MISMA VIDA, MISMO ESPÍRITU, Y MISMA MISIÓN
Hermandad Obrera de Acción Católica. HOAC.
Tomas Malagón y Guillermo Rovirosa.
Segovia, Agosto de 1970.
(Laureano Molina).
Introducción:
Recibimos un comunicado de la HOAC y de la ZYX adjuntándonos el esquema de un cursillo que se celebraría en Segovia entre los días 18 al 29 de Agosto de 1.970.
Se trataba de aunar posturas a la hora de la creación de comunidades cristianas de base. Para ello era conveniente reflexionar en común y de exponer cada zona de España las luces y las sombras de su experiencia ante el resto de militantes. Y todo ello a la luz del Evangelio y de una Teología Misionera nacida al calor de la doctrina del Concilio Vaticano II.
Según el esquema que se nos aportaba el título del cursillo era Teología y comunidades misioneras. (1)
La introducción y el planteamiento del cursillo correría a cargo del teólogo y sacerdote andaluz, consiliario de la HOAC de Almería, José Domínguez.
Bajo el título “el cristianismo y la comunidad cristiana en la época técnica, se hacía y nos hacía estas preguntas:
¿Es posible definir qué es un cristiano hoy, y qué es una comunidad cristiana?
¿No es una utopía describir un ideal de vida cristiana en el plano personal y comunitario, y luego pretender que la realidad vital se acomode a él?
¿Sería mejor estudiar el dinamismo de la historia humana, o identificar sencillamente el cristianismo con el humanismo que se va gestando en ella canonizando todos los elementos?
Si se establece de antemano un ideal de vida cristiana en el plano personal y comunitario, ¿se puede considerar la sociología religiosa corriente (que solo estudia el decálogo entre las creencias y prácticas religiosas y la vida) como válida para determinar una situación misionera y plantear una auténtica pastoral de misión?
Era una crítica de la sociología religiosa vigente.
Por otra parte, la acción del cristianismo en el mundo, y el ideal de la vida cristiana como meta de su actividad en la historia, tendría unas consecuencias a la hora de trasformar ese mundo, de tal manera que la meta última del cristianismo sería precisamente la actuación en la historia.
El obispo de Segovia Antonio Palenzuela tomaba la palabra para ahondar en la idea de qué es ser un discípulo de Jesús y cómo había que seguirle.
El valenciano militante de la HOAC, artesano de profesión, cura obrero y creador de una comunidad cristiana de base en Valencia, Antonio Andrés Juan, planteaba, ¿qué es una auténtica comunión con Dios en el Jesús de Nazaret y según el Espíritu? Puesto que la comunión entre los hombres debía ser una comunión de vida, de bienes y de acción. Los compromisos de la fe y del bautismo deben de ir en ese triple sentido de comunión. Hablaba de su propia experiencia y desde su barrio valenciano de gentes trabajadoras, y emigrantes, llamado como no, el Barrio del Cristo-Malva-rosa. Comunión de los pobres, porque así fue el Mesías de los pobres. Para crecer en la comunión era fundamental la Eucaristía en el espíritu de la última cena de Jesús con sus discípulos.
(Nota: Antonio moría el mismo día que el también cura obrero Wirberto Delso Díez, y ambos recibirían sepultura el día 23 de Abril de 2.009, día de San Jorge. En Noticias Obreras de 1-11-09/15-11-09, nº 1.491, sus compañeros de la HOAC le recuerdan así: “Antonio, hijo de padres viejos, “enfant terrible” en la Iglesia y fuera de ella…, enfermo perpetuo y a veces imaginario…, jesuita frustrado, sujeto de dos grandes pasiones: Jesucristo y los pobres, estas pasiones concretadas en su barrio, en sus luchas por la dignidad, al servicio de los más necesitados, vecino y ciudadano ejemplar… Martillo de herejes, hereje golpeado por el martillo de otros martillos de herejes, callo en el dedo gordo de los obispos, bufón (así lo decía él) de jerarquías eclesiásticas, hoacista cumplidor estricto (no se perdía nada), pero rebelde y auto marginado, padre espiritual del equipo Barrio del Cristo-Malva-rosa, pozo de sabiduría cristológica, director espiritual de jóvenes, viejos y vírgenes consagradas, penetrador del ser humano, comprendedor de la gente incomprendida e incomprensible, queriendo a cada uno como era, visitador de convictos encarcelados, amante espiritual de la soledad, confesor público de sus propios pecados: “a mí lo que me pasa es que no amo bastante a Dios”. Todo eso y más”).
El Consiliario nacional de la HOAC, Antonio Martín, plantearía el tema desde el punto de vista del pueblo. Había que ir al pueblo, hacerse del pueblo, y ello de una forma permanente y definitiva. Y se preguntaba: ¿Quién es el pueblo sociológica y teológicamente hablando? Hay que ir al pueblo sociológico para que sea pueblo de Dios. Y el pueblo sociológico tiene su propio esquema de valores (materialismo). Y hay que tener en cuenta la situación institucional en cuanto a lo económico, lo social, lo cultural, lo político y lo religioso.
Volvía a intervenir Domínguez subrayando cual era la tarea de la misión. Hacía falta una etapa previa a la evangelización cristiana. Había que crear una comunidad humana, incentivar la maduración social, la psicológica y la moral para vivir “el Evangelio de la triple comunión”. Comunidad de vida, de bienes y de acción.
Posteriormente vendría la tarea propia de la evangelización: la creación de una comunidad cristiana, con las motivaciones cristianas, y con la ética cristiana. Catequizar suponía convertir la comunidad cristiana en comunidad de testimonio y compromiso.
El sacerdote y teólogo murciano Fernando Egea contraponía los ideales cristianos y las realidades actuales. Comunidades tradicionales de religiosos frente a las nuevas comunidades cristianas de base. Exponía las contradicciones de la Iglesia: por una parte la masa de bautizados, por otra parte el objetivo era ¿sacramentalizar o evangelizar?..., ¿el culto al servicio de la misión?..., ¿evangelizar o humanizar?... ¿El trabajo de los presbíteros o el apostolado libre?... ¿Obras apostólicas o solo comunidades?
Nuevamente Domínguez insistía con las comunidades de base como respuesta misionera. Y se preguntaba ¿las comunidades de base, son realmente respuesta? Y venía a pronunciarse sobre la necesidad de una promoción de cristianos, de si debíamos ser fermento en la masa, luz y sal en el mundo, germen en comunidades con nuevo estilo, comunidades de base y misión con obreros, campesinos, e industriales, bachilleres y universitarios, clases altas y medias.
El teólogo Alfonso Álvarez Bolado hablaría sobre los presbíteros y las comunidades de base.
Y el Padre Llanos venido desde su comunidad madrileña del Pozo del Tío Raimundo expondría su reflexión sobre “las comunidades de base y el futuro del presbiterado”. Cual sería la figura del sacerdote en el futuro. Qué papel tendrían las comunidades cristianas en la configuración del nuevo tipo de presbítero. Desde donde se haría el reclutamiento de candidatos al presbiterado.
“Las comunidades de base y el futuro de la iglesia. Realismo y esperanza cristiana”. Decía: el cristianismo es difícil, ¿cual será el futuro de la Iglesia?, ¿los que se quedarán atrás?, ¿el destino de los profetas?, ¿la pasión por el número (muchos, pocos)?, ¿será necesario aceptar la diáspora misionera?, ¿superación del fracaso?, ¿salvación individual y vocación misionera? Reflexiones que hacía desde una vida pobre y austera el veterano sacerdote jesuita José María Llanos. Con el fin de abortar aquel ejemplo de vida en el Pozo del Tío Raimundo, tanto el Régimen Político como las Jerarquías Eclesiásticas le propusieron importantes cargos públicos que él rechazó.
Tomás Malagón expondría todo un programa de Teología bajo el título “para una catequesis de adultos (actual). Nueve temas con los siguientes capítulos:
--DIOS
- , Dios en la existencia cristiana
- , Ateismo moderno
- , El Dios en quien no creen
- , Lo que puede hacer la razón humana para pensar de algún modo a Dios
- , El Dios de la Fe
- , Humanismo y ateísmo.
-REVELACIÓN: …
-TRINIDAD: …
-CREACIÓN: …
-PROVIDENCIA: …
-REDENCIÓN: …
-LA GRACIA SOBRENATURAL ….
-IGLESIA: …
-TESTIMONIO: ….
Además había una serie de seminarios para desarrollar por grupos libremente elegidos.
(Llegado el momento nos fuimos para Segovia los sacerdotes zaragozanos Martín Rodriguez Rojo, Wirberto Delso Díez, Alfonso Milian Sorribas, y Laureano Molina Gómez.
Fueron once días intensos. Por la mañana cuatro charlas. Por las tardes los seminarios monográficos por grupos. Al final de la jornada teníamos la celebración eucarística vivamente participada. La casa de Ejercicios Espirituales del Arzobispado de Segovia y alquilada por HOAC-ZYX, estaba a rebosar de sacerdotes y militantes cristianos. Los descansos eran los estrictamente necesarios. Solamente por las tardes teníamos un rato libre para visitar la ciudad..
La casa del cursillo estaba muy próxima al inicio del Acueducto de Segovia, por lo que una tarde fuimos hasta el lugar donde arrancaba el acueducto. Para mí supuso una pequeña desilusión, pues en la parte superior del acueducto no hay mas que un pequeño canalillo de mas o menos unos 0´50 x 0´50 m., si mi recuerdo no me traiciona. ¡Tan inmensa obra para tan escasa conducción de agua! Claro que el agua procedente de la sierra, limpia y fresca, atravesaba por medio de ese magnífico puente el barranco, en su día, que rodeaba a la ciudad, y que por encima de sus murallas llegaba para saciar la sed de los ciudadanos de la época.
Pasear al atardecer por la ciudad, es una gozada. Ver la puesta del sol a través de los arcos del acueducto es un espectáculo. Sus piedras se tornan de un color oro ligeramente tirando a rosado que cautivan. San Esteban, casa de Los Picos, la Catedral y el Alcázar). era un paseo obligado).
Índice:
-- Nuestra espiritualidad.
- Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos. (1ª)
-- Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán en herencia la tierra. (2ª)
- Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados. (3ª)
-- Bien Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. (4ª)
-- Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. (5ª)
-- Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. (6ª)
-- Bienaventurados los que hacen la paz. Porque ellos serán llamados hijos de Dios. (7ª)
-- Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. (8ª)
NUESTRA ESPIRITUALIDAD
Intentábamos ser fieles a los principios de la HOAC nacidos del ejemplo de Jesús de Nazaret, de la comunidad que él creó con sus discípulos. (2)
Una comunión perfecta de vida: “Jesús, conoce a sus discípulos y se da a conocer; los acepta como son, con sus defectos, fallos, carácter, temperamento, y les ofrece su amistad”.
“Comparte sus sufrimientos y sus alegrías en el cumplimiento de la misión confiada por el Padre”.
“Recibe de ellos la confesión de sus vidas”.
“En diálogo permanente les explica el misterio del Reino de Dios y su misterio personal, y provoca en ellos una adhesión firme a su persona y a su mensaje. Así, en la comunión de vida, crea la fe en la comunidad naciente”.
“La fe es alianza con Cristo, que incluye la entrega sacrificada y desinteresada a Cristo y a los hermanos. Fe señalada por el bautismo, que se expresará en la vivencia del Cuerpo Místico, en la realización de la humildad-servicio”.
“Comunidad perfecta de bienes: Jesús pone en común con ellos todo lo que tiene hasta el poder de hacer milagros. Les introduce en la práctica de la pobreza-comunión de bienes y les lleva a la vivencia del Mandamiento Nuevo, del amor cristiano, que en frases de Pablo es: actuación de la fe-entrega-servicio. Amaos los unos a los otros… En esto conocerán que sois mis discípulos”. (Gl, 5,6 y Jo. 13, 34-35; 15, 12-17; 1ª Jo, 1, 4 y 2,8).
“Comunidad de acción: experiencia que proporciona a sus discípulos en el anuncio y en la realización del Reino de Dios. Les hace crecer en la capacidad de sacrificio que hace falta para ello. Les prepara para que sean capaces de aceptar las humillaciones, persecuciones, sufrimientos, incomprensiones, incomodidades, y la muerte por el Reino de Dios y su Justicia”.
“Les enseña a negarse a sí mismos, a renunciar a sus intereses personales y a sus caprichos, a su situación humana, y a los gustos personales”.
“Para templarlos en el sacrificio por el Reino de Dios les muestra la gran esperanza que les aguarda: la vida, el Reino definitivo”.
A través de todo el Evangelio se ve que Cristo quiere que su iglesia y dentro de ella cada comunidad particular y cada grupo sea una comunidad de pobres de Javhe.
Su “programa” quedará establecido especialmente en los ocho principios fundamentales evangélicos. Escalones que hay que subir uno tras otro en orden a conseguir el objetivo final: “ser fiel a la construcción del Reino de Dios y su Justicia”.
Programa que no es otro que las ocho Bienaventuranzas que se relatan en el Evangelio de Jesús.
Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos. (1ª)
La pobreza: pobre es el que está dispuesto a perder lo que tiene y lo que no tiene. Desprendido y libre de todo ha de estar el militante. El desprendimiento se pone de manifiesto por la capacidad de comunión, en la facilidad para la pobreza actual. Pobreza espiritual sin comunión, no existe. Si hay pobreza espiritual, al ver a Cristo en los demás, ¿cómo no comunicar lo que se tiene? Cuando no hay comunión, no hay desprendimiento. Por eso, la comunión lleva necesariamente a la pobreza.
Pobres de espíritu son los pobres reales, conscientes, libres y voluntarios, que por amor a Dios, confianza en Él, por amor a los hombres especialmente a los pobres sociológicos, y por imitación a Cristo, eligen vivir en la pobreza, como encarnación y testimonio. El valor de esta pobreza no está en la privación sino en el amor, que lleva a través de la comunicación constante de bienes a la plena comunión.
Para ser pobre de espíritu se puede partir de la situación de riqueza o de la situación de pobreza sociológica. Lo importante es la comunión, y a ser posible la comunión total de bienes como expresión de amor. Los pobres sociológicos, en general, pueden estar sicológicamente mejor preparados para entender y realizar la comunión que los ricos. Lo que no es compatible con la pobreza evangélica es un desprendimiento exclusivamente interior que no se manifiesta en la comunión.
(Estoy transcribiendo al pie de la letra unos apuntes cogidos a mano de lo que Tomás Malagón entendía como genuino el sentido de las bienaventuranzas.
Era el sentido de las bienaventuranzas que en la doctrina de la HOAC se tenía muy presente. Por eso quiero conservar tal cual lo que entonces aprecié y sentí. Cada uno que lea entre líneas y saque las conclusiones que estime oportuno).
Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán en herencia la tierra. (2ª)
La mansedumbre: parece que el diablo se empeña en rodear de palabras feas las realidades más hermosas. “Manso” en castellano suena un poco a tonto. En latín suena peor: “mitis” (blando). El francés lo acaba de arreglar: “douce”. No digamos de los misales que nos traducen: “bienaventurados los dulces”… Sin embargo la mansedumbre es una virtud de fuertes: es la no-violencia activa acompañada de espíritu de amor. Es no contestar a la violencia con violencia, y hacer esto por amor. Es renunciar al mismo derecho que en ocasiones podemos tener como cualquier otro. Es renunciar a la violencia pero caminando firmes a donde tengamos que ir, lo cual no es ceder. Es estar dispuesto a hacer todo lo que haga falta hacer. No quiero decir que la violencia sea injusta, sino que el cristiano no debe tomarla como sistema. Defender siempre al “apaleado”. Huir de la fuerza bruta.
Esto supone mucho dominio de sí mismo y de las circunstancias. Hace falta mucha fuerza para practicarlo. Tenemos un ejemplo maravilloso en Gandhi con el empleo de la mansedumbre, que llegando a veces a ofrecer los indios sus cuerpos limpios a los disparos de los ingleses, fue la India la primera nación que obtuvo la independencia de Inglaterra. Gandhi decía que esto lo aprendió del Evangelio.
Ortega y Gasset manifestaba: Cristo al decir que “a quien te hiere en una mejilla, ofrécele la otra” instauraba una forma superior de cultura. Ortega distinguía tres períodos en la historia del mundo: a) Exaltación de la fuerza bruta, era un período de glorificación de la violencia (recordemos la prehistoria, las epopeyas…, así es como nacieron muchos títulos nobiliarios conquistando territorios de otros). b) En un segundo período se justifica la violencia sólo como defensa. En este caso, si hay que hacer violencia, se tratará siempre de justificarla (por ejemplo, teólogos justificando las guerras de Indias; Hitler y las teorías del espacio vital de los alemanes). c) Después aparecería una forma superior de cultura, la que se caracteriza por la no violencia. Es precisamente lo que hizo Gandhi. Y si lo hubiera conocido habría dicho otro tanto de Luther King, que sigue con valentía este método en la defensa de los derechos de los negros.
La mansedumbre es esta no violencia cuando va acompañada del amor y con el fin de defender la justicia.
Los “mansos” pues, no son los bonachones, ni los resignados. Cristo es el modelo supremo de mansedumbre, sobre todo en su pasión y muerte. La mansedumbre evangélica es aquella actitud que implica más respeto hacia los demás, y más fortaleza. Es la actitud de fortaleza de los mártires y santos cristianos. Esta fortaleza está muy cercana a la humildad como servicio responsable a los demás. Se opone a la soberbia, al orgullo, a la altivez, a la cobardía, a la insolencia.
Los grupos y comunidades de pobres evangélicos deben caracterizarse también por esta mansedumbre-fortaleza como actitud colectiva. En una sociedad de personas responsables, es una actitud básica.
Esta será una de las virtudes más sobresalientes de la cultura humano-comunitaria que pretenden construir los hombres de hoy.
A una sociedad de “vicentes” y “borregos”, le prestarán un gran servicio estos grupos de “pobres-mansos”, sobre todo, si reúnen las condiciones exigidas por las bienaventuranzas para ser pobres evangélicos.
(Se agolpan en mi recuerdo innumerables hechos que después de haber sido trabajados por cristianos de JOC y de HOAC, instruyendo, preparando y movilizando a las gentes, llegaba algún partido político, todo ello en la clandestinidad, y “capitalizaba” en su provecho las acciones emprendidas por otros. Naturalmente nos sabía “a cuerno quemado”. Pero los cristianos no nos rendíamos nunca, callábamos, pero seguíamos avanzando. Otro tanto ocurría en las asambleas de barrios: preparábamos con todo detalle las reuniones, y llegaban “los de siempre”, y desde distintos rincones de la reunión, llevaban “el agua a su molino”. Esto era tan corriente que en la ZYX se organizó un cursillo de estrategias y tácticas en el “tratamiento” de multitudes. Evidentemente teníamos muy presente aquello que decía Jesús “Los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz”. (Luc., 16, 8). Y añadía: “Sed cándidos como las palomas y astutos como las serpientes”.
En teoría copiábamos la estrategia del Partido Comunista: “unos mantenían una afirmación, otros (pero del mismo grupo camuflado) sostenían lo contrario, al final aparecían los que expresaban una síntesis de ambas posturas dejando a todos contentos”. Era lo que se pretendía.
El partido Comunista decía: “Esto es así. Pero esto podría ser de otra manera, debería ser de otra manera. Luego esto será de otra manera”.
Los de la JOC y los de la HOAC decíamos “la realidad es así. Pero a la luz del Evangelio debería ser de otra manera. Luego la realidad será de otra manera”. En el fondo esto era la revisión de vida. Cada uno y en grupo hacíamos nuestros compromisos en nuestras reuniones, y salíamos a la calle a ponerlo en práctica, fortalecidos además por nuestras Eucaristías fraternales y comunitarias).
Y en el sentido de la mansedumbre insinuada anteriormente recuerdo en especial a dos militantes de la HOAC, (en realidad había muchos), Enrique Subiza y el compañero Aquilino. Enrique, casado con María, con dos hijas y un hijo, era el prototipo de lo que se dice en esta bienaventuranza. Era un hombre discreto, callado, observador, eficaz y responsable en todos los compromisos que asumía aunque fueran de lo más insignificantes; sonreía siempre, no se enfadaba nunca, pero aquello a lo que se comprometía lo cumplía. El amigo Damián V. V., delegado de la ZYX en Aragón, no encontró mejor casa para hospedarse que la casa de María y de Enrique. Aquilino, (no recuerdo su situación familiar), parecía un hombre “insignificante”, que pertenecía a los “Equipos del Dolor” de la HOAC. Siempre calladamente, discretamente, pacientemente (a pesar de su propia enfermedad), visitaba asiduamente a los compañeros enfermos, a vecinos del barrio de Torrero, a todos los que podía acompañar, animar, asistir, y con los que siempre se solidarizaba, y estaba siempre a lado para lo que hiciera falta. Sus vidas, la de estos militantes, eran siempre servicio incondicional a su prójimo.
Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados. (3ª)
Los que lloran: los que resultan ser víctimas de la injusticia. Entre ellos principalmente se encontrarán los dispuestos a luchar por la justicia: las víctimas del mal son las mejor preparadas para combatirlo.
El sufrir y el llorar, al menos interiormente, es otra nota característica de los pobres. Cuando no hay llanto, dolor, sufrimiento, persecución, incomprensión es porque no se han tomado en serio las exigencias de la pobreza evangélica. Siempre que se tomen en serio estas exigencias, necesariamente se choca con los ambientes, instituciones, y estructuras, y en seguida aparecen la cruz y el sufrimiento. “Todos los que quieren vivir religiosamente con Cristo Jesús, padecerán persecución”, dice San Pablo (2Tim. 3, 13).
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. (4ª)
La justicia, bíblicamente, es el ajustamiento de todas las cosas, personas e instituciones, es el plan de Dios. Abarca desde la justicia que se refiere a los bienes económicos y culturales, hasta la justicia que consiste en la vida de Gracia, en la Santidad y en la Alianza con Dios. Todo lo que los hombres designan con la palabra justicia cabe dentro de la justicia bíblica.
Según esto, la tercera característica de los grupos y comunidades cristianas es experimentar el deseo de que se realice la justicia, con la misma ansiedad y angustia con que el hambriento y el sediento desean comer y beber. Esto supone que estén siempre dispuestos a realizar el Plan de Dios, de manera que también ellos puedan decir con Cristo: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió”. (Jo. 4, 34).
Se exige pues, el espíritu de lucha en un cristiano cuando se trata de defender el Plan de Dios. Es la construcción del Reino de Dios y de su Justicia que comienza ya aquí en la tierra.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. (5ª)
Los misericordiosos, es decir, los que tienen entrañas de misericordia.
Hemos de ser, o de los que lloran, o de los que se con-padecen con los que sufren. Los que padecen con los que lloran, es otra forma de llorar.
Según la Biblia, es misericordioso aquel que sin ser víctima de una situación, comparte la suerte de las víctimas. El ejemplo de la misericordia es Dios, que sin ser víctima del pecado y sus consecuencias, ha querido que su Hijo comparta con nosotros el ser víctima.
La exigencia de esta bienaventuranza es muy seria en un mundo de hambrientos y de analfabetos, en el que la mayor parte de los hombres están excluidos de una participación humana en los bienes del progreso y de la cultura, sin posibilidad real de hacer oír sus voces en el ordenamiento cívico y económico.
Ser misericordioso en las grandes ciudades debería llevar a los cristianos a compartir la suerte de los que viven en los suburbios, y de todos los marginados de la sociedad. Ser misericordioso nos debería llevar a compartir las situaciones infrahumanas de los campesinos.
Ser misericordiosos supone tener una conciencia aguda de los problemas de los demás, y luchar con todas las fuerzas por resolverlas.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. (6ª)
Limpios de corazón son los que no buscan “su medro”, no se buscan a sí mismos, ni su interés, sino que buscan la voluntad de Dios.
Limpios de corazón que se podría traducir por “honrados”. Son aquellos que teniendo siempre buena fe o buena disposición hacia todos los hombres, piensan, hablan, y actúan en consecuencia. La limpieza de corazón es lo contrario de la hipocresía y del fariseísmo. La limpieza de corazón, cuando Cristo habla de ella en el Evangelio, siempre es a propósito de los fariseos que no limpian su corazón. (Mt. 23, 25-28; 15, 10-20. Mc. 7, 14-23).
Cuando se procede con limpieza de corazón, entonces se experimenta a Dios de manera privilegiada en el prójimo.
Esta bienaventuranza exige que las comunidades y grupos cristianos, y por tanto, las personas que las integran, estén siempre atentas al amor y al respeto de las personas con una gran sinceridad y autenticidad.
Lo que nos dice el Señor en Mt. 5, 21 y ss; 7, 1-5. Lc. 6, 39-45, puede ser un comentario de la limpieza de corazón.
Igualmente muchas de las exhortaciones de San Pablo al huir de las obras de la carne y realizar las obras del Espíritu. (Ef. 4, 17; Gal. 5, 13: 6, 10; Col. 3, 5-15).
La limpieza de corazón incluye la castidad, pero va mucho más allá de la castidad.
Bienaventurados los que hacen la paz. Porque ellos serán llamados hijos de Dios. (7ª)
La Paz, que es el resultado de la Justicia y no de la tranquilidad que viene de tranca. Esforzarse por la paz es implantar la justicia. Así es el militante: enamorado de la paz y se esfuerza por ella.
Los pacíficos, es decir los que hacen obra de paz basada en la justicia. “Opus iusticiae pax”. Cuando hay justicia, brota la paz.
Los constructores de la paz son aquellos, que por todos los caminos, buscan la auténtica paz con Dios y con los hombres.
La paz es la expresión de la vida en la alianza-comunión. La paz bíblica es el fruto de la promoción de la verdad-fidelidad contra la mentira-traición; de la promoción de la justicia integral y colectiva; de la promoción de la libertad personal y comunitaria de familias, grupos humanos, países, etc.; de la promoción del amor sacrificado y desinteresado de los hombres. Construir la paz, en definitiva, es luchar constantemente por la promoción integral y colectiva de todos los hombres, haciendo que las estructuras e instituciones hagan posibles el que todos los hombres que la integran estén al servicio de sus hermanos en el orden económico, cultural, político, social y religioso.
Solo los que construyen la paz de esta manera serán hijos de Dios y reconocidos por tales por Dios y por los hombres.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. (8ª)
Esta es la bienaventuranza de aquellos que desarrollan una acción de defensa de la justicia porque no se avienen con la injusticia. Las “condecoraciones son crucifixiones por delante”. Pero hay también condecoraciones por detrás. Para obtenerlas hay que hacer méritos, y estos méritos son la acción por la implantación de la justicia.
¿Qué se entiende por justicia?
La justicia en la Biblia es un concepto muy complejo. Aplicada a Dios en el Antiguo Testamento, viene a significar justicia y fidelidad, una justicia que era su fidelidad. Entre los judíos, decir que Dios es justo, era también decir que era fiel. No sin razón Dios no puede ser justo con justicia conmutativa. La justicia conmutativa es la que da a cada uno lo suyo; supone un derecho, tener algo propio. Pero ante Dios ¿qué es la justicia?
Pero además, la justicia conmutativa supone acomodarse a una norma externa. Pero acomodarse a una norma externa tampoco es posible a Dios. Por eso solo hay una manera de que Dios sea justo: ajustándose a sus promesas, siendo fiel.
De esta justicia participa el hombre cuando se acomoda y ajusta a las promesas, a los planes de Dios, cuando es según el corazón de Dios. Esta justicia incluye, claro está, el realizar la justicia conmutativa, pero la rebasa y desborda. Se trata de acomodarse a los planes de dios y realizarlos, sobre la vida personal y social del hombre, buscando la justicia en sí misma y en el entorno.
Buscar esta justicia es la octava bienaventuranza, que es la decisiva, la síntesis. Pero para llegar a realizar esto hay que recorrer las otras siete, que son como el bagaje del militante.
El Señor preparó psicológicamente a sus discípulos para aceptar la persecución. Al intentar impregnar el mundo empecatado con los criterios de la justicia bíblica, necesariamente se produce persecución.
En este sentido es aleccionador la mala “aventuranza” de San Lucas, (1, 6-26), que dice: “¡Ay de vosotros cuando todos los hombres hablen bien de vosotros, porque de este modo trataron sus padres a los falsos profetas!”.
Ezequiel califica de falsos profetas a los que engañan al pueblo con mentiras (Ez. 13, 1-23) y especialmente a los que extravían al pueblo diciendo: “Paz, cuando no hay paz” (Ez. 13, 10).
Construir la paz cristiana trae la persecución y las tensiones (Mt. 10, 34-36). Luchar contra el mundo en el sentido ético-peyorativo que tiene con frecuencia en San Juan como conjunto de hombres, que no viven las consecuencias del pecado, sino que lo legalizan en sus instituciones código-sociales y religiosas, necesariamente producen el odio y la persecución (Jo. 15, 18-27 a 16, 1-4).
La suerte de los discípulos será como la de Cristo: la persecución (Mt. 10, 16-32).
Las bienaventuranzas nos deben excitar a poner en marcha pequeñas comunidades de testimonio y de compromiso, que cumplan dentro de las comunidades más amplias y dentro de la masa cristiana, y del conjunto de todos los ciudadanos, la función de fermento, para que la iglesia se acerque cada día más al ideal de la Iglesia de los Pobres, es decir, al ideal de la Iglesia constituida por los Pobres según el Evangelio expresado en las bienaventuranzas.
Las ocho bienaventuranzas no se refieren a distintas personas. Ni son un catálogo de virtudes. “Lo que pretenden es enseñar cómo deben ser las comunidades y grupos cristianos, destacando de forma esquemática los principales rasgos de su vida comunitaria”.
Todo esto era lo que sostenía y vivía Tomás Malagón con “su alma gemela y complementaria, Guillermo Rovirosa”. Así se compenetraban y así actuaban los dos, y con ellos los hombres fundadores de la HOAC, y todos los que siguieron en aquella dinámica espiritual y social de compromiso. Los demás intentábamos ser imitadores del ejemplo que nos daban.
Tomás Malagón venía a decir, el problema es este:
“Nuestro mundo es injusto, profundamente, sustancialmente injusto, y no solo los individuos, sino especialmente las estructuras.
Ahora bien, los cristianos estamos metidos y complicados en estas estructuras. Luego algo hay que hacer”.
Y recordaba a José María Díez-Alegría cuando decía:
“No todos podemos hacerlo todo. Pero todos tendríamos que hacer algo. Y me parece que casi todos tendríamos que hacer algo que no hacemos”.
(Díez Alegría: conferencia titulada “Cristianismo y Revolución”. Asís (Italia). 1.967). (2).
(Zaragoza, 1º de Noviembre de 2.009, cuando hice la recuperación de mis apuntes).
(Laureano Molina Gómez).
Bibliografía:
(1) Cursillo de Teología y Comunidades misioneras. Segovia, agosto de 1.970.
(2) Ejercicios Espirituales de Tomás Malagón.
(3) Conferencia “Cristianismo y Revolución”, de José María Díez Alegría. Asís (Italia), 1.967.
(5) Mysterium liberationis, T. II., de Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino. Edit. Trotta. Madrid 1990.
(6) Tomás Malagón. Un sacerdote que creyó en los pobres. Autor: Grupo Eugenio Merino. http://www.guillermorovirosa.com/noticias197.htm
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