consagrados, dispensadores de lo sagrado; con unos templos como lugares de
encuentro con el Dios de las alturas; y con unos mandamientos a cumplir,
nece-sarios para conseguir la vida eterna, como premio a los cumplidores de
estos man-datos.
EL RELATO FUNDAMENTAL DEL CRIS-TIANISMO
El compendio doctrinal del cristianismo está
constituido por el Misterio de la Salvación, que es el relato
fundamental: Un Dios Padre, creador del mundo de una modo definitivo y concluso
y de la prime-ra pareja humana, de la que nace el resto de la humanidad. El
primer hombre y la primera mujer son colocados en el Paraíso Terrenal y caen
en el pecado original de desobediencia al mandato de Dios. Un Jesucristo,
Ungido e Hijo de Dios Padre, encarnación de Dios, mediante el nacimiento de
María Virgen, y salvador de la humanidad, a través de su muerte redentora, su
resurrección gloriosa y su ascensión a los cielos, morada de Dios Padre. Desde allí
nos envía al Espíritu Santo, Dios presente en nuestra historia. Los cristianos
están llamados a conseguir la vida eterna, que consiste en la contemplación de
la esencia divina en los cielos. Este es el contenido fundamental de la fe
cristiana, siendo la Iglesia encargada de cuidarlo y proclamarlo
incesantemente, sin errores y desviaciones.
LOS INTERROGANTES DE LA CIENCIA
Pero este mensaje se ve hoy interrogado por los
descubrimientos de las ciencias (biología, física, cosmología,
antropología, astronomía, arqueología,…), cuyos resulta-dos contradicen algunos
enunciados y dogmas de la religión cristiana. ¿Podemos seguir considerando la
Biblia como libro inspirado por Dios, libro histórico y su lectura literal?
¿El proceso creativo de Dios está concluido, si admitimos la teoría científica
de la evolución? ¿Es razonable aceptar como histórico el relato del Paraíso y
del peca-do original, que es transmitido a toda la humanidad? ¿Es congruente considerar
a Jesús de Nazaret como Dios encarnado, nacido de María Virgen? ¿Seguiremos
ha-blando de la muerte de Jesús como reden-tora del pecado de la humanidad? ¿La
resurrección de Jesús es un hecho histórico y físicamente constatable?
¿Continuaremos admitiendo que la vida eterna, contemplación eterna de Dios, es
el premio que Dios concede a los fieles cumplidores de los mandatos de la
religión cristiana? Son algunos de los interrogantes que las ciencias plantean
al relato básico del cristianismo.
DOS RESPUESTAS DISTINTAS
Ante esta situación caben dos posturas diferentes: la
apertura a los interrogantes que los descubrimientos científicos plan-tean
a las afirmación básica del relato y los dogmas de la religión cristiana; o encerrar-nos
en la repetición de las mismas verdades consideradas reveladas y por ello
inamovibles. Este es el pluralismo presente hoy en las iglesias cristianas.
Por más que la jerarquía de la Iglesia se empeñe, no existe un pensamiento
único entre los que se consideran creyentes en Jesús de Nazaret.
FE Y CIENCIA
Todos estos enunciados manifiestan a las claras la
postura que adopta la jerarquía respecto a los interrogantes que la ciencia
plantea al cristianismo. La fe está por encima de la ciencia. Las verdades
reveladas y los dogmas superan a los descubrimientos científicos Pero si
tenemos en cuenta las conclusiones a las que está llegando la ciencia no
podemos seguir manteniendo algunas de las verdades proclamadas por la
tradición cristiana y reafirmadas hoy por la Iglesia jerárquica española. Dos
posturas claramente diferenciadas y presentes hoy en las Iglesias cristianas.
UN NUEVO PARADIGMA CRISTIANO
Un nuevo paradigma cristiano está surgiendo en
el interior del cristianismo. Un paradigma que quiere ser coherente y tener en
cuenta lo que la ciencia aporta a nuestra sociedad de cambio. Un para-digma que
supone un desafío a la tradición cristiana. Vivimos en unas sociedades de
cambio permanente. La religión surgió como respuesta a los interrogan-tes
formulados por la sociedad agrícola.
Hoy son otros los desafíos que se plantea la sociedad
de cambios científicos, que hacen inviables, por poco razonables, las
respuestas tradicionales imbuidas por la religiosidad ambiental. Hoy vivimos en
una sociedad secularizada en la que la religión tiene poca influencia. Un nueva
teología, postreligional, está surgiendo, acorde a los descubrimientos
científicos de las sociedades de cambio (M. Corbí). Este nuevo paradigma está
basado en dos pilares fundamentales: el cristianismo originario, el comienzo
del movimiento iniciado por Jesús de Nazaret y sus seguidores y que se
desarrolló en los primeros siglos; y las conclusiones de los descubrimientos
científicos de los últimos siglos. Nace como respuesta a los desafíos de estas
dos realidades. No pretende sustituir a ninguna verdad, como absoluta u
exclusiva, sino ser un inicio de res-puesta a estos dos desafíos de la
socie-dad moderna. Pero ahí está presente en nuestras iglesias cristianas para
su reflexión y profundización.
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7.- EL NUEVO PARADIGMA CRISTIANO ES POSTRELIGIONAL
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La religión es una construcción humana que nace en el
periodo Neolítico como res-puesta al deseo de la persona de alcanzar lo divino
y trascendente, y como antídoto al miedo e inseguridad ante lo desconocido y
carente de explicación. Nace cuando el ser humano pasa de ser nómada y vivir de
la caza a asentarse en un territorio y dedicarse a la agricultura. Por eso la
religión se relaciona con los periodos agrícolas y celebra sus fiestas en torno
a las diversas tareas agrícolas.
Pero nuestras sociedades han dejado de ser agrícolas.
Han pasado en las últi-mas décadas a ser industriales y posindustriales. Hoy
las sociedades se caracterizan por sufrir cambios continuos y rápi-dos a todos
los niveles. Son “sociedades de conocimiento” (M. Corbí), La dimensión
agrícola de las religiones ha dejado de tener vigencia Tendrán que adaptarse a
las nuevas circunstancias o desaparecer por falta de sentido y no responder a
los interrogantes de la modernidad.
El nuevo paradigma cristiano es postreligional por
tener en cuenta los continuos descubrimientos científicos de la arqueología,
de la física y la química, de la cosmología, de la astronomía, de la biología
y del resto de ciencias de la modernidad. Es postreligional no por oponerse a
la religión, sino por ir más allá de la religión.
LAS RELIGIONES
Las religiones son construcciones hu-manas que se han
absolutizado, atribuyendo su origen a Dios. Se han formado en la época
neolítica. Desde el neolítico hasta nuestros días las sociedades han sido
religiosas, pero no son de siempre, no acompañan necesariamente al ser humano.
No son por naturaleza eternas, sino producto de una época concreta de la
humanidad. La religión es una expre-sión colectiva de una cosmovisión que ve a
todas las cosas como dependientes de unos poderes como los humanos, pero
radicados en un mundo invisible (R. Lenaers) Llamamos técnicamente religión a
la configuración socio-institucionalizada que la religiosidad (espiritualidad),
constitutiva del ser humano, adoptó en la edad agraria (Comisión EATWOT) y que
se ha desarrollado hasta nuestros días, permaneciendo
todavía en vigencia en nuestras sociedades.
Normalmente tienen un líder, a cuya persona y mensaje
se sigue. Líder que es ensalzado por su importancia e influencia, y que tiene
un poder especial sobre el mundo y el ser humano, dado su carácter divino. La
religión pretende tener el poder sobre las conciencias de las personas e
influir en las sociedades, en su organización y sobre todo en la moral.
Tiene unos elementos comunes a toda expresión
religiosa: Toda religión posee un culto y unos ritos a través de los
cuales la persona se comunica con la divinidad, se reconcilia con ella, le
ofrece dones y sacrificios para tenerla aplacada y contenta. El templo es
el lugar de encuentro con Dios ya que es su mansión en la tierra; y es el
lugar sagrado, de conversación con Dios a través de las oraciones y plegarias.
Existen unas personas encargadas de lo sagrado, normalmente hombres
consagrados, intermediarios entre la persona humana y Dios, y dedicados a
guardar el templo. La mayoría de las religiones poseen un libro sagrado,
escrito por Dios, en el que se expresa la voluntad de la divinidad y el mensaje
fundamental de Dios. Cada religión tiene unas normas y mandatos, que
proceden directamente de Dios y entregados al líder religioso, como norma de
conducta de los correligionarios. La teología de cada religión, como
reflexión sobre Dios, sus profetas y su mensaje es otro elemento integrante de
toda religión, en la que se exponen las verdades y creencias propias. En
definitiva, la religión maneja lo sagrado, a fin de que sea cercano al ser
humano y pueda poseerlo a su servicio, a través de un ritual característico que
intenta congraciarse con la divinidad.
LA RELIGIÓN CRISTIANA
El cristianismo que comenzó como un movimiento de
seguidores de la persona de Jesús de Nazaret y de su mensaje del Reino de Dios,
una vida digna y justa para todas las personas, se fue convirtiendo en religión
hasta proclamarse oficialmente como religión del imperio en el siglo IV. El
cristianismo esencialmente no es una religión. Ha sido en el transcurso del
tiempo que se ha vuelto una religión, asumiendo todos los elementos que
caracterizan a las religiones: los sacerdotes, los sacramentos, los libros
sagrados, los templos, las promesas y las oraciones (R. Lenaers).
La religión cristiana se fue constituyen-do en los
primeros siglos del cristianismo hasta oficializarse en los concilios del siglo
IV, siguiendo las huellas de Pablo y no el mensaje del Jesús histórico (J. M,
Castillo) Está centrada en el Misterio de la Salvación y no en el Reino de
Dios, men-saje fundamental de Jesús de Nazaret.
El relato de
la creación redención, salvación, resurrección y consecución de la vida
eterna, es el contenido básico de la teología cristiana hasta el momento
ac-tual, y lo que constituye el depósito de la fe guardado y proclamado por las
iglesias cristianas. Este relato contienen los elementos siguientes: Dios crea
el cosmos y en último lugar al ser humano, varón y hembra, Adán y Eva. Crea a
la mujer de una costilla del hombre. Al séptimo día Dios descansa y queda
concluida la creación. Dios coloca a la primera pareja, de la que desciende
todo el género humano, en el Paraíso Terrenal con la prohibición de que coma
del árbol de la ciencia del bien y del mal. Adán y Eva desobedecen el mandato
divino y caen en pecado, el llamado pecado original, que se trasmite a todos
los seres huma-nos. En esta situación se hace necesario un Redentor que rescate
a la humanidad del pecado. Dada la categoría divina del ofendido, el Redentor
debe gozar de ese rango. El Redentor es Jesucristo, el Hijo de Dios, que con su
muerte redentora salva a la humanidad del peca-do original. Cristo resucita a
una vida nueva y destina al ser humano a la vida eterna en el cielo, gozando
para siempre de la presencia divina,(la visión beatífica). Este es el Misterio
de Salvación, fundamento de la religión cristiana, vigente hasta nuestros
días.
La religión cristiana, como toda religión, goza de
los elementos comunes a toda religión, como es natural. Queda
institucionalizada en la estructura de la Iglesia Católica, formada
jerárquica-mente por el Papa como Sumo Pontífice, por los obispos como
responsables de las diócesis, los sacerdotes como hombres consagrados para
regir las parroquias, y los laicos, como base de la estructura eclesiástica. Su
lugar de culto lo constituye el templo y, de modo ejemplar, las catedrales
esparcidas por todo el mundo cristiano. En ellas tienen lugar solemnes y
ampulosas celebraciones en las distintas festividades de la Iglesia cristiana.
Este culto está dirigido por personas consagradas, todas ellas del sexo
masculino, quienes manejan lo sagrado y constituyen los mediadores entre Dios y
la persona humana. El libro sagrado es la Biblia, que contiene la revelación de
Dios a la humanidad e inspirado a los escritores por el mismo Dios. La religión
cristiana se rige por unos mandamientos escritos por Dios y entregados al
pueblo por medio de Moisés, normas que deben ser guarda-das por el ser humano
para conseguir la vida eterna en el cielo. La teología cristiana constituye la
reflexión de los estudiosos de este Misterio de Salvación y su concreción a
cada uno de los momentos históricos de la Iglesia. Y este es el depósito que
debe ser guardado y proclamado por la jerarquía de la Iglesia.
Ahora bien, ¿es sostenible este relato en el momento
actual de la historia humana, teniendo en cuenta los descubrimientos
científicos de la modernidad? El mencionado relato hoy no se sostiene. ¿No es
contrario, acaso, a las conclusiones de la ciencia? Pensamos que el nuevo
paradigma cristiano debe transcurrir más allá de la religión. En este sentido
decimos que es postreligional.
MÁS ALLÁ DE LA RELIGIÓN
Vivimos una época de grandes y continuos cambios.
Durante el siglo XX y XXI se han producido descubrimientos que han obligado a
la cosmovisión a cambiar de rumbo. Asistimos a un cambio epocal. La era
industrial y pos-industrial ha acabado. Las actuales son “sociedades de
conoci-miento” que avanzan con una rapidez inusual. Estos cambios afectan
clara-mente a las religiones. Muchas de las verdades que sustentan a las
religiones son hoy insostenibles. Este fenómeno también afecta a la religión
cristiana. La cosmovisión sobre la que se ha edificado el relato de la
creación-redención-salvación hoy no se puede defender. Por ello el Misterio de
Salvación que constituye el eje de la religión cristiana es hoy insostenible
por la razón moderna. Se impone un nuevo paradigma cristiano. Un paradigma no
basado en la religión, sino en la espiritualidad en cuanto “cualidad humana
profunda” (M. Corbí). Una espiritualidad laica, sustentada en una ética
humanista, y basada en la defensa de los derechos y valores huma-nos, así como
en los derechos de la Naturaleza. Un paradigma postreligional en cuanto forma
de vivir la dimensión pro-funda del ser humano que se libera y supera los
mecanismos propios de las religiones agrario-monolíticas (Comisión EATWOT).
Por otra parte,
Jesús de Nazaret, inicia-dor del cristianismo, no quiso fundar ninguna
religión. No fue un hombre religioso, sino un laico en contradicción
permanente con los hombres piadosos y sagrados de su tiempo (María L. Vigil).
No tuvo intención de fundar una nueva religión separada del judaísmo (J. Hick).
Si queremos llegar a los orígenes del cristianismo hemos de decir que Jesús
inició un movimiento de seguidores en torno a su persona y a su mensaje
liberador. Por ello hemos de concluir que en la mentalidad de Jesús no estuvo
la religión cristiana diferente de la religión judaica.
El nuevo
paradigma cristiano va más allá de la religión. Es postreligional en cuanto que
la ética humana es el sustituto de la religión. La religión se está
reconduciendo hacia una profundización de lo humano (S. Villamayor). Esta es
la espiritualidad laica que promueve el nuevo paradigma, una espiritualidad
que pretende la consecución de una sociedad humanista, promotora de la plena
hu-manización de las sociedades.
En esta tarea
de reconstruir el cristianismo estamos empeñados como comunidad creyente. En
esta dirección, y siguiendo las sugerencias del obispo Spong, nos hemos
presentado un nuevo credo, que va en esta dirección postreligional como
compendio del trabajo de profundización creyente que se nos impone en el
presente
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8.- EL DESAFÍO DEL NUEVO PARA-DIGMA
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La descripción del nuevo paradigma cristiano implica
un desafío a la fe cristiana en su formulación tradicional. La teología
cristiana está fundamentada básicamente en los dogmas, en cuanto verdades
absolutas, ausentes de un posible error. Pero estas verdades ya no se
sostienen hoy en la modernidad, porque contradicen a la razón científica y
exigen el milagro como explicación de lo irracional. La ciencia nuevamente
pone en aprietos a la fe. Lo evidente no puede estar supeditado a lo creíble.
Todo ello supone un replanteamiento de la fe teniendo en cuenta los hallazgos
científicos y la vuelta al cristianismo original, ausente de dogmas y verdades
absolutas. El movimiento inicial del cristianismo está centrado
fundamentalmente en el seguimiento de la persona y el mensa-je de Jesús de
Nazaret, y basado en el único mandamiento, el amor desinteresado y gratuito,
incluso a los enemigos. El mensaje del Reino de Dios que Jesús proclama es el
anuncio de la liberación de toda esclavitud a los pobres, margina-dos y
refugiados de nuestra sociedad. Un mensaje laico, la consecución de una
sociedad digna y justa para todas y todos, en la que son iguales varón y
mujer, fuera de todo dominio y autoridad, y en la que tenga vigencia la cultura
del cuidado sobre todos los seres de la Naturaleza.
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